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RETRATOS: En Radio Rebelde: “Siento siempre la emoción del primer día”

Cuando Margarita Torres Sánchez llega a cualquier sitio, trae consigo buena energía. Simpática, jaranera, hace reír a todo el que la rodea, y esa es una virtud que mucho se agradece. Ella lo achaca a sus genes. “Viene de mis padres. Mi mamá, Lilia, en las circunstancias más difíciles, cantaba tonadas que a mi papá le causaban mucha gracia.  Crecí en La Habana, en un hogar muy humilde, pero donde siempre se reía”, afirma la experimentada periodista, quien durante más de tres décadas ha ejercido la profesión en la emisora Radio Rebelde.

 

 

La periodista Margarita Torres recibió la Réplica del Machete de Máximo Gómez y el Micrófono de la Radio Cubana. Foto: Tomada de Internet

 

Cuando busca en sus recuerdos la inclinación por el oficio que forma parte de su existencia, expresa que siempre fue una niña muy curiosa, que deseaba saberlo todo.

Para la familia era un reto. “Mi padre, Víctor, era analfabeto y mamá alcanzó segundo grado gracias al desaparecido periodista Evelio Tellería Toca, quien fue su maestro. Ella vivía en una finca en Cayajabos, entonces Pinar del Río, y él andaba por los campos alfabetizando a los campesinos”.

La inteligencia de la pequeña se puso en evidencia muy pronto: “Aprendí a leer a los cinco años a través de la revista Bohemia. Yo empezaba a hojear la publicación, me gustaban las ilustraciones. Mamá me mostraba las vocales y así empecé a deletrear los titulares. Cuando comencé la escuela, a los siete años, ya sabía leer”, acota.

Un nombre llega a su vida

A los ocho años, un nombre despertaría su curiosidad. “Iba a la bodega a hacer algunos mandados y, mientras esperaba, me ponía a escuchar conversaciones de personas mayores. Ahí fue que oí a alguien decir que un hombre llamado Fidel Castro había asaltado un cuartel en Oriente y estaban matando a todos los que habían participado en la acción. No dieron más detalles”.

Muy ansiosa, llegó a la casa. “Mi mamá escogía el arroz sentada en una silla. Yo me arrodillé frente a ella y le pregunté quién era Fidel Castro. En casa eran seguidores del Partido Ortodoxo y en la pared había una foto de Eduardo Chibás. Ella miró la imagen, y me respondió que debía ser uno de los amigos de Chibás y que no sabía por qué mataban a tanta gente inocente.

“Ahí empezó a decirme que, por eso en las noches, no permitía que ni mi hermana ni yo estuviéramos en la acera, hablando con las amiguitas, pues eso era peligroso”, añade.

Margarita no olvidó el nombre de Fidel. “Un tío mío, quien era cajero en el hotel Deauville, me traía periódicos editados en español Estados Unidos. Yo los leía y por esa vía me enteré que Fidel había desembarcado con los expedicionarios y estaba en la Sierra Maestra.

“Después encontré la entrevista que le había hecho el periodista norteamericano Herbert L. Mathews. Se la leí a mis padres. Más adelante, supimos de la emisora Radio Rebelde y en las noches cogía el radio viejo que teníamos y me metía debajo de la cama para escuchar los partes que se daban desde Oriente”, manifiesta.

Eran tiempos complejos, donde los jóvenes se exponían. “Tengo un primo, era mayor que yo y estaba vinculado con la lucha clandestina: lo buscaban y vino a esconderse en nuestra casa: Se pasó casi todo el tiempo metido en un tanque vacío que estaba en la azotea”, relata.

Magui, como le decimos, alega que en el pequeño apartamento también residían sus abuelos.  “A la vez un tío, hermano de mi papá, que era mecanógrafo en una Estación de Policía, venía las noches y se quedaba con nosotros, dormía en un catre en la sala. Por supuesto, él desconocía que, en la azotea, había un revolucionario perseguido por el asesino Esteban Ventura.

“Un día, en la madrugada, la policía de Batista se apareció en mi casa. Tocaban y mi mamá no quería abrir, pensábamos que venían a buscar a mi primo. En realidad, indagaban por mi tío, pues iban a una operación y necesitaban refuerzo”, rememora.

 

La alborada

El primero de enero de 1959, Lilia la despertó. “Me dijo que había triunfado la Revolución. Mis padres no querían que yo saliera, pero me fui para 19 y 42, donde estaba concentrado todo el barrio, gritando vivas a la Revolución y a Fidel.

“Después, el día 8, cuando llegó la caravana, mi madre y yo nos fuimos para Ciudad Libertad a escuchar a Fidel. Me acuerdo la imagen de las palomas posándose en el hombro del Comandante. Y se me quedaron grabadas las cosas que decía, imaginaba que todo que se transformaba y aparecía la luz. Ahora sabía que cambiar la vida, dependía de mí”, subraya.

Un momento trascendental en la vida de Magui fue la campaña de Alfabetización. “Fui a la finca La Escondida, que pertenecía al pueblo de Calicito, en Manzanillo. Alfabeticé a seis personas, entre éstas, a una de 68 años. Hubo un hombre que se encaprichó en que lo tenía que enseñar una habanera. Y hasta allí iba yo subida en un caballo”, añade.

Al concluir el preuniversitario, en 1968, contrae matrimonio y tiene a sus dos hijos, Ernesto y Leonardo. “Después, en 1972, empecé a trabajar como correctora de estilo en el Centro de Información Científico Técnica de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Luego, matriculé Licenciatura en Periodismo por el curso para trabajadores y me gradué en 1980.

“En el Centro teníamos dos publicaciones: El Oficial, órgano teórico de las FAR y la Revista Científico Técnica de las FAR (RTM). Ahí estuvimos hasta que comenzó el llamado Período Especial. Esas revistas desaparecieron y fuimos reubicados en otros centros.

 

Durante el ejercicio de la profesión en Radio Rebelde. Foto: Tomada de Internet

 

“Fui asignada a Radio Rebelde. Las FAR creó el programa Alza-3, el cual salía de lunes a viernes, a las tres y 45 de la tarde. Hubo que adaptarse a nuevas rutinas, otras maneras de hacer. En realidad, lo primero fue perderle el miedo al micrófono.

“El desparecido locutor Franco Carbón, hombre excepcional, y el querido César Arredondo, nos impartieron clases de locución; a través de Ramón Espigul (Premio Nacional de la Radio 2022) asimilamos la técnica periodística en una emisora con un ritmo muy particular. También resultaron fundamentales María Hernández y Enrique Hernández, ambos editores, entre otros profesionales. Todos fueron maestros para el pequeño colectivo de Alza-3.

“Otro gran profesor fue Jorge Ibarra, director y conductor de Haciendo Radio. Me enseñó a trabajar en vivo y me exhortaba a que hiciera las informaciones desde la cabina. Él se ponía a mi lado y me sacaba conversación, así perdía el temor. Al desaparecer el programa de las FAR, en 1995, me quedé tributando a toda la programación de Radio Rebelde, centro que ha sido como mi otra casa”.

 

Momentos que no se olvidan

En la emblemática emisora, que este 24 de febrero celebra el aniversario 65 de su creación, Margarita Torres ha tenido la posibilidad de dar cobertura a importantes acontecimientos ocurridos en Cuba. “Para mí uno de los momentos más emocionantes fue cuando visité por primera vez el sitio donde se fundó Radio Rebelde en los Altos de Conrado: allí estaban los equipos empleados, los audífonos que utilizó el Che…, fue muy lindo tocar la historia de cerca.

“Estuve cuando la celebración del aniversario 40 del encuentro de Fidel y Raúl en Cinco Palmas. Tuve oportunidad de entrevistar a Raúl. Le pregunté qué sentimientos lo embargaba en esos instantes. El General de Ejército recordó aquel momento, cuándo se reencontró con Fidel y este le preguntó que cuántos fusiles traía. Él le respondió que cinco, y Fidel añadió: ‘Y dos que tengo yo, ¡siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!’”

Con varios reconocimientos, entre los que se encuentra la Réplica del Machete de Máximo Gómez y el Micrófono de la Radio Cubana, Magui está convencida de que el periodista de su emisora tiene que ser una “persona comprometida totalmente con su país, sacrificada, porque en Rebelde no hay días feriados; se trabaja con rigor y mucho. Hay que ser leal y ver a Rebelde como una trinchera de combate”.

Optimista, sonriente, asegura que el trabajo es como una adicción. Nada la ha vencido. Aún madruga para hacer las coberturas periodísticas y confiesa que ahora más que nunca disfruta hacer programas en vivo. “Siempre siento la emoción del primer día”.

 

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