Justamente tres meses tomó a Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce, atravesar la isla para trasladar la gesta independentista desde el oriente hasta el extremo occidental de Cuba; partió el 22 de octubre de 1895 de Baraguá, hoy Santiago de Cuba, y el 22 de enero de 1896 entraba a Mantua, en Pinar del Río; ya llevaba dos semanas dentro de la provincia.
A 127 años de ese suceso, al poblado arriba nuevamente una tropa de caballería, esta vez los jinetes son jóvenes que portan banderas cubanas, herederos de la tradición local de rememorar la cabalgata como hecho trascendental dentro de la historia de su terruño.
En Mangos de Roque, a las afueras del caserío, sitio en que acamparon las huestes mambisas que comandara el mulato, de bravura e inteligencia legendaria, está el monumento como homenaje perpetuo a la hazaña; ante él, los mantuanos conmemoraron el aniversario 127 del fin de la Invasión.
Presidido por Yamilé Ramos Cordero, integrante del Comité Central y primera secretaria del Partido en la provincia y Rubén Ramos Moreno, gobernador; el acto no fue sólo la baladí evocación, sino la ratificación de que los combates de hoy también se desarrollan en toda la isla, para preservar esta Cuba irredenta, con luces y sombras, pero independiente.
Juan Carlos Rodríguez Díaz, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba en Pinar del Río resaltó que desde allí se preserva la memoria de una nación que se empeña en honrar las palabras de Maceo, quien vislumbrara el peligro que representaba Estados Unidos y dejó en claro con sus palabras, que el camino era la autonomía: “Todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos, mejor es subir y caer sin ayuda, que contraer deudas de gratitud con un enemigo tan poderoso».
