Un hecho que suponía infortunio transformó la vida y el derrotero de la Empresa Agroindustrial Azucarera Héctor Molina, de Mayabeque: la actitud de los trabajadores, quienes en abril último rechazaron la paralización del ingenio, decretada al término de una zafra paupérrima.
De haber sido así quedarían activos 55 de los 500 trabajadores. Sin azúcar era un desastre. Atizados por un político conocedor y entusiasta, y tras la decisión del colectivo, sincronizaron al equipo de desarrollo de la empresa para vivir las experiencias de los centrales Heriberto Duquesne, de Villa Clara, y Melanio Hernández, de Sancti Spíritus.
De regreso se reunieron con el colectivo e invitaron a especialistas de universidades y centros de investigaciones para debatir ideas.
La producción de ron y su comercialización a granel es muy atractiva, mas se enfocaron en la fabricación de aguardiente a partir de productos azucarados. Había que recuperar las columnas de alcohol y aguardiente deterioradas por la inacción. Dos jóvenes en adiestramiento, ingenieros en automatización, asumieron el reto. El otro desafío fue recuperar el proceso industrial sin una caldera, cuya recuperación sería millonaria, y hacer meladura.
La ventaja de tener caña
“A la empresa Héctor Molina le sobra caña”, afirmó Elvis González, su director. Los cañeros recuperaron tierras que no son aptas para el corte mecanizado, pero hay fuerza para hacerlo manualmente, ahora con el incentivo de una de las 93 medidas para salvar el sector, que acreditan el pago de mil pesos por cada tonelada de caña entregada al central fuera del período de zafra.
Por eso no fue alucinación ver un dinosaurio en el mes de agosto, cuando un camión y su tráiler cargados de caña cruzaron rumbo al basculador. Es realidad, y este 13 de octubre, el Día del Trabajador Azucarero, los del central Héctor Molina estarán venciendo el quinto o sexto ciclo de la producción de aguardiente, que ocurre cada siete días desde el corte de caña hasta la bebida.
Hay historias de estos meses y de antaño, que fraguaron el sentimiento de pertenencia al que una vez Fidel se refirió a los azucareros. Son HOMBRADAS que dichas por tres protagonistas, en puestos y momentos diferentes, tienen el mismo fin en esta empresa: “Estamos enterrando el tiempo muerto”.
Convertido en concepto significa que recuperaron la fuerza laboral y hay contenido de trabajo para todo el año. Antonio Brito, el director de la unidad empresarial de base (UEB) Producción y Servicios Agropecuarios lo confirmó.
“Se acabó la inestabilidad de la cosecha; si hay alguna rotura en una cosechadora los operadores la resuelven en menos de 30 minutos, y hasta tenemos una combinada Casse que con 10 años a cuestas trabaja doble turno”. Ricardo Leyva, uno de los mejores operadores señala el salario como incentivo, pues ronda los 6 mil pesos cada quincena.
De la teoría a la investigación y puesta en marcha
Lo de bisoño se le ve en el rostro; su experticia en la concreción de innovaciones. La primera atracción para Fabián López Osorio, ingeniero en automatización, al comienzo de su corta vida laboral fue aprender a emplear sus conocimientos en un central, al que jamás había entrado y tiene muchos procesos.
Poco a poco descubrió problemas en varios de ellos. “Los operarios pasaban mucho trabajo con la información, tenían que vocearse o caminar de un lugar a otro para saber, por ejemplo, la temperatura que había en un equipo para regularla”. En poco tiempo crearon sistemas automatizados (participaron un homólogo, los trabajadores y otros investigadores) para los procesos de producción de alcohol y aguardiente; que se ven en un pequeño equipo Mitsubishi que estaba en el central.
Simultáneamente construyeron la columna de destilación del aguardiente, y repararon la de alcohol, “que sin la automatización no iban a funcionar, y se estabilizaron los procesos”, dijo Fabián.
Del desastre al éxito
“El incumplimiento del plan de producción de azúcar nos dejó en una situación económica financiera muy complicada frente a las unidades productoras, las 31 formas productivas que suministran materia prima; tenemos que buscar una solución para salir adelante y generar valores”, aseguró Ismael López Suárez, director de Capital Humano de la empresa Héctor Molina.
Cuando la industria está activa (incluye central, destilería y centro de acopio) genera energía para autoabastecerse y aporta al SEN (Sistema Electroenergético Nacional). En el tercer ciclo produjo 12 MW y quizás aumente al estabilizarse el sistema, informó.
Y enalteció la actitud de los trabajadores de la destilería, que renunciaron a las utilidades (las cuatro UEB obtuvieron ganancias, menos el ingenio) y las donaron para el pago a los del central, que se alistaron para la producción de meladura.
“Es renacer con esta nueva oportunidad de negocios, nace una esperanza si logramos empezar a vender. Estamos en el proceso de certificación del aguardiente, el cual realiza el Icidca (Instituto Cubano de Investigaciones de los Derivados de la Caña de Azúcar); debe salir en los próximos días y autoriza su comercialización”, dijo el director de Capital Humano.
Y agregó que el esquema de comercialización está listo, y tendría tres impactos:
— Sanear nuestras cuentas con la base productiva y las empresas que nos han acompañado.
— Mejora permanente de los ingresos a los trabajadores (planificamos 12 mil 900 pesos como salario promedio mensual) a partir de estos ciclos; los primeros fueron de puesta en marcha y afinación, entre ellos hay un salto productivo y de la eficiencia.
— Mejora continua de los servicios que prestamos a la comunidad y a los trabajadores, vamos a inaugurar una casita infantil, hacer el techado de la escuela, el vial, la pintura de los edificios y el parque infantil.
Entramos con nuevos productos al esquema nacional de producción, y como fábrica flexible, no descartamos la posibilidad de hacer azúcar; con las adecuaciones al proceso fabril podremos producir azúcar y generar la meladura para aguardiente o alcoholes.
“¿Cambiaron las personas? No, son los trabajadores y las medidas, de las 93, que se ajustan a la empresa. Podemos tener un manantial de deseos, pero, felizmente, los trabajadores cambiaron la actitud ante los procesos productivos; la de transformar y decidir”.
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La pequeña zafra que se aproxima exige inteligencia, organización y voluntad. Solo 23 ingenios fabricarán azúcar, quizás alcance para la subsistencia. Los azucareros no se quiebran; el fin de semana impulsaron las labores esenciales: limpieza y reparaciones de los centrales y la maquinaria; en 45 empresas azucareras sembraron caña, hubo competencias de boyeros y miles se volcaron a la recuperación en las zonas afectadas por Ian, informó William Licourt González, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros.
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