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Chapuzas… ¿Normalidad?

Quizás la primera chapucería en la que se puede incurrir sea irrespetar la jornada laboral y el contenido que esta encierra. Tiene tanto valor para una persona, su familia y la sociedad cumplir con las exigencias del empleo que de manera permanente deberíamos evaluar cuán útil resulta cada quien en su puesto de trabajo, sobre todo hoy cuando están en práctica modalidades válidas como el teletrabajo y el trabajo a distancia.

 

 

Una elemental observación periodística a paso de caminante permite constatar un sinnúmero de irregularidades en servicios públicos de la vida cotidiana que atentan contra la normalidad, y utilizo el vocablo así, sin el adjetivo de nueva para no encubrir ineficiencias, desidias, esfuerzos menores…

En tiempos de carencias y galopante inflación el tema de los precios representa la mayor preocupación para el ciudadano común. Por ello causa disgusto colocarse frente a tarimas de mercados agropecuarios y a carretillas ubicadas en las calles y notar cómo productos con diferencia en calidad se venden por el mismo valor. ¿Será que nunca vamos a tomar en cuenta la existencia de categorías? ¿Dónde queda el respeto al cliente?

Andar La Habana obliga en algún momento llegar a Coppelia, en el corazón del Vedado, lugar que por tradición y arraigo popular forma parte de la imagen de Cuba. No olvidemos que un helado propio de esa firma es conocido y valorado más allá de nuestras fronteras. Entonces, mayor tiene que ser la exigencia. Hoy no vamos a pedir en la tabla de menú una docena o más de sabores como ocurría antaño, pero a ello hay que aspirar más temprano que tarde.

A la buena relación calidad-precio (una ensalada de helados cuesta 35.00 pesos) hay que adicionar detalles esenciales para brindar un servicio óptimo, digamos una mejor presentación del producto, acompañado de recipiente y cubierto de metal, y la colocación en las mesas de manteles o doilies, y servilletas.

Controlada con nuestros propios esfuerzos la transmisión de la COVID-19, la tarea vital se concentra en reanimar la economía a pesar de circunstancias muy adversas. Es el camino a la normalidad.

La premisa planteada propone resistir a partir de una creación que propicie el desarrollo pasito a pasito. Y esa batalla habrá que ganarla todos los días en cada lugar. No con justificaciones. Sí con la voluntad de eliminar las muchas chapucerías presentes. Las autoridades locales tendrán que encontrar soluciones, alternativas. No podemos conformarnos con ver desbordados los contenedores de desechos sólidos, y la explicación solo sea: “no hay combustible”.

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