Con frecuencia se aduce como un impedimento para el uso y acceso a las tecnologías la cuestión generacional o de la edad de las personas. Y aunque resulta lógico que quienes desde su infancia se desenvuelven en un ambiente digital posean mayores destrezas, resulta un estereotipo y hasta una discriminación, negarle ese derecho al adulto mayor.
Una de las experiencias que pudimos conocer recientemente en el X Taller de Atención Ciudadana, Protección al Consumidor, Comunicación Institucional y Calidad (Caliprot 2022), que realiza el Ministerio de Comunicaciones, apunta hacia la ruptura de ese enfoque incorrecto: el Geroclub.
Se trata de uno de los servicios o programas novedosos que despliegan en el país los Joven Club de Computación (JCC), al desarrollar cursos y actividades de aprendizaje y socialización con personas adultas mayores de la comunidad.
En particular en Caliprot 2022 se expuso el caso de los JCC en la provincia de Villa Clara, aunque no es una iniciativa exclusiva de ese territorio central.
Grisel Cruz Cerza, una de sus impulsoras, explicó la acogida positiva de esas idea en todos sus municipios, al sumar a abuelas y abuelos en la adquisición de habilidades con programas informáticos, la telefonía celular y el acceso y consumo de productos propios de los JCC como La Mochila, un servicio de compendio de materiales audiovisuales para consumir en el hogar sin necesidad de conexión.
Música, cocina, literatura, manualidades, son algunas de las opciones que pueden disfrutar a través de las tecnologías de la comunicación y las enseñanzas en los JCC, de modo gratuito y desde otra perspectiva, las personas ancianas en Villa Clara, en lo que se convierte además en una forma de socializar y mejorar la calidad de vida de esas personas.
En un país con una población envejecida con un porcentaje ya superior al 20% de mayores de 60 años y una expectativa de vida superior a los 78 años, es necesario además que ese segmento con más experiencia vital y madurez en sus análisis tampoco quede fuera de la participación en redes sociales y otras plataformas participativas de Internet.
Muchas personas adultas mayores hoy también “dan la hora” en ese mundo virtual y cada vez hay que crearles mejores condiciones para su participación digital, tanto para continuar su aporte en trabajos que puedan y quieran hacer, como para su propia realización y esparcimiento.
Y aunque el nombre de Geroclub tal vez no sea el ideal, es muy loable ese proyecto de los Joven Club de Computación que se suma a la informatización de la sociedad cubana, sin dejar atrás a nadie, mucho menos a quienes en muchos aspectos de la vida —y no solo en el uso de las tecnologías— deberíamos “seguir”, darles “me gusta” y “compartir” sus enseñanzas y valores.