Hace tres temporadas el regreso a las Series Nacionales de Erisbel Arruebaruena fue noticia y motivó no pocas entrevistas. Tras haber jugado con Cienfuegos e integrar la selección nacional a varios torneos decidió probarse en el mejor béisbol del mundo y lo consiguió, aunque no como lo hubiera querido él y soñaban sus seguidores.
De esa historia con los Dodgers de los Ángeles en las Grandes Ligas, de la lucha perenne contra la diabetes y de las motivaciones para volver a nuestros estadios se pudieran hacer varios libros. De hecho su comportamiento personal y deportivo marca un antes y un después de haber pasado por ese béisbol profesional.
Ahora lo encontré realizando ejercicios de estiramiento antes de uno de los partidos de la final contra los Alazanes de Granma. Sin dejar de estirar sus músculos aceptó conversar un poco de béisbol con una noticia exclusiva: «después del Clásico Mundial del 2023 es muy probable que no juegue más pelota». Le advertí que eso pudiera motivar polémica, pero me enfatizó: «puedes publicarlo porque es lo que tengo pensado».
El diálogo había iniciado por sus motivaciones para jugar otra final en Cuba y volver a ser campeones tal y como lo vivió con Matanzas en la 59 Serie. «El equipo ha tenido que pelear mucho para llegar hasta aqui porque tuvimos algunas bajas, pero desde que llegamos a los play off nos propusimos discutir el campeonato y aquí estamos, a punto de lograrlo de nuevo».
Le inquieto por cuánto le aporta con su experiencia a los muchachos jóvenes y mientras se coloca el guante en su mano izquierda suelta en ráfagas: «hablo con muchos, tanto antes de empezar el juego como en el propio partido. Ubico a los defensores, le indico algún tipo de lanzamiento a los pitcheres y trato que estén siempre listos hasta para la jugada menos pensada».
Sin embargo, se arregla la barba y se coloca la gorra para reflexionar sobre tanta juventud hoy en el equipo de los Cocodrilos y en la pelota nacional. «Cuando llegué a las Series Nacionales apenas éramos 4 o 5 juveniles o menores de 23 años por equipos y para jugar pasábamos trabajo porque habia peloteros de mucha carretera y experiencia. Hoy es todo lo contrario, casi la mitad de los equipos son de jóvenes y eso incide, por supuesto, en la calidad. Por suerte hay algunos talentos, pero igual ha bajado el nivel en comparación a 10 años atrás.
«Las causas son conocidas y por eso estoy a favor de que se retome el acuerdo de Cuba con la MLB. Ahora, como mismo te digo eso, tengo que reconocer que la fiesta del público en los estadios y lo que sigue gustando la pelota en nuestro pais nos mueve más q cualquier cosa para salir a jugar», señaló el admirador desde niño de Germán Mesa, al que considera el mejor torpedero que ha visto.
Aprovecho los últimos minutos que me deja antes de salir a calentar su brazo y le pregunto sobre su posible presencia en la anunciada Liga Elite del Béisbol cubano para finales de este año. Arruebaruena no esconde su parecer y aunque prefiere no emitir criterios sobre las variantes propuestas por la Comisión Nacional adelanta que no piensa estar.
«Me coincide con algunos contratos que tengo ya firmados para jugar en otros paises y debo cumplir. Es una buena idea tener otro torneo con los mejores peloteros del pais. Solo aconsejo que lo piensen bien para que los aficionados apoyen porque los estadios vacíos no motivan a nadie».
Ya sé que anda contra reloj y por más preguntas que llevaba n cartera solo me alcanza para una más. ¿El futuro? Y suelta rápido la bola como en un relampagueante doble play para anunciar su pensada salida de los terrenos en el 2023 tras el V Clásico Mundial.
Le agradezco la primicia y lo veo partir al sol, al juego que tanto disfruta, aunque su magia de hacer lo difícil fácil y atrapar out donde algunos ven hits sigue siendo cautivador. Ese el Arruebaruena de esta final, que nacido en Abreus, Cienfuegos, y ahora vistiendo la camiseta de Matanzas, es de los referentes más queridos y mediáticos de la pelota cubana actual.