“O nos unimos y nos enfrentamos unidos a todos los enemigos de nuestra Revolución o por pretextos mal intencionados o políticamente equivocados nos dividimos cada uno por nuestra parte y nos quedamos a merced de los poderosos enemigos que tiene la Revolución. Sobre todo, fuera de Cuba. ¿Qué quieren ustedes, unirse o dividirse? (Gritos de ¡Unidad!)”.
De ese modo, en diálogo con la gigantesca multitud que colmó la entonces denominada Plaza Cívica, habló Raúl aquel Primero de Mayo de 1959, el primero en libertad.
Otro significativo momento de su intervención en aquella histórica jornada fue cuando el joven comandante evocó las ideas del poema martiano Yugo y estrella, una disyuntiva enunciada por el Apóstol en el siglo XIX a la que se enfrentaban de nuevo los revolucionarios: “Muchas veces —dijo Raúl— cuando hablamos de sacrificio no es por patrioterismo, es porque tal vez sea una necesidad del pueblo de Cuba en estos momentos cuando tiene un dilema. Allá está lejana una estrella que señala el porvenir y la felicidad de los cubanos. Llegar a aquella estrella es duro, es difícil, hay que sacrificarse, tal vez nuestro pueblo tendría nuevamente que sangrar. Quedarse aquí, es estar como hasta ahora hemos vivido. Allá tenemos una estrella. Para llegar a ella hay que sacrificarse. Aquí tenemos un yugo. Para llegar a él lo único que hay que hacer es someterse nuevamente. ¿Qué quieren ustedes, cubanos? ¿El yugo o la estrella?”. (La respuesta unánime y contundente fueron aplausos y gritos de ¡La estrella, la estrella!).
Los trabajadores no han traído una sola demanda
En aquel desfile Fidel no estuvo presente por cumplir compromisos internacionales, pero en el del año siguiente, 1960, habló de la radical diferencia entre la fiesta que reunió a las masas laboriosas y el pueblo, rebosantes de júbilo y entusiasmo, en relación con los actos del pasado.
“¿Qué era antes un desfile del Primero de Mayo? Hoy los trabajadores no han traído una sola demanda y, sin embargo, antes apenas si los trabajadores podían cargar el cúmulo de cartelones que traían sobre sus hombros el Primero de Mayo. Y en eso consistía el Primero de Mayo: una oportunidad para que los obreros desfilasen cargando cartelones, con alguna promesa de satisfacer esas o algunas de esas demandas. Y así, aquellos Primero de Mayo eran, al fin y al cabo, una tomadura de pelo para los trabajadores, que al otro año tenían que volver otra vez cargando los mismos carteles con las mismas demandas. Y cuando obtenían algo no era porque se lo otorgaban graciosamente, sino porque se lo arrebataban luchando a brazo partido a través de las huelgas y de los movimientos organizados en pos de demandas económicas”.
La más extraordinaria y hermosa unión
En 1962 el Comandante en Jefe definió con emotivas palabras a los que habían repletado el inmenso espacio de la que ya había sido bautizada como Plaza de la Revolución José Martí: “¿Y qué es ese pueblo trabajador sino la más extraordinaria y hermosa unión, la más extraordinaria y entrañable hermandad? ¡Rostros de blancos y rostros de negros que se unen y se confunden en verdadera y profunda hermandad! ¡Rostros de hombres y mujeres, de jóvenes y de adultos! ¡Rostros de pueblo, de pueblo humilde, de pueblo trabajador!
“Y eso es lo que se reúne aquí hoy para conmemorar su día internacional, para conmemorar su fiesta del Primero de Mayo. Eso es lo que se reúne aquí hoy: lo más puro, lo más limpio y lo más honesto de la patria; lo más digno, lo más abnegado y lo más fecundo de la nación: los que hacen la nación, los que crean todas las riquezas y todos los bienes de la nación. Los que construyen, sobre las ruinas del sistema abolido de la explotación y el privilegio, la sociedad nueva, la patria nueva. No se reúnen parásitos, no se reúnen explotadores, no se reúnen ladrones. ¡No! Se reúnen trabajadores, se reúnen forjadores, se reúnen creadores, se reúnen los que con sus brazos y con sus energías hacen posible la vida de la nación. ¿Y por qué se reúnen en tan grandiosa magnitud, y se reúnen con tan conmovedor entusiasmo en medio de la lucha y en medio de los sacrificios? Porque este es su régimen, esta es su Revolución, este es su sistema y este es su Estado proletario”.
El mañana que queremos
Hacía menos de dos años que el país había enfrentado, con la firmeza de un Maceo, el riesgo de desaparecer en una guerra nuclear, durante la llamada Crisis de Octubre. Se estaba celebrando el Primero de Mayo de 1964 y las palabras de Fidel trasmitieron optimismo: “Queremos un mañana próspero, pacífico y feliz; lo deseamos con lo más profundo de nuestros corazones. Queremos ver la obra de nuestro trabajo y de nuestro esfuerzo; lo deseamos hondamente. Pero si nos obligan a luchar, y nos obligan a hacer los más inconcebibles sacrificios, no sería culpa nuestra, ¡no sería culpa nuestra! Y de las cosas que no sean culpa nuestra nunca debemos sentirnos apesadumbrados.
“¡Si la vida nos brinda triunfos y éxitos, vengan los triunfos y vengan los éxitos que ganemos con dignidad y con honor; si la vida nos brinda sacrificios y lucha, bienvenidos sean el sacrificio y la lucha, porque eso es lo que la vida nos brinda con dignidad y con honor!”.
Un gigante moral
Memorable fue el discurso de Fidel en la Tribuna Abierta de la Juventud, los Estudiantes y los Trabajadores, el Primero de Mayo del 2000.
Se libraba la lucha por el regreso a la patria del niño Elián González, secuestrado en Miami por una parentela al servicio de la mafia terrorista anticubana. El hecho había generado la llamada Batalla de Ideas, una acción política en defensa de la justicia social, la integridad nacional y el internacionalismo, que se acompañó de innumerables programas encaminados a mejorar la calidad de vida de los cubanos.
Fue en aquella intervención que el Comandante en Jefe expuso el concepto de Revolución que a partir de entonces ha constituido una guía de acción para abordar el presente y el futuro.
Y en aquella concentración Fidel hizo además una contundente definición del papel que había llegado a desempeñar la Mayor de las Antillas en el concierto internacional, cuando expresó: “Sería sabio que los actuales y futuros gobernantes de Estados Unidos comprendieran que David ha crecido. Se ha ido convirtiendo en un gigante moral que no lanza piedras con su honda sino ejemplos, mensajes e ideas frente a las cuales el gran Goliat de las finanzas, las riquezas colosales, las armas nucleares, la más sofisticada tecnología y un poder político mundial que se sustenta en el egoísmo, la demagogia, la hipocresía y la mentira, está indefenso”.
Ese poder alcanzado por la pequeña Cuba socialista sigue creciendo y es en este Primero de Mayo otro gran logro que los trabajadores y el pueblo exhibirán con orgullo ante el mundo.