No es la rutina del todos los días su enemigo. Yurisán Guibert López pareciera tener siempre las mismas ganas de triunfo de su debut como soldador. Con ese deseo llega siempre a la Base de Supertanqueros, en la provincia de Matanzas.
“Me gusta mi trabajo. Supe que era lo mío tan pronto comencé a fijarme en el encanto producido por este oficio”, confiesa, mientras se cubre bien el rostro. Son las 11 am y el Sol quema sin piedad.
Al obrero no le importa. Se sienta en el piso, se acuesta, arrima el electrodo y comienza, con ansias de enamorado, a dar los primeros puntos en la boca de los dos tubos, hasta unirlos en un beso.
“Lo fundamental de esta tropa es el sentido de pertenencia”, asegura sin ambages Tomás Medina Hernández, director de la unidad empresarial de base (Ueb) de Transporte de Hidrocarburos y Derivados Centro-Oriente en Matanzas, EMCOR, encargada de la construcción, reparación y mantenimiento de depósitos de combustibles, ductos de todo tipo, protección anticorrosivo e instalaciones en general, entre otros servicios.
Los autoproclamados Cocodrilos son actores fundamentales en el programa de recuperación vigente desde el pasado 15 de agosto en el estratégico enclave de la conocida como zona industrial.
Desde esa fecha hasta hoy, dejaron listos más de 900 metros de tuberías, soterradas y aéreas. Según Medina, “ya interconectamos la primera línea de 20 pulgadas, que posibilita la vitalidad de un área con el muelle 1. También se le practicaron las radiografías y la certificación de calidad, labores realizadas por los inspectores.
“Ahora nos encontramos en la interconexión de la línea de 16 pulgadas, que dará vitalidad a otras zonas, y así vamos garantizando capacidades en las operaciones del sistema en Supertanqueros. Después vendrán las de 24 y luego otras. Por colocarlas a un metro y medio de profundidad, las soterradas son más difíciles”.
A rap de tuberías
El ingeniero Digxán Antuán Batista parece andar siempre de prisa. El especialista en inversiones detiene el paso, mira a los Cocodrilos y precisa. “Para que ellos entren en acción, se necesitan faenas auxiliares como movimientos de tierra o la construcción de soportería de hormigón donde descansan los rap, una suerte de ramilletes de tubos de varias dimensiones”.
La tarea la asume la brigada uno de la Empresa de Construcción y Montaje de Matanzas. A juicio de Digxán, la complejidad de cuanto se hace en Supertanqueros se asocia al seguimiento diario de la obra para aprovechar cada recurso allí dispuesto, los equipos, la fuerza laboral. Se trata, insiste, en que la capacidad constructiva esté realmente donde haga falta.
“Todo eso se canaliza día por día en la puntualización de chequeo los avances físicos. Por eso siempre estamos al pie de Supertanqueros”, me regala una sonrisa y se marcha con su acostumbrada rapidez, para dejarme allí, de nuevo a merced de los Cocodrilos, ahora empeñados en activar la línea de 16 pulgadas.
“Levanta por allí, que no se vaya, que ya queda poco”, alerta Alexis Pavón Verdecia, mientras casi todos los operarios participan en el acoplamiento de un par de tubos. El jefe de brigada de la EMCOR yumurina no quita los ojos de la operación hasta concluirla bien.
“Tiene que haber tremenda precisión en el ensamble. Es condición para comenzar a soldar”, dice Pavón, que da unas palmadas a uno de los hombres, en señal de arrancada. Se dan los primeros puntos, para luego quitar el acoplador y comenzar la unión definitiva.
“Serán de cinco a seis pases de soldaduras. En unos 40 minutos deberán terminar. Mire la lámina. Cuando tiene entre 12 ó 13 milímetros de grosor como esta, el trabajo es mayor”, aclara Pavón, mientras Yurisán se aparta, quizás para aliviarse… Por mucha protección, siempre entra el arco… y quema”.
El soldador de la EMCOR suele ser presumido, me han dicho. Hay entre ellos una bonita emulación, una cultura de buen hacer para no tener que volver sobre el tubo a corregir, a reparar. De esos errores se cuidan, por ego, por ética, también porque a ninguno les gustaría ser señalados si los inspectores detectaran poros, falta de fusión, rendijas para el escape de combustible.
Pavón habla orondo del prestigio de sus soldadores Yurisán y José Enmanuel Palomo, y de los operarios Leonardo Nieves, Héctor Quintero, Yuniel Puñales, Sigfredo Álvarez, Yoel M. Cruz y Ántoni Medina, el más joven de todos. También cuentan con la experiencia del técnico Humberto García y dos soldadores de obras especiales.
Ganadores ante la adversidad
Haciendo diques o aislando líneas para contener derrames de combustibles, pieza clave resultaron estos Cocodrilos casi desde el mismo inicio del siniestro de Supertanqueros. “Tuvieron una actitud insuperable en el combate contra el fuego. Ni en los momentos más duros quisieron dejar su trinchera”, confiesa emocionado Tomás Medina, dolido por el reconocimiento aún pendiente para una tropa esencial en la extinción de las llamas.
Narra Alexis Pavón que “el 8 de agosto, Emelio León Barroso (Papito), autor de la invención, nos llamó para hacer con suma urgencia un trabajo. La turbina traída por nuestros hermanos venezolanos no lanzaba agua con fuerza por ser incompatibles las mangueras de ocho pulgadas de ellos con las de seis existentes en la base.
“Fue así como comenzamos a materializar la idea de Papito, un manifold creado con un tubo de 10 pulgadas, le pusimos cuatro entradas, soldamos todo aquello sin parar hasta las tres de la mañana. Así logramos la presión de agua necesaria…”.
Al otro día asumieron un encargo similar. El problema de los equipos de Venezuela se repetía ahora en los de México, pero al revés. “Sus mangueras de cuatro pulgadas y las nuestras de seis. Entonces hicimos reducidos de 6 para 4 y se logró resolver el problema. Sin embargo, hubo tanta presión, que se averió la tubería de 14 pulgadas del sistema contra incendios del muelle 1. La candela la había dañado, así que en medio de esa tensión, paramos el bombeo y cambiamos los 16 metros rotos, con otro inconveniente: Al no haber ductos de aquella medida, buscamos un reducido y montamos tubos de 12 pulgadas…”.
En medio de un panorama de tensiones, y peligros, resume Pavón, encontraron rápidas soluciones. “Nos empeñamos para que nadie más muriera, a riesgo, incluso, de nuestra propia vida”.
Pavón y otros tres de su tropa recibieron la condición Seguidores del Che, concedida por la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) . “No podíamos dejar de premiar estas respuestas, ofrecidas desde el talento y la heroicidad”, reconoce Yoansy Álvarez Baró, el presidente de la asociación en Matanzas.
Como mismo sucedió en los días tristes de agosto, “mi gente sigue aquí, sin temor a nada, para recuperar la base en el menor tiempo posible”, manifiesta Tomás Medina.
Junto a él están sus Cocodrilos, acostumbrados a ganarle el choque a cualquier adversidad diaria.