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Enrique Saínz en la memoria

No hay muchas fotos en la red de Enrique Saínz de la Torriente. Tiene que ver con la modestia de un hombre que prefería estar lejos de los focos, pese a sus muchas credenciales.

El reconocido ensayista y crítico literario ha fallecido este domingo en La Habana, a los 80 años de edad, y deja una obra enjundiosa, que ha devenido referente para muchos estudiosos de la literatura cubana.

 

 

Nacido en Isla de Pinos en 1941, se licenció en Lenguas y Literaturas Clásicas en la Universidad de La Habana. Fue Investigador Titular del Instituto de Literatura y Lingüística José Antonio Portuondo Valdor y desde allí desarrolló una extraordinaria labor investigativa.

Particularmente documentadas y profundas fueron sus indagaciones sobre la poesía. Lector impenitente, entre sus libros destacan Silvestre de Balboa y la literatura cubana, La literatura cubana de 1700 a 1790, La obra poética de Cintio Vitier, Indagaciones, La poesía de Virgilio Piñera, Diálogos con la poesía, Ensayos en el tiempo y Ensayos inconclusos.

Obtuvo el Premio de la Crítica Literaria en cinco ocasiones, y además recibió el Premio de Ensayo Alejo Carpentier, el Premio Mirta Aguirre de Crítica Literaria y la Distinción Por la Cultura Nacional.

Era miembro de la Academia Cubana de la Lengua (ocupaba el sillón J). Otra académica, muy cercana a Saínz ha destacado de él los valores extraordinarios de su ensayismo sobre poesía y poetas cubanos y extranjeros, y su labor al frente del tomo 2 dedicado a la República de la Historia de la Literatura Cubana.

Según Romero, sus aportes a los estudios sobre orígenes de la literatura cubana son meridianos.

Y habría que sumar su naturaleza generosa, su bondad esencial.

El crítico y dramaturgo Norge Espinosa ha escrito sobre él:

«Ahora que nos ha golpeado la noticia de la muerte de Enrique Saínz, podría decirse que la poesía cubana se encuentra un poco menos defendida, más vulnerable, al haber perdido a uno de sus lectores más devotos. Con una paciencia que era todo él, Enrique fue leyendo en el paisaje de nuestra literatura a poetas de diversas generaciones, y a todos les dedicó lo mejor de sí, como ensayista y crítico, hasta unirse a ese paisaje como una referencia útil y fervorosa. Pocos quedan en Cuba como él, y también por eso extrañaremos a este hombre, nacido en 1941, y que dedicó estudios a los poetas de Orígenes, a Boti, a Rilke o Eliot y otros autores más recientes.

«Con su aire de venir desde otro tiempo, su proverbial despiste para los azares de la vida cotidiana, y algunas anécdotas memorables (…) se hizo también querido y reconocible entre los poetas de estas últimas décadas, que de seguro van a extrañarlo también».

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