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A la mano, cuatro esquinas

Tuve la corazonada de que en el Campeonato Mun­dial de Béisbol 5, organizado en el Zócalo mexica­no, a finales del año 2022, Cuba ganaba la medalla de oro, pero preferí la cautela, la discreción y no emi­tir pronósticos con sabor a triunfalismo.

La razón para tanto optimismo radicaba en lo vi­vido decenios atrás cuando ese juego, bautizado con el nombre de “a la mano o cuatro esquinas”, llegó a convertirse en el preferido de mi generación.

En tiempos de enseñanza primaria —los años setenta—, el Prado capitalino devenía inmenso esta­dio donde en no pocas ocasiones una pelota al sobre­pasar a los jugadores a la defensa se confundía con otra de una competencia aledaña. Entonces esperá­bamos con ansias los turnos de clases de educación física que más allá de los ejercicios de estiramiento reservaban unos minutos para formar los nombrados pitenes.

Como buen cubano este redactor debutó a los 9 años en estas lides callejeras, y así continuó hasta los estudios universitarios.

¡Qué tiempos aquellos! Las pelotas de goma so­braban. Cada muchacho quería tener la suya, y a la hora de jugar se escogía la bola más viva para que vivo fuera el desafío. Barrios animados; a falta de áreas deportivas juntábamos cuatro esquinas en calles de poco tráfico vehicular, y a desbordar la recreación.

Habría que estudiar por qué en los años noventa, y sobre todo en el nuevo siglo, fueron desapareciendo los juegos relacionados con nuestro deporte nacional (el taco, tres rolling y un fly…), mientras ganaba terreno el balón de fútbol entre los bisoños.

Bienvenido el impulso a esa disciplina universal con su variante de lid en sala. Pero ello no debe ir en detrimento de lo que para los cubanos significa pa­sión, tradición, patrimonio de la nación.

Un presunto rescate lleva acciones múltiples como que reaparezca la venta de pelotas de goma o tenis a precios razonables, el acondicionamiento de espacios públicos en solares yermos…

Quizás lo más apremiante sea tocar resortes para motivar en nuestros niños, adolescentes y jóvenes la práctica de modalidades que se entroncan con el de­porte que llevamos en el ADN.

Aprovechemos esa predisposición genética que te­nemos los nacidos en esta tierra. ¡Qué vuelva el juego A la mano!, ahora mejor con presencia de muchachas.

El excelente resultado alcanzado por el equi­po nacional de béisbol 5 puede ser un primer paso. ¡Ojalá!

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