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Francia ante la violencia de la decepción

El venidero 20 de abril tendrá lugar un debate definitorio entre los can­didatos a la presidencia de Francia: Emmanuel Macron, La República en Marcha; y Marine Le Pen, Agrupa­ción Nacional. El actual presidente podría quedar contra las cuerdas por las claras insuficiencias de su primer período; mientras su oponente inten­tará evitar los mensajes extremistas que tanto le afectaron en las eleccio­nes del 2017, línea en la que ha estado trabajando durante toda la campaña.

En primera vuelta Emmanuel Macron obtuvo el 27,6 % de los votos y Marine Le Pen, 23,41 %. Necesitaban más del 50 % para ganar. Pronósticos recientes presentan al actual mandatario como triunfador el venidero 24 de abril aunque con una ventaja mucho menor que el 66,1 % obtenido frente a la misma rival en el 2017. Se espera que el abstencionismo supere el 25 % del 10 de abril, que a su vez dejó atrás el 22,2 % registrado en el 2017. Foto: Tomada del sitio www.elperiodico.com

Para muchos analistas la vo­tación prevista para el 24 de abril será también un referendo acer­ca de la permanencia, o no, de la nación en la Unión Europea, y de la anunciada transición ecológica. Macron, defensor del bloque regio­nal, se ha comprometido a impul­sar las energías renovables y habla de construir seis nuevas centrales nucleares; mientras Marine ya no se opone abiertamente a la integra­ción, pero insiste en reformar los términos en que Francia participa de la Unión Europea.

El actual presidente aseguró el pasado sábado que “la ecología será el corazón” de su política. Fue un guiño evidente a los jóvenes presen­tes en el acto realizado en Marsella, región donde Jean-Luc Mélenchon, de La Francia Insumisa, se alzó como favorito en primera vuelta (10 de abril). Vale añadir que el septua­genario candidato recibió el voto del 65 % de los ciudadanos entre 25 y 34 años de toda Francia.

No obstante, ninguna retórica podría purgar el malestar que llevó a los Chalecos Amarillos a las ca­lles en aquellas protestas multitu­dinarias que desde finales del 2018, y por varios meses, denunciaron la desigualdad social y otras falencias sistémicas. Tampoco resolvería el conflicto laboral que mantiene en tensión al sector del transporte y a los sindicalistas en huelga contra las normas de organización del trabajo que en trenes y tranvías entrarán en vigor el 1.o de enero del 2025.

Macron ha ganado, con hono­res, el apelativo de “presidente de los más ricos”, debido a su política económica y la eliminación del im­puesto a las fortunas. Un informe del Instituto de Políticas Públicas de Francia asegura que el 1 % más rico aumentó su renta en un 3 %, mien­tras que el 5 % más pobre solamen­te se benefició un 0,8 por ciento.

Durante la presente campaña el mandatario anunció medidas impo­pulares como la de extender la edad de jubilación hasta los 65 años y au­mentar el precio de la inscripción en la educación superior. Ello tuvo un claro impacto en las urnas y explica, en parte, el ascenso de Mélenchon, quien esta vez obtuvo el 22 % del fa­vor popular, apenas 1,2 % menos que la candidata de extrema derecha.

“¡No hay que darle un solo voto a Marine Le Pen!, enfatizó el re­presentante de La Francia Insumi­sa apenas supo el resultado y llamó a su electorado a no dejarse vencer: “Mientras haya vida, el combate continúa. Sé que ahora la violencia de la decepción se dirige hacia lo que se hubiera podido hacer, pero cómo no estar orgullosos del traba­jo realizado, el frente popular exis­te, ¿qué hubiera pasado si no hubié­ramos trabajado?, ¿qué quedaría de esta fuerza?”.

En carta abierta a su electo­rado (publicada el 13 de abril), Mélenchon alertó que “Marine Le Pen suma al proyecto de mal­trato social que comparte con Emmanuel Macron un peligroso fermento de exclusión étnica y religiosa”.

El politólogo francés Pierre Le­bret, experto en cooperación inter­nacional, ha dicho que “nunca antes la amenaza de la extrema derecha había obtenido niveles de adhesión tan altos a pocos días de la elec­ción. El peligro acecha, y las con­secuencias serían nefastas al tener una persona de la extrema derecha, abiertamente racista, sentada en el Elíseo. Tampoco se puede olvidar que Francia es una potencia nuclear y miembro permanente con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU. No da lo mismo quién gobierne. Como lo expresaba el ex­presidente François Mitterrand: Le nationalisme, c’est la guerre (el na­cionalismo es la guerra)”.

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