Cienfuegos.— Siempre llama la atención observar a quienes laboran con el agua a la cintura en la reparación de una tubería de suministro de ese líquido, sin medir las horas que transcurren ni pensar en el descanso. Hoy, miércoles 10, es el día de los trabajadores de recursos hidráulicos que imponen en cada jornada energía y entrega.
Ellos han sido los artífices de la Voluntad Hidráulica, diseñada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz desde la primera mitad de la década de los sesenta del pasado siglo, como respuesta coherente del Gobierno al aseguramiento de la cantidad y calidad del agua para las necesidades de la población, el desarrollo económico y social y la protección ambiental en el país.
El Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) fue creado por la Revolución el 10 de agosto de 1962. En los inicios lo presidió el Comandante del Ejército Rebelde Faustino Pérez Hernández. En las manos de ese organismo han estado y están las inversiones para mejorar la infraestructura en sentido general, concebidas actualmente en el Programa Hidráulico Nacional hasta el 2030, con el fin de mejorar el abastecimiento al sector residencial y estatal, aunque en ese sentido queda mucho aún por hacer, pues una numerosa cantidad de familias es abastecida con pipas.
De manera reiterada la dirección nacional del Sindicato de Trabajadores de la Construcción (SNTC), el cual agrupa también a quienes pertenecen al sector de los recursos hidráulicos, los ha calificado como “ejemplo de honestidad, laboriosidad y entrega sin límites a la voluntad hidráulica en Cuba”.
Una muestra fehaciente de abnegación y apego a ese importante sector para la economía se halla en Ángel Rodríguez Quintana, nombrado cariñosamente el Papa, quien comenzó a laborar el 22 de abril de 1950 cuando se iniciaron los estudios para lo que sería en un futuro el embalse Hanabanilla-Jibacoa, el que suministra hoy a las ciudades de Santa Clara y Cienfuegos y le aporta un singular encanto natural a la geografía montañosa de la zona.
Al referirse a la presa dijo en una ocasión que es “su primer hijo”, pues ha estado en ella toda su vida, sin coger ni un solo día de vacaciones. “Y aquí me moriré, trabajando”, afirmó.
Ángel Rodríguez ya acumula 93 años de vida y de quehacer constante. Es símbolo no solo para quienes integran las dependencias del INRH, sino también para todos los trabajadores del país.