Desde hace más de tres lustros aficionados, periodistas, entrenadores, federativos, peloteros y todos los que sufren, sienten y aman el béisbol cubano abogan por una liga de más calidad en nuestra pelota, más allá de la Serie Nacional de Béisbol (SNB). Ahora que estamos cerca de tenerla expongo públicamente lo que dije y argumenté en reuniones previas de consulta: estoy de acuerdo con el evento, pero no como se pretende concretar desde octubre del 2022.
Si bien se trata de uno de los puntos o tareas aprobadas en la estrategia del béisbol cubano, lo preocupante parece ser cumplir lo acordado a costa de lo que sea y que se arregle por el camino, en lugar de arrancar con la mayor cantidad de cosas resueltas. No hablo de lo ideal, pero las experiencias anteriores, el contexto actual y los bandazos dados en pos de acariciar una gran idea están ahí, a la vuelta de la esquina. Y deben ser, al menos valorados.
Vayamos por parte. Un certamen deportivo como este (y no es invento cubano, sino internacional) se puede organizar territorialmente, creando nuevas organizaciones con identidad propia (entiéndase clubes o equipos con patrocinadores y recursos), o la combinación de ambas He conversado con fundadores de la SNB y Fidel hizo un ejercicio similar a la hora de pasar de la Liga Profesional Cubana a la SNB.
Preguntó a los organizadores cuál metodología utilizar y se decantaron por lo territorial (aunque en principio fueron 4 equipos y el país contaba con 6 provincias) en función de que hacia el futuro el talento saldría de cada poblado, municipio y provincia. Al aparecer en nuestro entramado 14 provincias cada una tuvo su representante y algunas hasta dos: Pinar del Río (Vegueros y Forestales), La Habana (Industriales y Metropolitanos), Matanzas (Citricultores y Henequeneros). El éxito de la SNB en cuanto a espectáculo, rivalidad y seguimiento de aficionados es incuestionable. Y así lo corroboró la edición 61 con las plazas llenas en Matanzas y Granma.
Las Series Selectivas en 1975 fue el primer intento por la Liga Elite en Cuba. Duraron hasta 1992 y la pegada de aquel entonces recayó, además de la calidad de los peloteros, en el arraigo que todavía quedaba de la antigua división político-administrativa. De ahí que los cienfuegueros y espirituanos se sentían a placer como Las Villas, y las provincias Orientales se asumían con orgullo como una sola.
De 1993 a 1995 inventamos las Súper Selectivas; en 1996 y 1997 la Copa Revolución; y del 2002 al 2005 las Súper Liga con los 100 mejores peloteros del país. Estadios semivacíos, escasa entrega de los peloteros y pérdida de dinero y presupuesto fueron el resultado. En entrevistas a muchos de aquellos peloteros han manifestado que acostumbrados a vestir y defender la camiseta de sus provincias natales, se enfrentaron con un concepto ambiguo y flexible de territorialidad, sin apoyo de los gobiernos ni de instituciones tal y como pasaba en la SNB.
Remake en el 2022: ¿Qué ha cambiado?
La fórmula que se propone ahora para la Liga Elite Cubana tiene casi un 90 por ciento de copia de los torneos descritos. Y aunque algunos andan entusiasmados en buscar nombres (desde ahora mantengo mi desacuerdo en copiarlos de torneos pasados (Almendares, Mineros, Serranos, etc, pues cada lid debe tener vida propia) lo preocupante sigue recayendo en el pelotero y el aficionado.
Para el primero no está asegurado un respaldo monetario superior por jugar en esa Liga, tampoco hay patrocinadores y por tanto será como una segunda etapa de la SNB y para colmo sin el apoyo del gobierno provincial y sus seguidores, porque identificarse con un nuevo conjunto no es mecánico. Que usted sea parcial de Industriales no significa que lo será directamente de la mixtura IND-MAY. De hecho, muchos lo rechazarán porque ese no es su referencia exacta.
Para el aficionado, las variables e interrogantes son muchas. ¿Por qué seguir a un equipo al que nada los une: ejemplo, Matanzas-Cienfuegos-Villa Clara? ¿Qué atractivo o espectáculo diferente me ofrece una Liga que solo reúne los supuestos mejores peloteros del país, tal y como ya vimos en torneos de Super Liga? ¿Qué seriedad o fidelidad puede tener una lid que empieza ahora en octubre del 2022 y no aparecerá hasta marzo del 2024?
En las redes sociales, guiadas por algunos colegas, se dan riendas sueltas a propuestas de nombres y llamados a seguir la Liga Elite, cual toque de diana mambisa, pero al entusiasmo hay que acompañarle un respaldo que no es solo uniforme, implementos, estadios y encuestas para tener más pelota. Si queremos que la Liga Elite cale hondo hay que trabajar más duro en una infraestructura económica y de marketing que no se aprecia ahora. No está ni en pañales.
Algunos han dicho que es la génesis de una nueva Liga Profesional, cercana a lo que sucede en México, Venezuela, Dominicana, Puerto Rico, Nicaragua, Panamá, Colombia, entre otras ligas del Caribe, y que pudiera abrirnos una entrada más amplia a la Serie del Caribe. Humildemente no lo aprecio así. Será un campeonato con un poco más de calidad técnica (quizás, nadie lo puede asegurar), pero bien lejos todavía de esos torneos invernales que para colmo, nos contratarán en esa misma época algunos jugadores. Y como nuestra parte monetaria no compite con ellas, pues se erosionará la calidad con la salida de nombres claves.
Finalmente y para no hacer más extenso este material les dejo algunos ítems que pudieran pensarse. Aún estamos a tiempo de tener una verdadera Liga Elite, y no una caricatura de evento que criticaremos luego todos por no haber visto sombras claras en un sol no tan refulgente.
Aspectos que consideramos no encajan:
-La mixtura de equipos por regiones geográficas no asegura que los aficionados lo sigan. Ya vivimos tres experiencias muy similares y el público no respondió. ¿Qué diferente le proponemos ahora?
– Si todavía no tenemos maduros otros temas expuestos (salarios diferentes a la SNB para judadores y árbitros, patrocinadores, cambios en el espectáculo) por qué no hacer una Liga Elite con los seis primeros equipos de la SNB y 10 refuerzos por cada conjunto. Esto sí garantiza seguimiento a esas selecciones y podrán estar al menos los 60 mejores peloteros que la Comisión Nacional de Béisbol seleccione de los otros 10 equipos que no clasificaron.
– ¿Cómo vamos a celebrar la primera edición en octubre del 2022 para luego ir con el campeón a la Serie del Caribe del 2023 y no tener la segunda edición de la Liga Elite hasta marzo del 2024 porque la 62 SNB comenzará en septiembre del 2023? ¿Es serio este vaivén? ¿Qué certamen puede pegar en la afición iniciando así?
– ¿Cuál es la mejor fecha para la Liga Elite: de marzo a mayo cuando las ligas donde más peloteros tenemos; o de octubre a diciembre tal y como lo hacen el resto de las ligas invernales del Caribe? Nos inclinamos que la segunda es mejor, incluso más coherente para que el campeón vaya a la Serie del Caribe en enero-febrero.
– Si esta Liga Elite es para crecer tenemos que asumir que podrán desempeñarse en ella jugadores cubanos contratados en ligas profesionales por la Federación Cubana o por gestión personal, incluso extranjeros que quieran confrontar con nuestro béisbol.
– Es solo el patrocinio nacional el que necesita esta Liga Elite. ¿No habría interés de algunos firmas o marcas extranjeras? ¿Cómo se insertarán los nuevos actores económicos, MIPYMES y empresas, en este certamen para complementar la economía del evento y un mejor espectáculo?
Y aquí reitero mi título. Estoy a favor de una Liga Elite, pero no como se está proponiendo. No voté por ninguna de las tres variantes porque le faltaban otros complementos. Y presiento que vamos a arrancar cojos. Y eso cuesta dinero, y le cuesta sobre todo al pueblo. Cuan equivocado quisiera estar. Si la realidad demostrara lo contrario, seré el primero en reconocerlo.