El compromiso de la juventud cubana con las ideas del Apóstol José Martí, su fidelidad a la Revolución, y el recuerdo imperecedero de la figura de Fidel, se pusieron de manifiesto este 27 de enero con la tradicional Marcha de las Antorchas en La Habana, caminata encabezada por el Líder de la Revolución General de Ejército Raúl Castro y el Primer Secretario del Comité Central Partido y Presidente de Cuba, Miguel Díaz Canel Bermúdez.
Con el lema Su antorcha, mi fuerza, una ofrenda floral ante el busto de Julio Antonio Mella, y tras el pase de lista de los nombres de jóvenes universitarios caídos en lucha frontal contra regímenes despóticos antes del triunfo revolucionario, la compacta masa juvenil marchó hasta la Fragua Martiana, el mismo lugar donde con apenas 17 años el Héroe Nacional sufrió oprobiosa prisión.
El presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), Julio Emilio Morejón, al usar de la palabra segundos antes de iniciarse la marcha, destacó que cuando parecía que la memoria del Maestro se extinguiría para siempre ―hace 70 años― se prendieron las antorchas y pudo más la luz del decoro y la dignidad que el oprobio de quienes mancillaron su nombre y sus ideas.
“De allí venimos, de aquel destello inicial que bajó por estas mismas calles, para convertirse en luz, en guía y en permanente alerta contra los que pretendan olvidar la historia”, subrayó.
Hace 70 años, en la primera edición de la marcha, participaron junto a los estudiantes, con gallarda disciplina alrededor de 300 jóvenes liderados por Fidel, quien meses después también los guiaría en magnifico desagravio a Martí, en el viril asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente. Meses más tarde, en la penúltima vista del juicio que se le siguiera por el asalto, Fidel se preguntó qué sería de Cuba si hubiéramos dejado morir al Apóstol.
Con la savia de Martí, con la impronta de Fidel, con la energía que brindan tantos años de frontal lucha por el bienestar de la Patria, las antorchas llegaron a la Fragua, donde el homenaje se hizo más íntimo para tributar flores a la imagen del Maestro.
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