Daicar Saladrigas González nació con el don del diálogo, pues hablar y comunicar son cuestiones naturales en ella. Dirigir, aunque no lo crea, también es algo que se le da bien y que supo sumar a su compleja ecuación de madre de tres.
Pero es que se le dificulta decir no cuando de responsabilidades se trata. Por eso tampoco puso objeción cuando le confirmaron que para la conformación de la candidatura de la X Legislatura de la Asamblea Nacional su nombre salía una vez más.
Para esta camagüeyana que quiso ser bailarina, deportista y terminó estudiando periodismo, y actualmente es la directora del semanario local Adelante, conformar, una vez más, la lista de los candidatos a ocupar un escaño en la Asamblea fue un reconocimiento, que, como confiesa, no esperaba.
“Al no ser delegada de base, cuenta, pensé que otra persona ocuparía mi lugar, por lo que me sorprendí. Pero es un reconocimiento que asumo con temor, por lo compleja que se hacen todas las tareas que desempeñamos los diputados y por el complejo escenario en el que vivimos.
“Los retos como sociedad crecen y las expectativas del pueblo también, pero en los intercambios que tenemos con las comunidades y trabajadores, además de que nos conozcan, allí hemos trasladado la idea de que la mayor expectativa que podemos tener en la conformación de la nueva Asamblea debe estar basada en cómo logramos que más personas participen de esas transformaciones que necesitamos para el país.
“Los diputados tenemos un compromiso muy grande porque la Asamblea como máximo órgano del poder del Estado y representación del pueblo participa en la toma de decisiones del país. Pero en realidad la máxima labor es la fiscalización de esas políticas; cómo se están cumpliendo barrio a barrio y municipio a municipio.
“Y eso lo podemos hacer, mediamente bien, porque contamos con ese sistema de representación del pueblo que son los delegados de circunscripción, quienes están ahí todos los días pulsando el sentir del pueblo.
“Pero no es solo por ellos, sino también porque los demás diputados no dejamos de ser parte del pueblo, de trabajar, de estudiar o de ser campesinos. No dejamos de ser lo que éramos antes de que nos eligieran.
“Que en Cuba ser diputado no sea un cargo profesional es de lo más cuestionado por los que no nos quieren, pero para mí es de nuestras mayores riquezas. Usted cumple esas funciones parlamentarias a la par de su labor y sin cobrar otro salario, salvo el que le corresponde como trabajador.
“Eso le da riqueza a la asamblea, porque, aunque no estemos allí en representación de un sector en particular, porque representamos a todo el pueblo, nuestras diversas funciones, visiones y experiencias nutren a la Asamblea”.
Para Daicar este reto implica más que solo volver al Parlamento, conlleva la responsabilidad de estar más pendiente de la vida del país. Y es que, como considera, solo así puede entender y hacer comprender muchos elementos que necesitan de la comunión del pueblo.
“La población, afirma, tiene muchas demandas, hay muchos problemas materiales acumulados, pero también los hay funcionales y de organización en casi todas las estructuras.
“Es por ello que considero que la expectativa no debiera ser qué harán los diputados, la nueva Asamblea o la dirección del país; la expectativa debiera ser cómo nosotros, la ciudadanía, nos implicamos más en esas transformaciones y en esos cambios que necesitamos.
“Hay cambios que dependerán de recursos materiales que todavía estamos lejos de tener porque el bloqueo no va cambiar como política de agresión. Por tanto, el llamado es hacer, desde cada lugar, todo lo que se pueda con los recursos endógenos. Es difícil, pero está en nosotros cambiar esas conductas y, entre todos, trabajar por una sociedad mejor”.