Voluminoso y colorido, un retablo peruano atrae la atención a la entrada del pabellón de Expo-Holguín donde acontece, a gran escala, la XX Feria Internacional de Artesanía Iberoarte, extensión de la tradicional Fiesta de la Cultura Iberoamericana.
La pieza artesanal, que otorga una distinguida belleza al recinto ferial, confirma el valor del evento holguinero para afianzar el intercambio cultural entre Cuba y pueblos latinoamericanos, con una basta tradición artesanal, como es el caso de Perú, a cuya artesanía se dedica la Feria.
Traído desde Ayacucho por el destacado artesano Virgilio Oré y su familia, el retablo es de las piezas artísticas más significativas de Iberoarte 2022, que fue además donada a la filial holguinera del Fondo Cubano de Bienes Culturales y con la cual el evento ferial reafirma con creces su valía para visibilizar parte del arsenal artístico de los pueblos iberoamericanos.
Sobre su obra, el maestro Virgilio Oré, que llegó a Holguín acompañado por ocho miembros de su familia, afirmó a Trabajadores que cada uno de los niveles del retablo representa arraigadas tradiciones de su pueblo natal y están conformados por piezas que fueron realizadas individualmente con esmero en un período de cuatro meses.
«El retablo ayacuchano representa las fiestas y tradiciones ancestrales de mi región. El primer piso representa el Nacimiento andino; el segundo la Danza de las Tijeras, ritual de los campesinos andinos para divertir al pueblo y en los que se hacen pagos a la Pachamama para tener buena producción; y el tercer nivel muestra los carnavales de Ayacucho, fiestas de febrero donde el pueblo se junta», explicó.
«Es una obra única, que se hizo en cuatro meses. Se elaboró pieza por pieza. He venido otras veces a esta feria y siempre traigo distintos diseños, no los repito», afirmó el consagrado maestro de la artesanía, que aprendió de su abuelo materno los secretos de su delicado oficio y que este sábado entre el ir y venir de los holguineros asistentes a la Feria mostraba con orgullo varios de sus artículos textiles y de orfebrería, como el torito andino, que forma parte del sistema de creencias y la cultura de su pueblo.
Oré abundó también que los artículos traídos a la Feria holguinera tuvieron su génesis durante la etapa de la Covid-19, cuando continuaron produciendo en su casa y la artesanía se convirtió, como bien destacó, en una terapia familiar ante la adversidad.
«La artesanía me da vida, es mi pasión, es mi aporte al mundo. Mis cuatro nietos también están aprendiendo. Así que una nueva generación continuará la tradición», expone quien a consolidado sus saberes a lo largo de 45 años, cuyo fruto hoy disfruta y tiene a disposición el público holguinero, del que Oré asegura que «aprecia y consume nuestro producto».