Las habilidades técnicas, la expresividad y el pleno dominio del estilo de los que hace gala el tenor mexicano Rolando Villazón han sido reconocidos por la crítica y los públicos de los más encumbrados teatros y salas de concierto del mundo. No estamos hablando de un tenor cualquiera, Villazón es uno de los grandes de la ópera actual.
Y este martes, en el Oratorio San Felipe Neri del centro histórico de la capital cubana, el cantante se presentó por vez primera en Cuba, como parte del programa del Festival Mozart Habana. Y por supuesto, cantó a Mozart. Esta vez una de las arias de la ópera El rey pastor, estrenada en 1775.
El encuentro fue concebido como un conversatorio con música. El tenor intercambió con la musicóloga Miriam Escudero y fue acompañado por la Orquesta del Lyceum Mozartiano de La Habana, dirigida por el maestro José Antonio Méndez. En la tertulia Villazón compartió reflexiones y anécdotas sobre varios compositores, los vínculos de la música y la literatura, la cultura común de los pueblos de América, y los ámbitos que él mismo declara que son pilares de su itinerario vital: el humor, el amor y el arte.
Además de Mozart, que es presencia recurrente en un festival que se le consagra, el tenor interpretó una versión para voz y orquesta de La comparsa, de Ernesto Lecuona, y En estos días, uno de los temas del contemporáneo Silvio Rodríguez, quien acudió al concierto.
Lecuona y Silvio han sido referentes de juventud de Villazón; son de hecho, dos de sus más sólidos vínculos con la cultura cubana, un patrimonio que él considera también propio, pues parte del convencimiento de que todos los pueblos de América Latina cuentan con un acervo común.
Con rotundas ovaciones tras cada ejecución premió el público a Rolando Villazón. Y él mismo aplaudió a la orquesta que lo acompañó, que en su opinión, es excelente. El Festival Mozart Habana ofrecerá hasta el domingo conciertos en los que participarán reconocidos intérpretes del panorama internacional. La capital cubana se reafirma como una de las principales plazas latinoamericanas para la música de concierto, algo que, según Villazón, le hubiera encantado al mismísimo Mozart.