Arturo Hernández dice: “Esta vez la discusión del plan y el presupuesto se realiza en un contexto distinto porque hay cambios drásticos como las facultades que les dan a las empresas y a los municipios. Pero eso solo no resuelve, los que organizan los debates y las propias direcciones empresariales y municipales tienen que ponerse a tono con esta situación y hacer que este proceso sea realmente productivo”.
Pedro Semanat expresa: “Voy a ir a la asamblea nada más que para ver si este año es distinto. La última a la que fui nadie entendió la repila de números y la tonga de explicaciones que dieron de por qué no se podía cambiar nada. Si este año es lo mismo, no me van a ver más el pelo por esas reuniones en los tres años que me quedan para jubilarme”.
Gregorio Lam coincide en parte con esta valoración: “Para mí es hacer que la gente pierda el tiempo en reuniones de las que no va a salir nada provechoso porque un plan o un presupuesto no hay quien lo cambie ni siquiera cuando un trabajador proponga que el plan se suba o el presupuesto se baje. Ponga alguien el primer ejemplo y entonces será que me puedan convencer de que ese proceso funciona”.
Otra visión la brinda quien se identifica como VladimirG: “Al menos, en el camino de las intenciones, todo lo que se presente para que la gente opine, es bueno. Es de elogiar que en algo tan serio como el asunto del plan y el presupuesto se les exponga a los trabajadores para que tengan oportunidad de decir lo que crean”.