“Dicen que sí, pero yo sé que al dolor nadie se acostumbra; mucho menos cuando son sufrimientos del alma, de los que se ven en los ojos de los nietos, en el quejido de una vaca o en el ladrido de un perro. Ian fue un espanto y nunca lo voy a olvidar”, dijo un guajiro en La Coloma a poco tiempo del paso perturbador del huracán.
Fue en un lugar conocido por La 21, en alusión al kilómetro en que se ubican humildes casitas muy pegadas a la carretera que separa a la ciudad de Pinar del Río del famoso enclave pesquero.
Allí bajo la égida de Amada Bellana, la delegada del Poder Popular, se vendía una caja de pollo a cada familia. En la noche, un día después de Ian, cada hogar recibió cajitas de comida. De momento, ni lugareños ni quienes llegan hablan de la sabrosa langosta, ni de pargos o bonitos. Cosa extraña, pues históricamente casi todos los que llegan a La Coloma quieren cargar a como dé lugar con algún alimento marino.
Frente al hombre —luego supe que era pescador—, dos colchones aún enchumbados de agua, y un televisor de pantalla plana al que trabajosamente intentaba secar el agua salada que permanecía en su interior. En rústica e improvisada tendedera, la ropa de la familia. Más allá, otros utensilios domésticos. Por suerte fue poca la lluvia. Ian entró de madrugada, quizás para hacer más daño. Triste panorama, repetido de casa en casa.
Una vía peligrosa
La carretera Pinar del Río-La Coloma no solo muestra la huella de Ian. Es la imagen de una vieja vía por donde no parece que por muchos años hayan transitado sobre rastras refrigeradas miles de toneladas de productos del mar, entre los bienes cubanos de mayor cota financiera en el mundo.
A los dos días transcurridos tras Ian el camino exhibía muy peligrosas señales de su paso. Postes totalmente inclinados y también cables eléctricos meciendo su imprudencia al batir del aire: un perfecto reto al tránsito vehicular con la ayuda que en gran escala se trasladaba a La Coloma.
Los más viejos aseguran que en sus vidas nunca habían sufrido un impacto así de la naturaleza. Ni siquiera en las dos ocasiones en que ante la llegada también de grandes huracanes, Fidel ordenó sacar a todos los colomeños hacia lugares altos y seguros.
Ahora son poco más de 7 mil personas, orgullosas de contar con la empresa pesquera más importante de Cuba, aunque en el pueblito, como en toda la provincia pinareña, falten la electricidad y el agua, y la famosa entidad quedara maltrecha por los vientos, incluso con varias embarcaciones hundidas y otras muy afectadas.
Dicen, y es fácil comprobarlo, que las aguas del mar entraron al primer nivel de todas las casas a ras del suelo en La Coloma. Y los de abajo tuvieron que subir a los pisos superiores en los más de 20 edificios de microbrigada que se yerguen en el poblado. Hoy reconocen que no existió en el territorio la necesaria percepción del riesgo.
Sin duda, en este punto se evidenció imprevisión de autoridades del lugar, pues la indicación, clara y precisa, era de evacuar a todos los que estuvieran en peligro. Pero hubo pobladores que no quisieron evacuarse y otros con los que hubo correcorre cuando Ian ya batía su fuerza sobre la zona.
Tras el paso del huracán el vice primer ministro Jorge Luis Tapia, Félix Duarte Ortega, del Secretariado del Comité Central del Partido; Yamilé Ramos Cordero, primera secretaria del Partido en Pinar del Río; y Manuel Santiago Sobrino, ministro de la Industria Alimentaria y la Pesca, recorrieron el lugar, analizaron lo ocurrido e indicaron los pasos a seguir para la recuperación.
También se reunieron con la dirección de la zona de defensa para conocer detalladamente cuántos albergados tenían, cuántas raciones de comida habían sido repartidas, cuántas familias sufrieron afectaciones totales, parciales o de otro tipo en techos y viviendas, cuántas cisternas fueron saneadas.
En fin, datos que aunque numéricos, podrían ofrecer una perspectiva elocuente del esfuerzo por desterrar de La Coloma el impacto de Ian. Por las respuestas a esas interrogantes conocimos que aún era necesaria una mayor precisión.
Con rapidez se organizó el albergamiento de los solidarios santiagueros, y también de la tropa artística de Kcho, y de las FAR, que llegarían al día siguiente para incorporarse a la recuperación.
No solo destrucción… Ian fue más que eso
Ian no solo dejó destrucción, sino que propició el formidable esfuerzo que despliega el pueblo de la provincia más occidental de Cuba. A esta, región más golpeado en todo Pinar del Río, dejó tareas para enfrentar fenómenos que de seguro vendrán en el futuro. La preparación y organización para acometerlos es fuerza insoslayables para vencer. Como dirían muchos: no hay de otra.