Icono del sitio Trabajadores

Isidora Gordon Benjamín: Amando en Fidel la Patria

Hay un Fidel que puede mirarse en “pantalla grande”; verlo a lo largo y ancho de Cuba; encontrarlo en escuelas, hospitales, industrias; descubrirlo entre las filas rojiblancas de pioneros, o bien allende los mares, entre las selvas latinoamericanas, por ejemplo, donde la solidaridad ha parido la esencia de Cuba.

 

 

Isidora Gordon Benjamín tuvo la dicha de conocer a su ídolo y coterráneo Fidel Castro Ruz. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

 

Hay otro Fidel que, aunque gigante también, es imposible verlo a primera vista. Solo asomándonos al interior de muchos cubanos dignos y valerosos es posible observarlo convertido en arteria palpitante de fuerza y compromiso, que se exterioriza, sin embargo, en obras y desafíos personales constantes por parte de esos seres que lo llevan tan arraigado, que la propia palabra no basta.

Ese Fidel, sanguíneo y vital, habita en la enfermera holguinera Isidora Gordon Benjamín. Sus ojos lo demuestran cuando menciona al Líder Histórico de la Revolución, a su coterráneo de Birán, al hombre que ya era una amenaza para la neocolonia podrida cuando ella y sus pies descalzos apenas conocían los perímetros de aquel batey habitado por inmigrantes haitianos y jamaicanos, bien cercano a la casa natal del Comandante.

 

Por su destacada hoja de servicios estuvo en varias ocasiones cerca del Eterno Comandante. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

 

“Yo no estaba aquí cuando Fidel murió. Estaba en Ecuador y pasé un estado depresivo importante por lo que significa para mí, para nosotros, el Comandante”, dice con pesar, mientras hojea una edición de la revista Holguín, dedicada íntegramente a Fidel tras su fallecimiento, y en la que encuentra imágenes y testimonios, que a la vez que la resguardan de la nostalgia, le azuzan el dolor.

Detrás de esas palabras honestas, sentidas, viscerales…y también del acto sentimental de revisitar papeles, fotos, documentos, hay una historia de vida entrelazada a Fidel por los fuertes vínculos que solo la gratitud, ese sentimiento supremo del ser humano, puede generar.

 

En los ojos de esta mujer también se puede amar a la Patria. (Foto: Lianne Fonseca)

 

La humildad, que también es cualidad marcada en Gordon Benjamín, hace que no le guste hurgar una y otra vez en su historia. Por eso, acudimos a las propias palabras que la holguinera expresara un 26 de junio de 2002 frente al Comandante en Jefe durante la Sesión Extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, efectuada en el Palacio de Convenciones y a la que asistiera en calidad de invitada.

En su intervención, que circuló en un periódico de la época, la entonces Secretaria General del Sindicato Provincial de Salud en Holguín narró su niñez azarosa como descendiente de jamaicanos que se asentaron en el batey de Birán-Castro, donde su infancia, marcada por la miseria y la orfandad materna, solo se transformó después del Triunfo de la Revolución, cuando Celia Sánchez Manduley, por pedido expreso de Fidel llegó a la comunidad con la misión de atender a los niños de la zona con dificultades y trasladarlos a la Habana para que estudiaran.

“Mi padre estuvo de acuerdo. Por vez primera calcé zapatos y vestí una ropa bonita. Fuimos becados en la Escuela “Camilo Cienfuegos”. Quedó atrás la sopa de calabaza como plato fuerte”. Así la hija de “Cápiro”, el jamaicano a cargo de siete hijos y con problemas graves de visión, fue contando su historia, que en lo adelante y hasta hoy no sería más que una cadena de hechos de superación y entrega continua en la rama de la enfermería.

 

Desde la ciudad de Holguín y junto a su descendencia, dos hijos y dos nietas, Isidora solo quiere salud para continuar siendo útil.(Foto: Lianne Fonseca)

 

Hoy, la actual profesora consultante de la Filial de Enfermería “Comandante Arístides Estévez Sánchez”, que carga siete décadas de andar con paso firme por la vida manifiesta: “La carrera de Enfermería me ha permitido saldar mis deudas con mi Comandante en Jefe, con la Revolución. Ha sido mi forma de retribuir tanto… Dijo Fidel que “ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad”.

Y sí, Isidora ha saldado con creces esa deuda espiritual. Lo hizo con apenas 23 años en la guerra de Angola, donde vivió, recién llegada, la insólita experiencia de rescatar con vida a seis niños de 30 que habían sido lanzados a una fosa común.

Lo siguió haciendo de regreso a Cuba, en cada tarea realizada en el Hospital Lenin, ya fuera en la Sala de Puerperio, que dirigió en medio de un crudo Período Especial, o como dirigente sindical del centro liderando a los trabajadores en las áreas cañeras o en cualquier actividad necesaria.

Continuó agradeciendo con acciones en las hermanas regiones de Ecuador y Honduras, donde salvó vidas y compartió sus conocimientos para formar a nuevos profesionales. También aquí en Holguín, en su casa, cuando no dudó en acoger, por seis años, a dos estudiantes bolivianos hasta verlos graduados de médicos y sentir la misma emoción que solo podría experimentar una madre.

 

Una fructífera juventud dedicada a la Revolución tuvo la enfermera holguinera, que encarnó el espíritu internacionalista de Cuba. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

 

Esa manera de actuar desde la más temprana juventud le colgó en el pecho decenas de medallas, que hoy engrosan su amplia hoja de servicios. Pero entre las mejores recompensas que ahora puede rememorar, están los momentos en que estuvo cerca de Fidel.

Sobre todo esa primera ocasión en que el Comandante, en medio de un plenario juvenil, vio su nombre y su lugar de origen en una lista y quiso saber al instante quién era Isidora Gordon Benjamín, que al responder con timidez «Yo, Comandante», vio como el Líder se le acercaba a conocerla, a saludar a su coterránea.

Ante los muchos recuerdos la prodesional holguinera no puede más que expresar: ¿Cómo agradecerle al Comandante todo lo que hizo por esta Revolución, por este país? Hoy escuchamos “Fuerza Cuba”, pero las fuerzas no las tenemos que dar nosotros mismos, nadie nos va a venir a mejorar nada, si nosotros no somos capaces de hacerlo, de fortalecernos y de luchar por nuestros hijos, nietos, sueños. Quisiera salud nada más para poder seguir aportando».

«Al sector de la Salud tengo que dar gracias por permitirme retribuir, recompensar… Hice Enfermería y qué orgullo, qué honor entrar a un servicio, a una sala y saludar a todos, atenderlos como se debía y que al otro día me dijeran: Gracias, me mejoré, me sentí bien..»

 

A la par de sus múltiples tareas en organizaciones como la UJC y la CTC, siempre se mantuvo con el pie en el estribo de la enfermería. (Foto: Cortesía de la entrevistada)

 

De su amplio servicio asistencial recuerda con inmensa pasión el período entre 1980 y 1992 que atendió a las puérparas del Hospital Lenin. Particularmente de los dos primeros años de los ’90 rememora: «Era pleno Período Especial y no había sábanas, no había, no había, no había!!! Y tenía 90 camas y a veces dos paridas por cama. Pero yo no me iba del hospital hasta que no dejaba limpia y cambiada a cada una de esas paridas.

«A la 1 de la tarde me reunía con todos los familiares y les decía cómo estaba cada parida, cómo evolucionaban, y también cómo estaban los niños de prematuro. Puede que no tuviera un recurso a la hora solicitada, pero a las cinco de la tarde o a las nueve de la noche, a la hora en que yo lograba esa sábana o ese recurso yo iba a a esa cama…Eso le daba a las personas confianza y seguridad. Por eso les digo siempre a mis estudiantes que lo más importante es ser con el otro como quieres que sean contigo».

Casi al punto de jubilarse, pero no de retirarse, Isidora Gordon no se cansa. Insiste en que «solo quiere salud para seguir aportando». Por eso también está escribiendo un libro, que por el momento se titula Historia de la enfermería holguinera. Sin embargo, confiesa que el título que realmente le apasiona es el que llevó un evento de la Federación de Mujeres Cubanas realizado una vez en Birán: «Amando en ti la Patria». Y mientras en la conversación cavila sobre ese asunto, asegura: Esa frase para mí lo abarca todo. Y entonces, cualquiera podría ver, que en Fidel y en Isidora es posible amar la Patria.

Compartir...
Salir de la versión móvil