Con solo mencionar la palabra guerra todo ser humano puede, sin haber participado en ninguna, imaginar las consecuencias que tiene en cuanto a destrucción y muerte.
Los jóvenes que el pasado siglo marcharon por las principales avenidas del mundo entero a favor de la paz, especialmente en Europa, conocían por sus padres y abuelos la desgracia que trajo la Segunda Guerra Mundial a sus familias y naciones.
En especial a los soviéticos, que perdieron a más de 20 millones de sus compatriotas en las batallas o sacrificados como animales en los campos de concentración.
Hoy los hijos y los nietos de aquellos jóvenes ven ante sus ojos la posibilidad real de una guerra nuclear y podrán pensar cómo comenzará, pero nadie puede asegurar cuándo y cómo terminará. La desinformación ha logrado en gran medida la indiferencia ante temas que ponen en riesgo la paz mundial.
Un pequeño grupo de países poseen el arma atómica, mas el 90 % de las ojivas las tienen Estados Unidos y la Federación Rusa. Los estadounidenses no pierden oportunidad de recordarlo y de amenazar con estas al mundo. La URSS primero y ahora la Federación Rusa reiteraron hasta el cansancio que solo las usarían si son agredidos con tan potente arma.
La amenaza nuclear es más real que nunca
Cada agosto la humanidad recuerda el crimen cometido por el ejército estadounidense contra Japón, con el innecesario lanzamiento de las dos primeras bombas nucleares sobre las islas de Hiroshima y Nagasaki.
Este agosto, y desde entonces no es la primera vez, se crea un escenario que pudiera terminar en una catástrofe nuclear. El 8 de agosto María Zajárova, portavoz de la Cancillería rusa, comentó recientes “ataques perpetrados por las Fuerzas Armadas de Ucrania contra la central nuclear de Zaporozhie”.
Esta acción forma parte de medidas que denotan la situación en la que se encuentra Zelenski. Primero utilizó a civiles como rehenes en sus propias casas. Luego ataques a escuelas y hospitales y, paralelamente, el atentado terrorista contra la planta nuclear. Ahora libera a criminales presos si participan en los combates.
Por esa decisión se liberó a Onischenko, exjefe de la unidad Tornado, vinculado a masacres y torturas en el oeste de Ucrania.
La amnistía de criminales es una práctica del régimen ucraniano. En el año 2014 fueron liberados una buena parte que guardaba prisión para llevar a cabo los asesinatos de civiles ante la negativa de efectuar la orden por los miembros de las Fuerzas Armadas.
Rafael Mariano Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, manifestó que la institución está “extremadamente preocupada” por los ataques y advirtió que el riesgo de una posible catástrofe nuclear es “muy real”.
Un solo error humano podría ser la chispa para iniciar la peor de las guerras.
Una guerra donde no habrá ganadores
El portavoz presidencial ruso Dimitri Peskov declaró que los ataques amenazan con “consecuencias catastróficas a un vasto territorio”, incluida Europa y expresó la esperanza que los países con “influencia absoluta sobre el liderazgo ucraniano” la usen para excluir este tipo de agresión.
La prensa estadounidense y europea sin embargo alertan sobre el peligro, pero como ya es costumbre señalan a Putin como el único responsable de la situación creada.
En el marco de la 10.ª conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), recién efectuada en la sede de la ONU, el presidente ruso Vladimir Putin fue claro en su mensaje: en una guerra nuclear “no podrá haber ganadores y no debe librarse nunca”.
El mandatario recalcó que Rusia sigue cumpliendo “de forma sistemática” con “el espíritu y la letra” del TNP.
Por su parte, el secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió que el peligro de un conflicto nuclear ha llegado a un punto “no visto desde el apogeo de la Guerra Fría”.
“La humanidad corre el peligro de olvidar las lecciones forjadas en los terroríficos bombardeos a Hiroshima y Nagasaki”, precisó.