Ahora espero que el pueblo sepa defender lo conquistado contra la codicia de sus falsos libertadores…
El pueblo conoce a sus verdaderos enemigos. Si es tan tonto que se deja engañar y despojar,
suya será la culpa y suyo será el castigo.
Juan Domingo Perón, en La fuerza
es el derecho de las bestias,
ed. Cicerón, 1958.
Karina Nazabal*, especial para Trabajadores
La persecución a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) se inscribe en la persecución histórica que los poderes más rancios se han procurado sobre el peronismo, su dirigencia, militancia y pueblo. El bombardeo a la Plaza de Mayo (16 de junio de 1955), el secuestro del cadáver de Evita, el fusilamiento de militantes, la proscripción de Perón durante 18 años, o las primeras diputadas peronistas presas tras el golpe de Estado de 1955, son solo algunas de las primeras y brutales embestidas.
En realidad la violencia nunca cesó, festejar el cáncer de Evita, asociarse en el Plan Cóndor y desaparecer a 30 mil argentinos fue una escalada de accionar el odio con el solo fin de terminar con nuestro movimiento nacional y popular.
Ahora las armas son judiciales y mediáticas, ya no son las fuerzas armadas dando golpes de Estado, pero el objetivo es el mismo: derrocar gobiernos populares, frenar la emancipación de los pueblos, bloquear sus soberanías, impedir la construcción de alianzas regionales como el sueño de la Patria Grande.
Hoy nuestro poder judicial nos avergüenza. Está a las órdenes de poderes fácticos que nada tienen que ver con las necesidades y las demandas de nuestro pueblo. Y lo hace violando todos los derechos fundamentales e inalienables de cualquier persona que represente una amenaza para ellos.
El proceso judicial que pretende juzgar a CFK está plagado de irregularidades como la fabricación de pruebas, el impedimento a la vicepresidenta para realizar descargos, o el rechazo arbitrario de la prueba presentada para su defensa, sumada a la parcialidad de quienes las juzgan (vinculados descaradamente con el expresidente Mauricio Macri).
La garantía al debido proceso que básicamente alude a la independencia del sistema judicial para la determinación de los derechos y obligaciones de las personas, o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal, le ha sido negada. Se han violado sus derechos fundamentales como ciudadana, y soporta una persecución infame y repudiable.
Cristina representa los mejores años de nuestra democracia, el mejor momento de nuestra Patria Grande, es una líder reconocida en el mundo pero sobre todo es la garantía de una posición progresista, peronista y democrática en los frentes o las coaliciones que conforma.
Cristina no se calla, no se entrega, no pacta, no cede, y eso, en quienes pretenden una patria para pocos, un país preperonista, molesta. Le tienen miedo.
El poder que está siempre al acecho no le perdona las políticas de inclusión y reparación para las mayorías, la reestatalización de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) y de la YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), la ley de Asignación Universal por Hijo (AUH), el impulso a la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el NO al Alca, ni tampoco las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Por eso vienen por Cristina.
Esa fuerza está ahora agazapada en los tribunales y la Corte Suprema, al servicio de intereses trasnacionales, entusiasmados con llevarse la democracia como en su momento hicieron en Paraguay, Brasil y Bolivia, o como lo intentan hace décadas en Cuba y en Venezuela.
A quienes festejan por adelantado, como desconociendo la capacidad de luchar y resistir que tiene nuestro pueblo les respondemos unidos y organizados, alertas y movilizados, porque como dijo Fidel Castro, todos los enemigos se pueden vencer.
*Karina Nazabal es concejala del Frente de Todos (FTD), en el municipio de Lanús, provincia de Buenos Aires