Tal vez resulte casual o una feliz coincidencia que se juntaran para “cocinar” un asunto de impacto económico y social, antes del inicio del verano 2022, no el aceite y el vinagre, sino quienes cosechan y comercializan alimentos a lo largo y ancho de Cuba.
El que agrupa a trabajadores agropecuarios, forestales y tabacaleros tiene entre las misiones, junto con el Ministerio de la Agricultura, potenciar movimientos emulativos y productivos que favorezcan el incremento de las exportaciones y la disminución de las importaciones de alimentos.
Estrategias dirigidas a favorecer el autoabastecimiento local no llenan aún el plato en los comedores obreros ni la mesa de la familia. Lo impiden trabas, tales como la burocracia en la entrega de tierras ociosas, y el demonio creciente del hurto y sacrificio de ganado.
Este sector enfrenta limitaciones materiales y financieras, pero también presenta insuficiencias. En Ciego de Ávila, devenida llanura de riquezas, no todos los productos le propician una buena digestión a la gestión estatal. Cruda realidad lo constituye el saldo de casi 60 millones de pesos de pérdidas económicas contabilizados hasta abril del presente año, en la agricultura avileña.
Sin buen sazón sigue el planteamiento de la mala calidad de la muda de ropa para trabajar, problema mayor hoy por el excesivo precio que supera en la actualidad los mil pesos.
Del surco al mostrador, trascienden, además, los sinsabores. La Resolución 99 del 2019 del Ministerio de Comercio Interior flexibilizó las regulaciones para las compras por autogestión de productos alimenticios frescos o elaborados, por parte de las unidades pertenecientes a este organismo, pero los proveedores tienen a la carta la inflación de elementales materias primas como el azúcar, la harina para pizzas, el pan, la carne de cerdo y otros surtidos que encarecen el destino final: las ofertas al pueblo.
En este giro comercial, Ciego de Ávila tiene el reto de dar una respuesta para reconquistar la popularidad de la Feria Agropecuaria del Parque de la Ciudad, ya que la vecina provincia de Sancti Spíritus le ha quitado clientela en relación con la organización, cantidad y calidad de las ofertas, a base de mejores tarifas.
Que en la “casa” de la Reina de las Frutas —que fuera y puede volver a ser Ciego de Ávila—, una piña cueste 60 pesos en su recinto ferial, el tema de la alimentación requiere ponerse también caliente, caliente en las conferencias sindicales.