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Los jóvenes al teatro

Con varias presentaciones concluyó la Jornada Ciudad Teatral en Cama­güey. Fue la alternativa del Festival Nacional de Teatro que debió cele­brarse el pasado año. Esta primera etapa ha demostrado que esa ciudad merece mantener su festival, pese a todos los obstáculos que el panorama económico del país pueda plantear.

 

La primera actriz Verónica Lynn recibió varios homenajes durante la Jornada. Foto: Cortesía de los organizadores de la Jornada Ciudad Teatral en Camagüey

Hay un público para el teatro en Camagüey. Conocedor, entusiasta, crítico. Y la plaza deviene también lu­gar para el encuentro y el diálogo de disímiles estéticas y concepciones del arte teatral.

El interés de muchos de los es­pectadores por compartir en espacios teóricos con los creadores y críticos habla de una visión integradora, que no se conforma con el mero goce de la representación, sino que se interesa además por las interioridades del he­cho artístico, las lógicas que no siem­pre son evidentes.

Esa ha sido la apuesta del Festival Nacional de Teatro, y los organizado­res de esa fiesta no quieren renunciar a una cita que convierte a Camagüey en escenario privilegiado de toda la nación: allí debe presentarse cada dos años lo mejor que se ha hecho en Cuba durante la etapa.

Y este año se ha hecho énfasis en uno de los grupos más beneficiados con esta significativa temporada es­cénica: los estudiantes de la Escuela de Arte Vicentina de la Torre, que cuenta con una academia para acto­res.

El encuentro de esos alumnos y sus profesores con algunos de los principales referentes del teatro cu­bano contemporáneo es un aporte ex­traordinario a su proceso formativo.

En esta oportunidad estuvieron allí los Premios Nacionales de Tea­tro Verónica Lynn, Gerardo Fulleda León y Corina Mestre, quienes com­partieron en el propio plantel valio­sos testimonios sobre sus itinerarios creativos y el panorama histórico y contemporáneo de la escena cubana.

Y luego está la oportunidad de apreciar laureados montajes escéni­cos, como los dos espectáculos que presentó la Comunidad Creativa Oficio de Isla, dirigidos por Osval­do Doimeadiós, y que fueron debati­dos después con la presencia de los creadores.

En Camagüey ha sido dable un anhelo permanente de los teatristas cubanos: que los jóvenes asistan a las salas. Si alguien tuviera dudas sobre el interés de un público nuevo por las propuestas escénicas, las hubiera re­suelto en cualquiera de las represen­taciones.

Ya solo por eso valdría defender el Festival. En tiempos de abrumador impacto de las nuevas —y las no tan nuevas— tecnologías, a mucha gente le sigue seduciendo el teatro, el buen teatro, acto marcadamente artesa­nal. Y esa es también una esperanza.

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