¡Denle oportunidades a las pitahayas! (+ Fotos)

En los potreros, o mejor dicho en aquel donde están los esteros del río Zaza, poco antes de su desembocadura, crecían plantas esbeltas y espinosas, siempre verdes, de frutos carnosos y rojos, que caían al suelo sin que alguien les prestara atención, a no ser alguna vaca que los comía en horas nocturnas.

Les llamaban cactus y los niños evitábamos pasar cerca de ellos por temor a que sus “pelitos” nos pincharan, mas sobrecogían en la sabana en días de tormentas porque brillaban a la luz de los rayos.

Solo ahora, las fotos de las pitahayas (fruta tropical) que cultivan cuidadosamente en la Unidad Científica Tecnológica de Base Alquízar (UCTB), del Instituto de Investigaciones en Fruticultura Tropical (IIFT), me retrotraen a la niñez y juventud en la finca de mi padre, pista que doy a los investigadores que hacen prospecciones en busca de nuevas variedades para su colección de cactáceas.

Desde hace más de cuatro años, Reiniel Vallester Cruzata, un joven agrónomo, que pronto se recibirá como ingeniero, se enamoró de las pitahayas, especie del género Selenicereus, que atesora la Estación, y que multiplican por sus propiedades medicinales y potencialidades económicas, con perspectivas para el desarrollo de la agricultura, según consideran los especialistas.

En poco más de un año, dijo Reiniel, establecieron una parcela de evaluación agronómica, en la cual plantaron posturas en macetas con soportes de cemento y aros de hierro, donde evalúan tres accesiones de las especies Selenicereus undatus subp undatus, undatus subp luteocarpus y costaricensis.

Comentó que sembraron 0,24 hectáreas (en hoyos con tutores de almácigos) con el objetivo de replicar las accesiones para futuras investigaciones; las prospecciones en Artemisa y La Habana han incrementado el Banco de Germoplasma de la UCTB y la biodiversidad de la fruticultura, con la identificación de especies.

El especialista considera que las accesiones estudiadas no superan la calidad de las más comercializadas en el mundo, pero son promisorias por la calidad de los frutos, y han despertado el interés de los agricultores que las han llevado a cultivares de las empresas Ceballos, Valle de Caonao y áreas verdes de la fábrica de cigarrillos BRASCUBA en la Zona Especial de Desarrollo Mariel.

La pitahaya o fruta dragón es de fácil manejo, rústica, tolerante a la sequía, con adaptabilidad a gran cantidad de suelos y pendientes, pero requiere de polinización artificial, una labor que junto a cruzamientos e hibridaciones hacen en la UCTB en aras de obtener cultivares con caracteres superiores a los que estudiamos, aclaró Vallester Cruzata.

La pulpa de la fruta es jugosa, ligeramente gelatinosa y fibrosa, de pequeñas semillas negras comestibles. Es apropiada para elaborar jugos, batidos, ensaladas, macedonias de frutas o decoraciones, cócteles, salsas, helados, jaleas, mermeladas, yogur y se puede consumir fresca. Se reporta el consumo de sus flores como legumbres, de los brotes tiernos como hortaliza y los tallos maduros se emplean como forraje.

Se le atribuyen propiedades medicinales, ya que sus betalaínas (pigmentos usados como colorante artificial) inducen la quinona reductasa, enzima potente de detoxificación en la quimioprevención del cáncer y la actividad antiproliferativa de células de melanoma maligno. Tiene acción antitumoral, cardioprotectora, antiinflamatoria y antioxidante.

Sus flores (hermafroditas y actinomorfas) son vistosas y aromáticas, atractivas para los polinizadores, y abren una sola vez por las noches. La floración comienza con las primeras lluvias de mayo y junio, precedida de un periodo seco.

Los éxitos de su propagación en la Estación de Alquízar dan frutos también con la capacitación a productores, la identificación de algunos nuevos y la motivación que medio centenar de personas, de 13 provincias muestran por fomentar la pitahaya.

Para recordar y disfrutar de esta planta que me es tan familiar, hace unos meses sembré una pitahaya en una maseta (dice Reiniel Vallester que es una especie ornamental) que no crece como las de la finca, pero sí adorna con el verdor y sus flores exóticas y perfumadas, que le han ganado el mote de reinas de la noche.