Hoy me levanté pensando en una pregunta que hace días me hizo un amigo de mi “pincha”. ¿Por qué celebramos este Primero de Mayo? Después de dos años en pausa por la pandemia, la convocatoria para desfilar el próximo domingo en nuestras plazas tiene muchas razones personales, sociales y auténticas que quisiera compartir como mismo hice con mis hijos:
Porque así lo aprendí de mis abuelos y mis padres, que desde el 1.o de enero de 1959 creyeron en la Revolución, con sus luces y sacrificios, sus verdades y desafíos.
Porque sin creernos el ombligo del mundo todos los reflectores apuntan a cuantos apoyamos este proceso de justicia social, que ha sido lo que pudo ser y no lo que quiso ser, parafraseando a Eduardo Galeano.
Porque marchar en Cuba dejó de ser sinónimo de demandas o reclamos ya que este Gobierno Revolucionario se ocupa todos los días de los problemas reales de los trabajadores.
Porque hay duras escaseces, ineficiencias empresariales y burocracia inexplicable, pero son más fuertes la soberanía de una vacuna que nos permite estar vivos hoy y la confianza que tenemos de emanciparnos por nosotros mismos, sin pedirle permiso a nadie.
Porque Fidel, Raúl y ahora Díaz-Canel no han sido líderes de oficina o lejanos a su pueblo, sino de barrios, de campos, de los que no le dan “ni tantico así al imperialismo”, por lo que merecen respaldo y apoyo en días como este.
Porque Cuba no es una sociedad perfecta ni idílica, está consciente de los grandes cambios económicos por hacer y solo ha exigido que se respete lo decidido por la mayoría de este pueblo, no por una minoría recalcitrante y servil a un gobierno que jamás ha perdonado ideas socialistas a 90 millas.
Porque decir que Cuba Vive y Trabaja lo asumo como el parto nacido en medio de un recrudecido bloqueo económico y la firme convicción de que nadie, por poderoso que sea, nos doblega las rodillas.
Porque nos acompañan los deseos, las ganas, el coraje y la cubanía para levantarnos temprano y decir: ¡Viva el Primero de Mayo!