Cada día, Lissette Medina llega temprano a la parada, ubicada en la avenida Rancho Boyeros, en el reparto Martí, en el municipio del Cerro. Con su uniforme azul, es inconfundible.
Muchos agradecen la permanencia de esta inspectora de Transporte en ese sitio, que, sobre todo en la mañana, se torna muy complicado, dada la cantidad de personas que acuden a ese lugar para acceder a uno de los ómnibus que circulan por esa vía, lo mismo para ir al trabajo, a la universidad o a un hospital.
Increíblemente, en los últimos tiempos, los pobladores se han adaptado a hacer la cola para el P-12. Fue en la etapa más álgida de la Covid-19 que se adoptó la norma y, por suerte, aún se mantiene. Incluso, algunos saludan y dan los buenos días. “La presencia de la inspectora resulta fundamental para mantener la disciplina”, argumenta un vecino del lugar.
Mientras Lissette habla, una mujer se le acerca y le brinda una taza de café. Lo disfruta. El buchito del delicioso néctar reconforta. “No solo es ella, hay otros que se preocupan por mí y también me traen café”, dice.
Saca la mano, y dos de los autos que avanzan por Boyeros con destino a La Habana, se detienen. “Ahora están parando un poquito más”, expresa, no obstante, están aquellos conductores que ignoran la señal de “la azul”, como algunos le dicen en alusión al uniforme.
Entre sus responsabilidades está “anotar la hora en que se detienen en la parada los vehículos y cuántas personas trasladan, así como informar los chóferes que violan lo establecido”.
Lamentablemente, no todos los conductores han interiorizado que con su gesto solidario contribuyen a mitigar en algo las dificultades que existen con el transporte. Ella sigue apostando por los que tienen buen corazón y señala que da prioridad a las mujeres embarazadas, ancianos o personas con algún tipo de discapacidad.
Desde hace tres años, la joven se incorporó a esta labor. Recuerda que, durante los momentos más complejos de la pandemia, estuvo dando su aporte en múltiples tareas, fundamentalmente, cuando se aisló al barrio Raúl Cepero Bonilla debido al incremento de contagios de la Covid-19. “Siempre que ha hecho falta he dado mi paso al frente”, acota.
Recuerda que durante 15 años se desempeñó como custodio, y cuando hicieron el llamado para esta labor, quiso probar suerte. “He trabajado en casi todas las paradas del Cerro. Y le puedo decir que me gusta, doy un servicio que la gente agradece. Mi población me quiere y eso es lo más importante”.
Y así es. Cuando los residentes en el reparto Martí llegan a la concurrida parada, la buscan con la mirada. Si ella está, de seguro, algún carro va a parar.
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