“Una de las cosas que más me satisface es que ahora, a diferencia de todo lo que he hecho en mi vida desde el punto de vista profesional o laboral, mi trabajo es un divertimento, disfruto todo lo que hago en el rango del humor, aunque uno viva de eso”, confiesa Enrique Lacoste Prince, Premio Periódistico Juan Gualberto Gómez 2022 por la obra del año y asiduo colaborador de Trabajadores.
Es tan diverso su campo de acción que resulta difícil encasillarlo en una sola definición, porque es caricaturista, historietista, ilustrador y “repentista” de la caricatura, como se me antoja llamar a la capacidad de captar en papel la esencia de las personas al momento, de forma jocosa, como lo ha hecho en la Feria del Libro y otros lugares públicos.
¿Cuándo sentiste que dibujar era tu vocación y cuáles fueron tus primeros pasos en este campo?
De niño pasaba tiempo dibujando y me estimulaban bastante mi madre y mis tías, sin embargo los maestros me regañaban porque tenía mis libretas llenas de muñequitos a partir de las últimas páginas. Un día le pedí a mi papá que me matriculara en una escuela de dibujo. Eran los primeros años de la Revolución y él tenía todavía muy cerca lo que ocurría con los pintores en el capitalismo y sabía que Lam había tenido muchas veces que vender sus cuadros por una miseria. Papá me dijo que no era una profesión con la que uno podía sustentar a una familia, que yo debía ser abogado o ingeniero o médico, era la tradición.
Entonces en la secundaria vino el servicio militar y en mi unidad hicieron una captación para el Instituto Técnico Militar (ITM) allí junto con otros cadetes estuve participando en un grupo de agitación y propaganda y hacíamos carteles, muñequitos y diversos materiales relacionados con el proceso docente, disfruté esa etapa. Después cuando terminé mis estudios, el dibujo pasó de nuevo al olvido. Salí del ITM como oficial y técnico en transporte y en la Academia Militar Interarmas General Antonio Maceo me gradué como ingeniero mecánico con diploma de oro y poco después fui a cumplir misión internacionalista en Angola, donde dibujé un poco para pasar el gorrión y entretenerme.
Por enfermedad me licenciaron de las Fuerzas Armadas y pasé a la vida civil a laborar en una empresa de transporte, pero estábamos en lo más duro del período especial, cerraron el centro y me quedé sin trabajo, fueron momentos muy difíciles pero paradójicamente sirvieron para retomar mi vocación. Hice una caricatura de Serrano, el locutor, que gustó mucho a mi familia y a mis amistades, me exhortaron a presentarla en Palante, allí me encontré con Ñico que era entonces subdirector y en la siguiente edición ¡me la publicaron!
Empecé entonces a prepararme en cursos, a participar en concursos, gané premios, trabajaba intensamente. Una anécdota: los primeros pinceles para hacer mis trabajos y enviarlos al Museo del Humor me los hizo mi papá con una maderita que sacó de un palo de escoba y los pelos eran de un cepillo de ropa.
Estuve un tiempo en Bohemia como emplanador e ilustrador de prensa y finalmente pude incorporarme a Palante.
¿De lo que has hecho qué es lo que más te gusta?
Soy muy amante de la historia, comencé a hacer historietas con la editorial Pablo, con un personaje de aventuras para niños llamado Wankarani que primero fue una tira en Palante y después se convirtió en libros de 30 páginas de los que se han hecho ya como una docena.
También he cultivado la historieta seria, sobre Máximo Gómez, Armando Hart, el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957; en la República Dominicana he presentado la del Generalísimo y otra sobre el General Gregorio Luperón. Hace más de un año colaboro con el programa semanal de televisión Marcas que tiene Ernesto Limia en el Canal Caribe.
La sátira política me gusta mucho y el humor erótico. En Trabajadores he incursionado en el humor laboral con una tira mensual en la separata EconoMía. Si tuviera que mencionar una preferencia me inclino por la caricatura personal porque es un reto.
Hay otro Enrique Lacoste que dibuja…
Sí, es mi hijo. Siguió mis pasos después de varios tumbos, dibujaba por afición, lo estimulé a dedicarse a eso, ha hecho exposiciones y pinta unos retratos maravillosos.