Por ese motivo, por lo difícil de asunto tan escabroso el tema ocupó espacio prioritario en el más reciente pleno del sindicato nacional respectivo, donde se analizó, sin medias tintas, más que el por qué, el cómo desterrar una negativa situación con implicaciones muy serias en algo tan sagrado como es el salario de los trabajadores.
Las muy incómodas peculiaridades de la economía cubana hoy complejizan la disminución de las mencionadas cifras, sin dudas un contexto muy complicado donde el quedar sin trabajo puede conllevar ribetes de tragedia, tanto para el propio disponible o interrupto como para la misma economía nacional.
José Antonio Pérez Pérez, del Secretariado Nacional de la Central de Trabajadores de Cuba, no se anduvo por las ramas: “Podríamos no aceptar más procesos de disponibilidad, pero entonces tendríamos una fuerza de trabajo llena de incertidumbres, con baja productividad, con falso respaldo productivo”. Y eso es muy nocivo, asegura este reportero.
“Ciertamente lo más importante ―enfatizó― es tener al hombre, pero un hombre que trabaje, que produzca, que genere riquezas”. El panorama es de gran inestabilidad con el empleo, por no aplicar consecuentemente las facultades que tienen las entidades. Lo más perentorio es ampliar niveles de actividad productiva, buscar tierras y otros centros para reubicar la fuerza, sin olvidar encadenamientos al sector no estatal.
Pérez Pérez valoró otro aspecto: la distribución de la riqueza creada. “Que la repartición de utilidades sea por índice salarial; hay Osdes y empresas ―no de este sector― que han repartido con exageración, concentrando mayores montos en los de mayor salario y no en quienes más aportan”, dijo.
Al respecto se conoció que en cualquier entidad, el salario medio de los empresarios es dos veces superior al de otros trabajadores.
Fortalecer la economía pasa ―necesariamente― por aumentar ingresos, pero por las mejores vías, de ahí que el titular del Osde Agroalimentario, Juan Carlos Domínguez, se decantara por la elevación de la eficiencia, por mejores sistemas de pago que estimulen la producción y no por reducir plantillas.
Parecería verdad de Perogrullo, pero ello es piedra angular en la solución del entuerto, pues los interruptos y disponibles tributan al número de personas sin laborar, mientras que la eficiencia se dirige a más economía y al grosor de los bolsillos obreros.
En tal punto, Jorge Luis Fajardo, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca, preguntó cuándo se podrían transformar los malos reglamentos que aún tiene la distribución de utilidades. “Sin antagonismo, pero tenemos que ser contraparte en esto de los sistemas de pago, pues hay inercia en ese tema”, precisó.
“A partir de ahora, cuando no haya sistemas de pago será responsabilidad sindical, no de los empresarios. El problema se puede resolver, incluso, en una asamblea de afiliado”, urgió.
Por su parte Manuel Santiago Sobrino Martínez, titular del Minal, actualizó a los sindicalistas del país sobre líneas principales de trabajo de ese importante ministerio.