Pinar del Río.— Las diez de la mañana de un martes es plena hora de ebullición laboral en el Hospital General Docente Abel Santamaría de esta ciudad. Mientras esperamos en uno de sus múltiples pasillos, atestados de pacientes y trabajadores, advertimos que a poco más de un mes, las historias del huracán Ian todavía se comentan entre muchas personas, incluido el personal médico…
“Estuve de guardia el día que pasó el ciclón”, afirma el cirujano Luis Miguel Breijo. “Recibimos algunos casos de accidentes de gente que estaba en las labores de prevención, afortunadamente ninguno de gravedad. En el resto de la tarde y la noche ese número disminuyó, tal vez porque las condiciones meteorológicas se deterioraron. Ahí comenzamos a temer un poco más por nuestros familiares y casas”.
Refirió el experto que en su caso la preocupación fue mayor pues sus padres son personas mayores y el hogar tiene cierto grado de vulnerabilidad. “Tuvieron afectaciones en techo, ventanas y terraza. Yo estaba todavía aquí pues como era de esperar no tuvimos relevo. Fue un tiempo estresante, mas no dejamos de cumplir con nuestra labor. Pude verlos después de las cuatro de la tarde cuando me relevaron”.
Breijo dijo que luego del desastre las principales autoridades del hospital realizaron un levantamiento para saber las afectaciones de los trabajadores e implementar acciones de ayuda. “Fueron momentos duros. Juntos y ayudándonos logramos poco a poco ir recuperándonos, pero quedan cosas por hacer”.
Leodán Díaz es el médico jefe del servicio de emergencia y cuerpo de guardia de esta institución de salud. Ian también dejó en él un puñado de experiencias. “Esa jornada fue complicada. La sala de Emergencia se filtra por lo que la inundación nos obligó a mudarnos de local. Era necesario para no parar el servicio. Por suerte todo salió bien y cumplimos con lo establecido”.
El especialista recordó que durante el embate del fenómeno natural hubo un caso que necesitó de pericia y rapidez. “Era un señor mayor. Tenía una falta de aire pertinaz lo que obligó a moverlo a otra sala en medio de tanta tensión. Hoy está en terapia y mejora. En el plano familiar también fue complejo. Tengo niños pequeños. Vivo cerca de Consolación del Sur y mi casa de tablas se derrumbó completa. Necesité poner eso en su lugar, sin olvidarme de mi trabajo”.
Leodán expresó que recibió el apoyo de la dirección del hospital para contactar con los suyos en momentos tan duros. Asimismo manifestó que mantiene comunicación con varios de los pacientes que atendieron durante la travesía de Ian por la capital provincial. “Conversamos y recordamos esas horas. Hablamos de la familia, de cómo están. A nadie se le olvida algo así. Ya todo pasó. Ahora hay que seguir palante”.
Por cierto durante nuestra visita al Hospital General Docente Abel Santamaría supimos que entre el 27 y el 28 de septiembre cuando el meteoro azotó Pinar del Río nacieron en esta institución 17 niños, incluidos dos partos gemelares. ¿Que si alguno lo nombraron Ian? Nadie nos supo decir y recordar, aunque si nos remitimos a los rostros y los recuerdos sería difícil de imaginarlo luego de lo vivido.