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China es una sola

Taiwán es una isla de unos 36 mil km² (algo más de la tercera parte de Cuba), ubicada entre la inmensidad del Pací­fico y la costa suroriental de la China continental, les separan 120 kilóme­tros de agua de un estrecho codiciado por su importancia estratégica.

 

Fuente: BBC

El pequeño y próspero territorio está habitado por más de 23 millones de personas y mantiene una compli­cada relación con China aun antes de diciembre del año 1949, cuando se con­virtió en destino y refugio de Chiang Kai-shek, perdedor de aquella guerra civil que atormentó al país asiático durante décadas y que solo culminó con la victoria del Partido Comunista de China lidereado por Mao Zedong, quien había fundado la República Po­pular China el 1.º de octubre de 1949.

Una porción de los pobladores de Tai­wán y de China se ama y la otra se odia. En el ámbito político y militar son rivales, mientras que en el económico-comercial están arropados por la conciliadora pos­tura de “una sola China”, que ponde­ra principios del derecho internacional como son el respeto a la integridad terri­torial y a la no injerencia en los asuntos internos de cada Estado.

Durante las últimas décadas, China ha conseguido mantener un ritmo estable de crecimiento y es una de las economías de más impacto a nivel mundial. Posee las mayores reservas de divisas, la mayor po­tencia industrial, e igual destaque mere­ce la cuantía de sus inversiones. Es el pri­mer exportador de bienes y el segundo en importación de mercancías. Tales cifras son el resultado de 40 años de reformas y apertura económica, que han permitido, además, sacar a más de 700 millones de ciudadanos de la pobreza.

Según el informe de Inversión Extranjera Directa (IED) del 2021, publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y De­sarrollo, China es el segundo receptor de inversiones, solo por detrás de Esta­dos Unidos.

Taiwán, por su parte, aparece en el puesto 16 en la lista de los mayores in­versionistas directos del mundo, y gran parte de ese capital tiene a China como destino, país que además recibe el 40 % de las exportaciones taiwanesas.

No obstante complementarse desde el punto de vista económico, el 60 % de la población que habita la isla se siente exclusivamente taiwanesa y el 25 % es partidario de la independencia, según refieren datos colectados por expertos del Instituto de Relaciones Internacio­nales Elcano, de Madrid, España. Es­tas diferencias han sido históricamen­te aprovechadas para atacar a China e intentar socavar su liderazgo mundial.

“Taiwán ha pertenecido a China des­de la antigüedad”, reitera un libro —La Cuestión de Taiwán y la Reunificación de China en la Nueva Era— publicado recientemente por la Oficina de Asun­tos de Taiwán del Consejo de Estado y la Oficina de Información del Consejo de Estado de la República Popular China:

“Para lograr la reunificación pacífi­ca, debemos reconocer que la parte con­tinental y Taiwán tienen sus propios sis­temas sociales e ideologías distintas. El principio de ‘un país con dos sistemas’ es la solución más inclusiva a este proble­ma. Es un enfoque basado en los princi­pios de la democracia, demuestra buena voluntad, busca una resolución pacífica de la cuestión de Taiwán y ofrece bene­ficios mutuos. Las diferencias en el sis­tema social no son un obstáculo para la reunificación ni una justificación para el secesionismo”, subraya el texto.

El Consejo para los Asuntos de Chi­na Continental de Taiwán, por su parte, ha respondido que no están subordina­dos al gigante asiático y que se oponen firmemente al enfoque “un país, dos sis­temas” proclamado por Beijing.

Como es de esperarse, Washington trata de sacar ventaja del diferendo: reconoce la reivindicación de China sobre Taiwán, pero no la respalda; dice no apoyar la independencia, pero sus planes para Asia incluyen garanti­zar la autonomía de la isla.

EE. UU. ha firmado tres comuni­cados conjuntos, en todos ha reconoci­do el principio de una sola China. No obstante, en el 2018, puso en vigor la Taiwan Travel Act, que propicia inter­cambios con el gobierno taiwanés a es­paldas de Beijing. Más recientemente, el Congreso aprobó la venta de cuatro paquetes de armamentos al ejército taiwanés, y funcionarios de alto nivel han visitado Taipéi, donde se han en­trevistado con líderes separatistas.

La respuesta china ha sido con­tundente, e incluyó demostraciones del poderío militar alcanzado en los últi­mos años. Esperemos que la sabiduría termine por imponerse, pues cuanto mayor sean las tensiones en el estrecho de Taiwán, más comprometido estará el propósito de consoli­dar la estabilidad regio­nal, el crecimiento eco­nómico de ambos países y seguir mejorando las condiciones de vida de su gente

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