Desde su fundación el 28 de septiembre de 1960 los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) forman parte de la realidad de millones de cubanos de diversas generaciones; ahora, cuando arriban a sus 62 años de existencia, se proponen revitalizar su trabajo desde la base y contribuir al quehacer comunitario de la mano del proceso de transformación en los barrios.
Gerardo Hernández Nordelo, su coordinador nacional, lo tiene claro: «Ningún mecanismo de larga trayectoria puede darse el lujo de no renovarse y atemperar sus métodos a los momentos actuales, y el contexto de hoy difiere del existente cuando surgió la organización, aunque hay algunos puntos de contacto».
“Las personas tienden a pensar en la organización de acuerdo a su experiencia individual. Si en la cuadra no se organiza correctamente se percibe que es así a nivel nacional, y se incurre en el error de generalizar”, consideró.
Comentó que los CDR precisan una modificación de conceptos acorde a la contemporaneidad, donde se posicionen en un rol central en el día a día de la población.
Ejemplificó que a menudo se cuestiona por qué ya no se hacen guardias: “Hay sitios en los que sí se organizan, pero se aboga en favor de que las comunidades sean las que decidan sobre esos procesos y cuáles son las áreas a priorizar en la vigilancia y cuidado cederista, pues los afectados por los robos y actos vandálicos son los propios vecinos”, señaló.
Hernández Nordelo destacó los puntos fuertes sobre los cuales seguir avanzando.
“El periodo de la COVID-19 demostró que muchos lugares en el mundo quisieran tener una organización como los CDR, que respaldó, por ejemplo, la tarea de atención diferenciada a los impedidos físicos y vulnerables”, acotó.
Añadió que ello fue posible gracias a la concepción fundacional de los CDR, que permitió movilizar factores de la comunidad en función de suministrar medicamentos y dar seguimiento a las necesidades de los vecinos en situación de vulnerabilidad y adultos mayores.
Para transformar a la organización y aprovechar sus verdaderas potencialidades, el Héroe comentó que se realizan varias iniciativas, como una recogida masiva de criterios sobre el quehacer cederista, que generó un informe muy completo y permitirá la evaluación de nuevos procederes.
“Una de las propuestas que se manejan –precisó-, es la de incorporar activistas en distintas funciones, tantos como el barrio determine oportuno, para aportar al fortalecimiento desde la base.
“Hay muchos jóvenes en los barrios con inquietudes de diversa índole: medioambientales o interesados por el bienestar animal por ejemplo: ¿Quién dice que en un CDR no puede haber un activista de ese tipo, encargado del cuidado de los animales callejeros y la salud de las mascotas?”, reflexionó.
Hernández Nordelo apuntó que los CDR, en estos momentos, se centran en abrirles las puertas a los actores de la comunidad y aunar esfuerzos en aras de dar respuesta a un grupo de preocupaciones existentes en la sociedad cubana.
“Los cederistas deben brindar las vías para un activismo responsable y revolucionario”, subrayó.
El dirigente valoró que aún falta por ganar en ese sentido y en entender el papel estratégico de la dimensión comunicativa, que debe acompañar la revitalización y el fortalecimiento de la organización.
“Con la necesaria cohesión, el empuje de las nuevas generaciones y la participación activa en los entornos digitales, los CDR tienen potencial para convertirse en la mayor red social de Cuba”, concluyó.
(Tomado de ACN)