El estadio Al Janoub, al sur de Doha, es una de las joyas de la corona de Qatar. Con capacidad para 40.000 personas e inaugurado en 2019, es una de las nuevas construcciones levantadas con motivo de la Copa del Mundo. Forma parte de las ocho sedes y su diseño, inspirado en el dhow, la embarcación tradicional caracterizada por una vela triangular, se levanta elegante entre una zona aún en proceso de urbanización a unos 20 kilómetros del centro de Doha. Las excavadoras aún rondan el complejo, terminando los accesos y las zonas de parking.
Durante su visita, AS pudo charlar con el Doctor Saud Abdulaziz Abdul Ghani, el ingeniero detrás del novedoso sistema de “refrigeración dirigida” que hace que los estadios qataríes sean utilizables, si fuera preciso, los 365 días del año y a cualquier hora, a pesar de que en la tórrida época que vive Doha en estos meses de verano la temperatura supera fácilmente los 40 grados.
Pero Qatar se impuso construir estadios que desafiaran esas condiciones, no sólo térmicas, también ambientales, ya que la calidad del aire se ve deteriorada por un manto de polvo que lo cubre todo. Al final, todo está en medio del desierto. El deseo de la FIFA es garantizar que los partidos se disputen con confort termal para jugadores y aficionados. Y el ‘Doctor Frío’ como le conoce cariñosamente la organización del Mundial se ha encargado de ello.
“Confort termal para los jugadores y para 40.000 aficionados. No es solamente una cuestión de temperatura. Tenemos que ser capaces de que aunque la temperatura y la sensación térmica exterior o la calidad del aire no sean buenas, dentro de la bóveda del estadio sí lo sea. Ahora hay 45 grados fuera y un ambiente bochornoso, pero dentro, la cosa cambia mucho”, explica Saud Abdulaziz a AS.
“El sistema tiene dos partes, una que purifica el aire, lo limpia y otra que lo refrigera. El confort térmico es algo con muchos detalles porque cada persona dentro del estadio tiene una particularidad, va vestida con ropa de manga larga, corta, es más o menos voluminosa. Cada uno percibe la temperatura de una manera.
Nosotros no queremos controlar la temperatura solamente, queremos controlar lo que la gente está sintiendo sobre ella en cada estadio”, señala mientras apunta a las rejillas, los difusores bajo los asientos y las boquillas esféricas por donde sale el aire. El sistema realmente se basa en empujar. Sale el aire purificado y refrigerado que empuja al caliente y recircula.
“Controlamos la temperatura, la humedad, el aire y la sensación que cada persona percibe. Tenemos sensores repartidos por todo el estadio, porque cada zona del campo es diferente. El aire recircula a través de las máquinas que van soltando el aire limpio, filtrado. Nuestra obsesión no es enfriar el aire, es limpiarlo. Lo más importante es mantener fuera y bloqueado el aire caliente, lleno de polvo, y dentro el más limpio posible”, subraya mirando la carpa que se despliega en una hora cubriendo el techo del estadio Al Janoub.
Los estadios tendrán una temperatura agradable durante los partidos, de unos 20 a 24 grados a petición de la FIFA. “Nuestros estadios se pueden usar las 24 horas del día durante todo el año, queremos dejar un legado para Qatar después del torneo, pensamos en qué uso se les puede dar y que esta tecnología ayude al desarrollo comercial. Queremos que la ciudad se desarrolle a partir de ellos. Lo más perjudicial cuando uno intenta enfriar un estadio es la apertura del techo porque es por donde entra el aire caliente de fuera. Es por eso que hay que estudiar por dónde puede salir el aire y cómo podemos empujar y hacer retroceder el aire, eso difiere de un estadio a otro, ya que depende de su forma, altura y anchura”, razona.