Isla de la Juventud incursiona en la cría de pollos de engorde, proceso sustentado en el encadenamiento estatal con el sector privado para lograr de manera expedita volúmenes óptimos de carne en 45 o 50 días.
La experiencia iniciada por Ciego de Ávila y extendida a otras provincias tributa a la sustitución de importación de un alimento demandado en la dieta del cubano.
El pinero Osmar Garcés –socio de la Cooperativa de Créditos y Servicios “Ovidio Pantoja”– se destaca en el movimiento asociado a la Unidad Empresarial Avícola perteneciente a la empresa ganadera local, al lograr un peso promedio de 4.2 libras en un mes y 15 días, gracias a su experiencia innovadora en el manejo de la masa.
Explicó que le corresponde como productor mejorar la calidad del pienso con las larvas de moscas, comején, harina y aceite de pescado y microorganismos eficientes de elaboración propia, esenciales para las etapas de inicio y desarrollo de animal, así como asegurar en los primeros días de vida del pollito la calefacción a fin de ayudarlo a regular su temperatura.
Estoy aquí para administrar la vacuna a virus vivo liofilizado para la prevención de la enfermedad de Gumboro (infección de la Bolsa de Fabricio) en las aves susceptibles de temprana edad como la primera línea de defensa, así no corremos el riesgo de que mueran, dijo Samuel Pérez, técnico de control de la calidad de la UEB Avícola.
Aludió el joven veterinario a la efectividad del inmunógeno aplicado en dosis al agua de bebida de los pollitos en sus primeros días de nacido. Agregó que el contrato con el sector privado establece la venta de animales recién nacidos y el suministro de pienso.
Una vez cebados se efectúa la compra y el productor se queda con el 16 por ciento del total de la masa para el autoabastecimiento de la familia. Subrayó Garcés que el pollito llega a sus manos estresado después de una travesía marítima y terrestre desde las plantas de incubación de las provincias de Artemisa y Matanzas con consecuencias en la supervivencia.
El primer lote recibido fue de mil 100 animales y el segundo de mil 500, del cual lamentó la pérdida de unos 40 pollos.
El pago se efectuó en tiempo según lo convenido en el contrato. Entre una crianza y otra hubo un lapso aproximado de 10 días, espacio de tiempo suficiente para desinfectar inmediatamente las naves, los comederos y bebederos y cambiar la yacija (lecho o cama) de virutas de madera o paja de arroz a fin de prevenir ambientes insalubres, apuntó.
Este método de crianza implica bajo costo y muy poca mano de obra, es escaso o nulo su grado de tecnificación al igual que los métodos sanitarios, pero la velocidad de crecimiento, uniformidad, eficiencia alimenticia es alta, acotó este campesino premiado en foros internacionales por sus prácticas innovadoras. (ACN)
