“Muy bueno, pues, lo del 1.º de Mayo. Ya aguardo tu relato, ansioso”. Así le expresó José Martí a su amigo Fermín Valdés Domínguez en una carta fechada en Nueva York, en mayo de 1894.
Fue precisamente al inicio de esa década cuando comenzaron las celebraciones por el Día Internacional de los Trabajadores, y Cuba uno de los primeros países que conmemoraron la fecha.
Las preocupaciones del Maestro sobre la situación de la clase obrera empezaron tempranamente. Durante su estancia en España, al decir de Pablo Iglesias, fundador del Partido Obrero Socialista Español, asistió a reuniones obreras y estuvo en la redacción de periódicos avanzados. Cuando se trasladó a México colaboró con órganos de prensa proletarios, y hasta resultó invitado al primer congreso obrero efectuado en 1876.
Pero fue en Estados Unidos donde su pensamiento en torno a la explotación de los asalariados alcanzó mayor dimensión, y se manifestó con fuerza ante las huelgas obreras en reclamo de la jornada laboral de ocho horas, ocurridas en Chicago en 1886, que derivaron en una violenta represión y un infame proceso judicial que condenó a ocho obreros anarquistas.
Admira constatar cómo Martí, que en un comienzo valoró los hechos dejándose llevar por la propaganda oficial, fue capaz de penetrar en las verdaderas causas y denunciar enérgicamente la injusticia. Aquellos trágicos episodios constituyeron el origen de la conmemoración del Primero de Mayo.
Desde la colonia hasta la victoria
El primer desfile por la efeméride llevado a cabo en Cuba ocurrió en 1890, en plena dominación española, fue en la capital, y contó con la participación de unos 3 mil trabajadores, quienes no se dejaron intimidar por la presencia de las fuerzas represivas a lo largo de todo el trayecto y partieron del antiguo Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad), hasta llegar a las calles Consulado y Virtudes, donde radicaba la sala de entrenamiento conocida como Skating Rink, donde hicieron uso de la palabra 15 oradores.
Una celebración sobresaliente en la República tuvo lugar en 1925, un viernes en que los trabajadores decidieron hacer un paro general para recordar la fecha. Unas 40 mil personas partieron del Parque de la Fraternidad hasta el Nuevo Frontón, lugar que hoy ocupa la sede de la Central de Trabajadores de Cuba. Entre los oradores estuvieron el prestigioso dirigente sindical del sector gráfico Alfredo López, quien contribuiría decisivamente a la fundación, ese mismo año, de la primera central sindical cubana, y el líder universitario y comunista Julio Antonio Mella, quien habló además en el acto de la Colina Lenin y en una velada que tuvo como sede la Sociedad de Torcedores.
El Primero de Mayo de 1937, en medio del proceso de reconstrucción del movimiento sindical, la lucha por rescatar la unidad era la principal bandera y entre los actos de ese día resaltó la gran concentración realizada en el Parque Hatuey, sito en las calles habaneras de San Lázaro y Marina, en la cual los trabajadores pudieron escuchar por primera vez a Lázaro Peña.
A pesar del asalto y secuestro de la legítima CTC por elementos serviles a la burguesía y el imperialismo, a fines de la década de los años 40 los sindicatos siguieron conmemorando de diversas maneras el Día Internacional de los Trabajadores.
Una nueva era surgió con el triunfo de la Revolución. La otrora Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución, acogió a un millón de cubanos. Allí habló Raúl Castro Ruz, porque Fidel se dirigía a Argentina para un viaje de trabajo. No obstante, desde el avión donde viajaba ofreció una conferencia de prensa en la que expresó un concepto que mantiene absoluta vigencia: “(…) el día de los trabajadores debe ser (…) de cada uno de los sectores que integran nuestra patria, debe ser el día de todo el pueblo, puesto que esta obra grande que nuestra patria se ha propuesto realizar y que está realizando por encima de todos los obstáculos, es una obra de toda la nación”.