Parecería que el 24 de febrero es una de esas fechas ungidas por la casualidad, o la suerte, o mejor aún, por la voluntad de hombres y mujeres, para convertirse en día de comienzos y acontecimientos trascendentes.
Son decenas de efemérides relevantes para nuestra historia las que coinciden en su conmemoración cada 24 de febrero, las cuales incluye acontecimientos patrióticos, culturales y deportivos, en no pocos casos hechos fundacionales.
Entre esas celebraciones está la creación, hace 65 años, de la emisora Radio Rebelde, en plena lucha insurreccional en la Sierra Maestra.
La selección por tal motivo del 24 de febrero también como el Día del Trabajador de las Comunicaciones, la Informática y la Electrónica, implica un compromiso importante, en este mundo de hoy donde comunicación es casi todo lo que hacemos.
En particular es la radio una variante mágica de la comunicación. Tras ella hay múltiples procesos, tecnologías y personas que hacen posible su existencia.
Por eso es muy sintomático que sea el nacimiento de una emisora la que compulse a homenajear a tantas personas que trabajan en un sector que va mucho más allá de las transmisiones radiales y televisivas.
Incluso si lo viéramos en el sentido más amplio del término, prácticamente la mayoría de la sociedad tendría que sentirse incluida en este festejo de comunicadoras y comunicadores, pues cada individuo, institución, grupo humano, decide en la emisión y apropiación de los infinitos y complejos mensajes que acompañan a la modernidad. No por gusto ahora mismo la sociedad cubana se prepara para tener su primera Ley de Comunicación en la historia nacional.
Para el colectivo de Radio Rebelde es sin dudas una responsabilidad y un compromiso la recordación de esta efeméride que mucho le honra.
Tanto para sus trabajadores como para sus colaboradores, celebrar el 24 de febrero es más que todo la obligación de revisarnos, para identificar lo que hacemos mal, o lo que podríamos hacer mucho mejor.
Una programación de 24 horas, todos los días, para todo el país, no es, definitivamente, algo sencillo de mantener.
Detrás de cada segundo, de cada minuto al aire, está el trabajo de muchas personas, una parte importante de ellas gente anónima, humilde, persistente, que decide en la calidad de la señal y el sonido que reciben nuestros oyentes.
El 24 de febrero, a 65 años de su salida al éter, valdría la pena que supiéramos no solo lo bueno que quiera nuestro público reconocerle a la emisora, sino también sus insatisfacciones y descontentos.
Porque partimos de que no hay obra humana perfecta, y que la mejor radio es la que está por hacer, más todavía en estos tiempos de transformaciones que requieren de ciudadanas y ciudadanos bien informados, y de un periodismo diferente, resuelto, acucioso, responsable y justiciero.
Felicidades entonces en este 24 de febrero, a quienes hacen posible que exista Radio Rebelde, y a toda persona que labore o sienta la comunicación como su vocación o destino.
Hagamos más por conseguir, con nuestro trabajo constante y creador, que mejore y triunfe todo aquello que creemos y necesitamos como sociedad, para así continuar sumando efemérides a esta fecha de múltiples alumbramientos.