Desde el 27 de mayo hasta el 11 de junio, los representantes de los gobiernos, los trabajadores y los empleadores de los 187 Estados Miembros de la OIT se reunieron en Ginebra en la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) donde debatieron acerca de la seguridad y la salud en el trabajo , el aprendizaje , así como la economía social y solidaria .
La delegación de Cuba a este evento estuvo integrada por la ministra de Trabajo y Seguridad Social Marta Elena Feitó Cabrera y el embajador de la Misión Permanente de Cuba en Ginebra Juan Antonio Quintanilla Román.
Cumplimentando la estructura tripartita de esta organización, participaron además, Rodolfo Parra, en representación de los empleadores, mientras que por los trabajadores asistieron el miembro del Secretariado Nacional de la CTC Ismael Drullet, y Milexsy Guizado Faez, especialista del departamento de Relaciones Internacionales de la CTC.
“El mercado laboral sufre una de las peores crisis a nivel mundial. La paralización de las actividades productivas en casi todo el planeta ha causado un deterioro económico que se avalancha rápidamente y del cual ninguna economía saldrá ilesa”, afirmó Drullet en su intervención ante la CIT.
“Transcurridos dos años, la COVID-19 continúa impactando en las condiciones sociales de la mayoría de la población mundial, en especial de los y las trabajadoras, con nefasta repercusión en sus familias, al extremo de generar una significativa contracción del mercado laboral, con 22 millones de puestos de trabajo menos”, dijo.
“Los procesos de cambio que están afectando al mundo del trabajo, que fueron a la vez el telón de fondo y la razón de ser de la iniciativa del centenario de la OIT, tomaron un nuevo y dramático rumbo en el 2019, añadió. La pandemia golpeó con fuerza la economía global, destruyendo el equivalente a 255 millones de puestos de trabajo a tiempo completo en el 2020, y su posterior proceso de recuperación está marcado por una coyuntura desigual e incompleta, lo que depara un porvenir incierto y difícil para la mayoría de los pueblos”.
En Cuba continúa el regreso progresivo de los trabajadores al quehacer laboral que tenían antes de la pandemia, precisó el dirigente sindical y reconoció “la vocación humanista mantenida por nuestros trabajadores de la salud y otros sectores quienes hacen posible, que un país con escasos recursos económicos, sujeto a los efectos de la crisis global, pueda mostrar resultados importantes en el control de la COVID-19”, entre ellos que al cierre de mayo se hayan administrado “más de 36 millones de dosis con vacunas propias, fruto de la heroicidad y compromiso de nuestros científicos con su pueblo.”
Durante este tiempo, “el movimiento sindical cubano ha participado activamente en las principales decisiones del país”, resaltó Drullet y destacó el rol de la central sindical “a favor de garantizar la protección de los trabajadores y sus familias en los diferentes puestos de trabajo, salarios, distribución alimentaria, y otras prestaciones y garantías”.
Crece la pobreza y el trabajo infantil
La clausura de la CIT tuvo lugar en vísperas del Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2022 (12 de junio). A propósito de ese tema, el Director General de la OIT Guy Ryder, advirtió que las decisiones que tomen los gobiernos marcarán la vida de millones de niños y recordó que la protección social es una de las medidas más poderosas para prevenir el trabajo infantil, pues ofrece seguridad de ingresos a las familias en tiempos difíciles.
“A pesar del avance en algunas regiones, el progreso global se ha estancado, particularmente para los niños entre 5 y 11 años. La pandemia de la Covid-19 ha puesto en riesgo a millones de niños más debido al aumento de la pobreza, la desigualdad y el cierre de escuelas. Si los gobiernos no actúan en consecuencia, el número en situación de trabajo infantil podría aumentar en casi 9 millones, para alcanzar la cifra total de 169 millones en 2022”, alertó.
Insistió en que “la protección social es una de las medidas más poderosas para prevenir el trabajo infantil, y se le considera clave para relanzar el progreso” y que se vuelve “particularmente poderosa cuando la cobertura se extiende a lo largo del ciclo de la vida desde las prestaciones por maternidad y familiares hasta las ayudas al desempleo, las pensiones de jubilación y la asistencia sanitaria, estructura que puede ayudar a las familias a hacer frente a las crisis económicas o de salud sin tener que poner a sus hijos a trabajar.
Por eso los responsables políticos deben establecer sistemas de protección universal de conjunto con garantías de un trabajo decente para los adultos y una educación de calidad para los niños, reclamó: “Las decisiones que tomen los gobiernos ahora, harán o arruinarán la vida de millones de niños hoy y en el futuro”.
Memorias para los menos adelantados
En los últimos diez años se ha hecho habitual que el evento cumbre de la OIT, la CIT, culmine con la presentación de la Memoria del Director General en la que se plantean a los mandantes tripartitos temas apremiantes en materia de políticas. Esta vez, Guy Ryder consagró el tema de los países menos adelantados (PMA), lista que integran 23 naciones, principalmente africanas y asiáticas.
En ese informe, cita estimaciones de las Naciones Unidas que aseguran que mil 700 millones de personas viven en las 107 economías que están “gravemente expuestas” a al menos uno de los tres canales de transmisión de las crisis; de ese total, ya 553 millones viven en la pobreza y 215 millones están desnutridas.
En lo que a los alimentos se refiere, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura informó en abril de que los precios habían aumentado en un 34 % con respecto al año anterior y que estos habían alcanzado un nivel sin precedentes.
Debido a las interrupciones en el suministro de fertilizantes, se han revisado a la baja las estimaciones del rendimiento agrícola hasta en un 50 por ciento.
Sobre el impacto de las guerras, recordó que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) ha puesto de manifiesto la correlación histórica que existe entre las alzas de los precios de los productos básicos agroalimentarios y los disturbios civiles.
La perturbación de los mercados internacionales ha provocado una volatilidad extrema de los precios, en particular los precios del petróleo y el gas natural, que han llegado a superar casi en un 50 % sus niveles de principios de año, cuyas consecuencias para las transiciones hacia las fuentes de energía renovables y la expansión de la energía nuclear son todavía inciertas.
Los mercados financieros, según declaran las Naciones Unidas, se encuentran «al borde de una crisis mundial de la deuda». Incluso antes de la COVID-19 y la guerra en Ucrania, los países en desarrollo destinaban el 16 % de sus ingresos por exportaciones al pago del servicio de la deuda. Ahora, a raíz de los gastos excepcionales para mitigar el impacto de la pandemia y ante el repunte de la inflación, tasada en un 5,2 % el año pasado, y los consiguientes aumentos de los tipos de interés, el 60 % de los PMA y otros países de ingresos bajos corren un alto riesgo de sobre endeudamiento o ya se encuentran en esa situación.
A los ojos de muchos, el concurso de circunstancias actuales conforma la tormenta perfecta que se abate sobre la economía mundial, alerta el informe:
“Al igual que muchos fenómenos meteorológicos extremos, esta tormenta es más violenta y devastadora que las anteriores y amenaza con echar por tierra los decenios de progresos logrados en las condiciones socioeconómicas. Desde 2019, unos 77 millones de personas adicionales han caído en la pobreza extrema; 117 millones de personas adicionales padecen hambre, y, tras décadas de grandes avances, el trabajo infantil va en aumento”.
Esta tormenta ha golpeado justo cuando la comunidad internacional estaba por iniciar un decenio de acción para alcanzar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que conforman la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, asegura el documento. Al renovarse el compromiso en favor de la Agenda 2030, se reconoció que los progresos realizados desde su adopción en 2015 habían sido, a todas luces, insuficientes para cumplir los objetivos establecidos y que debían intensificarse los esfuerzos desplegados. La pandemia y la crisis tridimensional desencadenada por la guerra en Ucrania han hecho que ese gran desafío sea si cabe más colosal.
Experiencia trascendental
A los representantes de la CTC “nos permitió continuar ganando visión y conocimientos sobre las Normas Internacionales del Trabajo referente principalmente a los derechos en el ámbito laboral, además de poder exponer y defender los avances obtenidos por el movimiento sindical cubano en materia de legislación laboral”. Enriquecedor resultó también “el intercambio y fortalecimiento de las relaciones con organizaciones sindicales a nivel internacional”.
Para Drullet, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se ratifica “como espacio fundamental para promover el espíritu de diálogo social permanente, amplio e inclusivo, donde la opinión y el consentimiento de los países concernidos resultan esenciales, en aras de alcanzar el consenso en las soluciones negociadas”.
Como parte de las actividades de la Conferencia, se desarrolló la Cumbre Mundial del Trabajo, con la participación del presidente de la República de Seychelles (Wavel Ramkalawan) y la presidenta de Honduras (Xiomara Castro), así como líderes del sector empleador, los trabajadores y los gobiernos, lo cual permitió un intercambio sobre los principales desafíos a los que nos enfrentamos.
“Los problemas del mundo fueron bien diagnosticados, las soluciones son las que no quedaron claras”, concluyó.