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No hay límites para nosotras

Al borde de la carretera de la zona industrial de Matanzas trabajadores hidráulicos laboraban duro en la reparación de una conductora de agua averiada, cuando todavía el incendio no había sido sofocado del todo. Al llegar el Presidente Díaz-Canel, le llamó la atención una joven que daba pico y pala como la primera en medio de aquella zanja, y quiso conversar con ella.

 

Le dijo al Presidente que ella se sentía bien con su trabajo (en la foto, Yadenis con el Presidente en reconocimiento a pie de obra a trabajadores hidráulicos) . Foto: Francisco Rodríguez

“Me puse bastante nerviosa”, nos confesó un rato después Yadenis García Delgado, al frente de una brigada de reparación de redes hidráulicas, una de las tantas mujeres que durante y después de los sucesos recientes en la base de supertanqueros han dado su aporte al control y recuperación del siniestro.

 

 

“Somos matanceros y siempre que podamos ayudar ahí vamos a estar. Hasta que haga falta, y mientras haga falta”. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

 

“Hasta donde sé, yo nada más”, dijo y echó a reír, cuando preguntamos cuántas compañeras como ella desempeñan esa responsabilidad en la Unidad Empresarial de Base de Logística, en Acueducto y Alcanzarillados de Matanzas.

En siete años como trabajadora en esa entidad, Yadenis pasó por diferentes funciones desde una oficina hasta el trabajo de campo, en la solución de roturas y salideros de agua potable. “Me siento muy bien en lo profesional. Siendo mujer, le doy a saber a los hombres que no hay límites para nosotras. Podemos hacer de todo y no tenemos que depender de ellos para hacer las cosas”, dijo.

 

Foto: Francisco Rodríguez

Tuvo en primer lugar palabras de elogio para los compañeros que dirige y le acompañan, a quienes calificó como “un gran equipo”,

“Yo paleo, doy pico, barreta, lo hago todo, como cualquier otro trabajador. No porque sea mujer no puedo hacerlo”, expresó, al resaltar su sentido de pertenencia al  grupo de Hidrología, donde dice sentirse bien, porque es un trabajo que le gusta.

 

Yadenis palea, da pico y barreta como cualquiera de sus subordinados. Foto José Raúl Rodríguez Robleda

Para poder hacerlo tiene en la retaguardia “una familia bastante numerosa y también unida”. Contó que su suegro le ayuda bastante para cuidar a sus tres niños, de 14, 10 y 8 años de edad. “Ellos entienden que yo estoy trabajando, y que es mi deber. Me apoyan”.

La joven calificó de “bastante tristes” aquellos días, y en esa primera jornada allí de su brigada, muy cerca del lugar de la catástrofe, resumió la disposición de colaborar de todo el pueblo yumurino: “ganas no nos faltaban a mí y al equipo de venir para acá, porque somos matanceros y siempre que podamos ayudar ahí vamos a estar. Hasta que haga falta, y mientras haga falta”.

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