Hoy cuando Cuba celebra el Día del Trabajador de Servicios Comunales bien vale la pena un acercamiento a esa gente humilde que protagoniza desde mucho antes del amanecer y durante el día una batalla cotidiana por la salud colectiva y con admirable sencillez restaura daños y hace posible un ambiente más agradable.
Porque en el entorno citadino cohabitan buenas personas respetuosas con verdaderos depredadores, descuidados, indisciplinados…, que infelizmente visitan y recorren el centro histórico de la ciudad de Las Tunas, y a pesar de esa realidad sus áreas mantienen una higiene digna de elogios.
“Es una zona amplia”, afirma Osian Rodríguez González, jefe de la zona 12 de Servicios Comunales, también denominada zona especial, “porque, recuerda, acoge hoteles, bulevares, parque central, tiendas recaudadoras de divisas, restaurantes estatales y privados, escuelas, mercados industriales y agropecuarios, centros de interés económico, histórico y cultural…, con un ajetreo tremendo durante todo el día.”
Rodríguez González explica que “el zona dispone de dos brigadas, cada una integrada por 14 trabajadores, encargados de atender el orden y la limpieza en jornadas matutina y vespertina. La primera la inician en la madrugada para que todo brille a la salida del Sol”, enfatiza.
Del esfuerzo colectivo y otros demonios
Y Osian está muy contento con su tropa, pues “alrededor de las 6: 00 AM, ya todo está limpio y ordenado y en la tarde se mantiene con la entrada de la otra brigada. Eso es resultado de un esfuerzo grande del colectivo que busca la mayoría de sus medios de trabajo, guantes, y hasta las colchas para baldear los bulevares, porque se les asignan, pero tienen mala calidad y duran muy poco”, enfatiza.
Pero “muchos no respetan esos esfuerzos y en ocasiones las muchachitas están baldeando y pasan personas caminando o en motorinas, bicicletas y cuando les llamamos la atención nos dicen ´para eso el Estado les paga´. Tenemos cestos en la calle Vicente García y en el parque central, pero los desechos los votan en cualquier lugar”, denuncia González Rodríguez esos desatinos populares.
Comenta que hay quienes no respetan las normas que prohíben la circulación de esos medios por el bulevar y a veces suben hasta camiones, pipas de agua y “ya se advierten los daños sobre las losas de granito que tanto costaron y tanta belleza le proporciona al bulevar”, lamenta Arisley Blanco Cutiño, activista sindical de la brigada uno.
El barrendero Ernesto Labrada Roque reafirma esas opiniones y agrega, “siempre llego antes de las 5:00 A.M, y uno se encuentra desperdicios regados por todas partes. Hay algunos que valoran el trabajo que hacemos, pero hay otros, la mayoría, que no cuidan lo que hacemos para que la ciudad se vea más bonita, tenga mejor presencia”.
Miguel Ángel Morgado Osorio, jefe de esa brigada, cuenta que cuando los trabajadores llegan las áreas están en muy malas condiciones. Hay latas de bebidas, botellas rotas, cajas… en la madrugada hasta viran los cestos de basura…
David Hernández Hernández siente placer con lo que hace a favor de las áreas verdes, “esas matas que usted ve redonditas, bonitas. Eso lo hacemos nosotros, aunque nos falta las tijeras apropiadas para esas labores, lo logramos a puro machete”, exclama.
Y Hernández Hernández cuenta de insatisfacciones propias y de sus compañeros con el cuidado que algunos transeúntes les dan a las plantas ornamentales y al entorno en general; y, con el bajo salario, que no alcanza, y la falta de azadones, machetes, guantes, ropa, zapato, “porque pasa tiempo y no los recibimos, pero seguimos aportando nuestros esfuerzos para que esta parte de la ciudad muestre una buena imagen”.
Valores compartidos
Sencillez, humildad, responsabilidad, entrega y sacrificio son valores compartidos por los dos grupos de trabajo que, contra viento y marea, se mantienen firmes en sus puestos procurando que al amanecer el centro histórico vista sus mejores atuendos y se muestre acogedor a todos los que lo usen por cualquier motivo.
“Son en mayoría jóvenes. La edad anda entre los 28 y los 40 años”, ratifica Osian y Yanara Concepción Rosabal, por ejemplo, tiene 28 años y siente y disfruta cuando baldea una parte del bulevar porque sabe que de su labor dependen la belleza de la ciudad y la salud de las personas que la habitan y la visitan.
La mayoría vive lejos del centro histórico y recorren todas las madrugadas, a pie o en bicicletas, largas distancias que los separan de sus trincheras laborales y conscientes de la importancia de su rol llegan puntuales y lo asumen con seriedad y compromiso.
Sugerencias…
Hay que procurar con sistematicidad los medios que garantizan y facilitan estas imprescindibles labores. Hay que dotar a esas mujeres y hombres, además, de overoles o uniforme que los identifique. Hay que cambiar los carritos para la recogida de los desechos. Hay que respetar más esos esfuerzos cotidianos por la higiene, la salud, la belleza y el bienestar colectivo como verdaderos estilistas del centro histórico de la ciudad.