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Homenaje sindical a Alberto Curbelo en el Palacio de los Torcedores

Fotos: Alejandro Acosta Hechavarría

La Central de Trabajadores de Cuba (CTC), el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC) y el Centro Cultural Palacio de los Torcedores rindieron  homenaje al prestigioso poeta, dramaturgo, narrador, ensayista y director artístico Alberto Curbelo Mezquida, fundador del grupo Teatro Cimarrón (TC), en ocasión de arribar a sus 65 años de prolífica existencia.

 

 

Durante la  ceremonia el también  creador de la Bienal Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento —acreditada con ese nombre a partir del año 2000—, recibió de manos de Elena Chaguez, jefa del departamento de propaganda de la CTC, un diploma de reconocimiento firmado por Ulises Guilarte de Nacimiento,  miembro  del Buró Político del Partido y secretario general  de la   CTC, “por su recurrente apoyo al enriquecimiento espiritual de los trabajadores a través de Teatro Cimarrón, grupo emblemático en la programación cultural para niños y adultos en el Centro Cultural Palacio de los Torcedores”; además de otros  estímulos.

 

 

Asimismo, el Centro  Cultural Palacio de los Torcedores entregó al agasajado similar documento “por sus relevantes y sostenidos aportes a la programación cultural de nuestro centro y  por la destacada labor artística de su grupo Teatro Cimarrón en la comunidad de Cayo Hueso”, el cual fue acompañado de una obra de arte del reconocido creador de las artes visuales Erik Varela Ravelo; además de flores y un emotivo brindis  para celebrar su aniversario.

 

 

La  velada igualmente fue ocasión propicia para que Lilian González, miembro del Comité provincial del SNTC entregara a la prestigiosa actriz y declamadora oral escénica Amelia Toledo, la Distinción Raúl Gómez García, máximo reconocimiento que confiere esa organización.

 

 

Con casi 50 años de trabajo, Amelia se vinculó a la Agrupación de Teatro de La Habana (actual Centro de Teatro) en 1973. Es fundadora de Teatro Cimarrón en el que ha encauzado el trabajo de animación cultural y oralidad escénica para el adulto mayor, en particular en las instituciones del Historiador de La Habana y en hogares protegidos de la tercera edad, como el existente en Habana 620, en La Habana Vieja, donde creó y  dirige la Peña Quitrín de Cuentos con los ancianos que residen en el hogar, así como para estudiantes y otros residentes de esa zona de la capital.  En su labor como narradora  de las tradiciones orales afrocubanas grabó  un disco en México y ha actuado también en documentales y varios filmes cubanos.

 

 

El encuentro contó, además, con la presencia del  Premio Nacional de Teatro  Gerardo Fulleda León; la crítico  de  artes escénicas, ensayista y promotora cultural Yana Elsa Brugal; y Payo Linares, reconocido actor y director artístico.

 

 

La gala artística, bajo la dirección de quien suscribe estas líneas, abrió con la admirable actuación de la cantante  Leonor Zayas, quien evidenció, con su singular estilo  interpretativo de altos quilates, su talento y  belleza en la vocalización de diferentes géneros musicales, especialmente en el bolero y la canción, destacándose como una de las figuras más sobresalientes del filin. Tras varios años de conquistas en diferentes escenarios de Europa, esta elegante artista ha vuelto a su terruño para  continuar una exitosa carrera en sus mejores momentos.

 

 

Con reiteradas ovaciones también fue recibida la presencia del joven cantante Claudio Rodríguez Rodríguez, cuyo timbre y color de la voz nuevamente impactaron en la amplia sala polivalente del Palacio de los Torcedores.  El cierre fue de culto con los temas llevados por ese gran tenor Bernardo Lichilín, recientemente llegado  a Cuba luego de una gira por el exterior.

 

 

Entre cada una de las actuaciones de los vocalistas,  el grupo Teatro Cimarrón, bajo la dirección artística de Curbelo,  en evocación del Poeta Nacional Nicolás Guillén, con motivo de cumplirse el 120 aniversario de su nacimiento este 10 de julio,  dramatizó sus poemas Balada de los dos abuelos,  interpretado por Eudy Leslie y Mercedes Hernández; y Digo que yo no soy un hombre puro, expuesto por el primero.

 

Foto: Cortesía del artista

Mercedes igualmente llevó a la escena los versos de la obra Mujer Negra, de Nancy Morejón, Premio nacional de Literatura; en tanto  Eudy lo hizo con el poema Filo Cubense, y el también actor de Teatro Cimarrón, Yosniel Ray, declamó  En la más alta rama del caguairán; ambos laurados en diferentes ediciones del Concurso Nacional de Poesía Regino Pedroso; el primero de estos con el Premio Extraordinario de la CTC y el segundo  Premio Extraordinario del certamen convocado por el periódico Trabajadores, la CTC y el Instituto Cubano del Libro.

En representación de los miembros de Teatro Cimarrón que ya no están en el grupo, Lois Tarafa, quien fue actor y asistente de dirección de esta compañía; habló de las enseñanzas recibidas por él durante su permanencia en el grupo.

 

Foto: Cortesía del artista

Con una extensa hoja de servicios a la cultura cubana, cuando ya era un experimentado y reconocido dramaturgo y director artístico,  con un vasto desempeño como asesor teatral y asistente de dirección en importantes colectivos escénicos, entre estos Teatro Caribeño, fundado por el  Premio Nacional de Teatro Eugenio Hernández Espinosa, Alberto  Curbelo, quien además había causado conmoción con su laureada puesta de Patakín de una Muñeca Negra (1995, para niños), merecedora de diez premios en diversos festivales nacionales, decidió crear su propio colectivo el 3 de agosto de 1995.

Su compañía, surgida en una etapa de extraordinario ímpetu en la escena nacional,  se sumaría a ese furor  con una visión totalmente diferente, distanciada de los enraizados convencionalismos y anclada, esencialmente, en el rescate y promoción de la memoria nacional, la identidad, la cultura y la historia, haciendo énfasis, asimismo, en la reconquista de las tradiciones populares de origen africano e hispano, y los problemas que atañen tanto a los cubanos como a los países vecinos de esta región del orbe, interés que le ha hecho acreedor de la condición de ser el dramaturgo insular que más ha incursionado en las culturas y mitologías de los pueblos originarios del Caribe.

Según el Manifiesto constitutivo de Teatro Cimarrón, entre sus diez objetivos se propone “generar espectáculos interdisciplinarios que entrevean los aportes de los cimarrones, mambises y próceres negros a nuestra identidad histórica y cultural; y hallar y mostrar en la representación lo cotidiano, la subsistencia del hombre y la mujer “sin voz propia”, su pensamiento y conflictos ─generalmente excluido de las grandes historias─ a partir de la anagnórisis de los solares y barrios, de los bateyes y comunidades campesinas en las que gestan la historia”.

Para esta compañía es prioridad la relación con el público, pero no solo del que ocupa una cómoda butaca en una sala, sino de aquel que vive socialmente marginado, en las periferias, y sobre todo en apartadas zonas de difícil acceso. Sus montajes escénicos buscan la simplicidad y a la vez la pluralidad del lenguaje, con un exiguo gasto en recursos de vestuarios, luces y escenografías, en una suerte de diseños minimals que reclaman del actor la máxima entrega.

Con tal fin, Curbelo requiere, en la formación y ejercicio de sus artistas, amplios conocimientos y destrezas en diferentes expresiones teatrales, como la oralidad escénica, la danza, el clown, la manipulación de muñecos, la acrobacia, los zancos, la declamación de poesías, la magia…  táctica inteligente que le ha permitido al grupo exponer, entre niños y adultos inexpertos en la erudición  escénica —la mayoría de ellos nunca han visitado un  coliseo—, experiencias de diálogos que tienen que ver con su cosmos, sus asuntos, sus necesidades expresivas y, sobre todo, con su auto reconocimiento social y cultural.

Grupo imprescindible dentro del panorama escénico nacional, aunque insuficientemente atendido por las instituciones que debían de apoyar más la inigualable labor que realiza en beneficio de la cultura popular —prácticamente no dispone de local de ensayo—  TC incorpora su actividad creadora a la vida en las comunidades, mediante un proceso de retroalimentación que fusiona las vivencias de los hombres y mujeres que habitan en diferentes lugares —urbanos y rurales—  a los que les entrega propuestas teatrales que enriquecen su espiritualidad, en tanto los hace reflexionar sobre fenómenos que tienen que ver con la cultura, la educación, la sociedad y las raíces afrocubanas.

De esta sublime y altruista entrega, los niños y adultos de la comunidad de  Cayo Hueso han sido testigos y han aplaudido el quehacer de Teatro Cimarrón en sus recurrentes presentaciones en este Centro Cultural Palacio de los Torcedores, en cuya programación siempre hemos contado con la entrega de este colectivo bajo la sabia conducción de Curbelo. La peña La Vega de los Cuentos, los terceros jueves de cada mes, atrajeron hacia nuestra institución a  decenas de infantes que han enriquecido su espiritualidad y su cultura a través de los cuentos, cantos, bailes y narraciones de  Teatro Cimarrón.

La Bienal Internacional de Oralidad Escénica BarrioCuento derivó de los encuentros veraniegos que desde el 1996 comenzó a realizar Curbelo en el capitalino municipio del Cerro, con la participación de reconocidos cuenteros, cubanos y extranjeros, experiencia que no solo llevó a diversas plazas, escuelas, bibliotecas y salas de diferentes sectores de la capital, incluyendo las programaciones entre las ruinas del otrora cine Edison, su sede, situado en la Calzada del Cerro y Zaragoza.

La impronta de los cimarrones igualmente ha recibido palmas en otras regiones del país, entre las que se recuerda su larga temporada junto con los campesinos de tres bateyes en apartadas zonas de Majagua,  en Ciego de Ávila, donde  trabajó con su compañía en un proyecto Cultural comunitario que personalmente desarrollé durante varios años allí. Igualmente trascendente ha sido la entrega de este grupo en los lomeríos de Guantánamo y Baracoa en la célebre Cruzada Teatral, labor que, con similar fin igualmente se ha extendido a los de la Sierra Maestra con la Guerrilla de Teatreros; los del Escambray, con Teatro de los Elementos; los de la Sierra de los Órganos e la Isla de la Juventud, donde también fundó el Festival de Oralidad Escénica IslaCuento; tarea agradecida por niños y adultos que nunca antes habían tenido este tipo de contacto con las artes escénicas.

De su formación como pedagogo (Licenciado en Educación) le viene a Curbelo su inclinación por trabajar con los niños, interés que para el constituye una necesidad perentoria, de ahí que hace alrededor de dos años, debido a las deplorables condiciones existentes en el Edison,  incorporó su grupo, como colaborador, al Proyecto Cultural Palacio de los Torcedores, perteneciente al Centro Cultural que radica en ese emblemático edificio, Monumento Nacional, donde entre otros relevantes acontecimientos de la historia, durante un tiempo —luego de su inauguración en el año 1925— radicó la Universidad Popular José Martí, fundada por Julio Antonio Mella en 1923.

Tanto por su obra escrita —cuento, teatro, ensayo y periodismo— como por con sus montajes escénicos, Curbelo ha sido galardonado en más de sesenta certámenes, entre estos los que también  han reconocido su impronta como excepcional poeta cuya obra lírica en buena parte ha estado dedicada a temas históricos y sociales, entre estos a figuras de relevancia dentro del movimiento sindical, como su célebre poema dedicado a Lázaro Peña.

Este sencillo homenaje a Curbelo, como muestra de reconocimiento y gratitud a este artífice, vino a enaltecer y revivir las huellas  dejadas en el Palacio de los Torcedores, Monumento Nacional, por ese otro gran teatrista que fue Paco Alfonso.

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