Polonia abrió el partido con una pared en su arco: Wojciech Szczęsny. Una a una, el portero desbarató todas las escaramuzas argentinas, y sostuvo a un equipo que no quería jugar a nada.
Messi, Di María, Julián Álvarez… todos se toparon con las manoplas del meta polaco. De nuevo Messi desde el punto de penalti. Duro, pero otra vez Szczęsny, con una mano, tras la dudosa decisión del Var.
Lo mismo de siempre: las críticas al 10. Algunos sencillamente se limitaron a afirmar que fue justicia. Pero en el fútbol eso no existe. Si no, que le pregunten a México.
Mientras el muro polaco se iba a los vestuarios con una sonrisa que no podía aguantar, los del tri se marchaban con caras de preocupación, sabiendo que el empate ante Arabia Saudita, y el 0-0 del Polonia-Argentina, los dejaba fuera de los octavos.
A la par, arrancaron las segundas partes y casi al mismo tiempo, se cantaron goles de vestuario en cada uno. Ironías: Szczęsny, que había parado de todo, fue vencido por un disparo mordido de Mac Allister, que se le hizo inalcanzable. Un efecto endiablado que se le alejaba por mucho que se estirara. Mientras, Henry Martin anotaba para México tras un córner y cambiaba la decoración del grupo.
Presión para Polonia, que cinco minutos más tarde se enteró del segundo de los aztecas. Luis Chávez metió uno de los goles del Mundial con un libre directo de escándalo.
Todavía Polonia respiraba por sí misma. Hasta que Enzo se combinó con Julián Álvarez, que definió al segundo palo del guardameta polaco. Tocó balón, pero no pudo impedir que se colara en sus redes.
Un gol lo definiría todo. Si Argentina o México anotaban uno más, se quedaba Polonia. Y ambos apretaban. Szczęsny se acordó que era una muro y le detuvo a Tagliafico un mano a mano que terminó de sacar la defensa. Alowais hacía lo mismo y soportaba las embestidas mexicanas, que iban con toda la artillería para buscar la clasificación.
Por poco Messi se las da. Qué hubiera pensado el Canelo… Pero para el 10 la pared era insuperable. Igual para los del Tata Martinto. Al 86 marcaron en fuera de juego y más tarde Alowais impedía el gol de Lozano.
Ya dependía de ellos. De Argentina no podían esperar nada. El partido en el estadio 974 había acabado. La albiceleste festejaba y los polacos estaban a la espera del resultado de México.
Y llegó la noticia: ¡Una pared y no precisamente Szczęsny! Esta la fabricaron Al Dawsari y Bahebri, cual albañiles, al minuto 95 en el área de Ochoa, quien no pudo hacer nada ante la definición de Al Dawsari.
Ironías una vez más. Los polacos, perdedores, celebraban como si hubieran ganado su juego, mientras los mexicanos, triunfadores, lloraban ante la pared que le tiraron los sauditas.