Yasmani Perdomo Téllez experimentó el mayor de los escalofríos de su vida cuando supo que en este 2022 sería dueño de casa con tan solo 31 años.
Por consenso de su colectivo el joven ingeniero industrial, especialista principal del área de los recursos laborales del Laboratorios Farmacéuticos Oriente (LBF), será propietario de una de las 30 viviendas que se construyen (seis se entregarán en este años) como resultado de uno de los destinos dado a las utilidades de dicha entidad de Biocubafarma en Santiago de Cuba.
Pero si bien anda eufórico con la noticia, Yasmani confiesa que no es el único alegrón recibido allí donde comenzó su vida laboral hace ocho años atrás.
Desde su experiencia personal asegura que las oportunidades que reciben los jóvenes en LBF resultan ideales para quien tenga un proyecto de vida en el que primen la superación profesional, la prosperidad económica, el avance, las metas para alcanzar un mañana mejor.
Lo dice quien llegó recién graduado y a fuerza de acompañamiento de los más experimentados, seguimiento por parte de los tutores, del Consejo de Dirección, y la voluntad personal, ha logrado escalar a puestos de rigor y responsabilidad con un desempeño que le vale para estar incluido en la cantera y la reserva de cuadros de los más altos cargos.
“Comencé rotando por las diferentes áreas, aprendiendo de los procesos de producción de tabletas, sueros, vendas enyesadas, soluciones para hemodiálisis y cuanto medicamento se produce aquí.
“Después vino profundizar en mi especialidad y conocer más de los recursos humanos, estudiar resoluciones, sistemas de pago, organización del trabajo, de los salarios, normas, leer bastante, intercambiar mucho con el personal.
“Junto con ello vino también la búsqueda de mayor conocimiento y terminé un diplomado de Gestión de Capital Humano en tanto llega la matrícula a una Maestría en la Universidad de Oriente que espero se concrete dentro de poco, con la mira puesta en la formación doctoral”.
Cada peldaño, cada sueño, Yasmani lo ha forjado con una dosis extra de sacrificio, aún cuando la palabra pudiera parecer común y por ende poco justipreciada.
“Yo vivo en Jutinicú, una localidad del municipio de Songo-La Maya, distante unos 25 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, eso implica que día tras día, con lluvia, con frío, con calor, con temblor, con lo que sea… yo me levanto a las cuadro de la madrugada, me alisto rápido y salgo a la carretera en busca de un transporte, de regreso a casa, que puede ser siete u ocho de la noche, es la misma historia.
“Pero uno aquí se siente estimulado y comprometido, o viceversa, y no mide cosa alguna que estar, para contribuir, para trabajar por nuestro LBF”.
Como él otros 132 jóvenes, de los 704 trabajadores de una industria que en acaba de ratificar la condición de Vanguardia Nacional del Sindicato de Trabajadores de las Salud, encuentran motivaciones para seguir dando energías, vigor, intrepidez y osadía a la organización que los acoge, los hace crecer, los insta a la superación, los involucra y los suma.
En recíproco gesto los más bisoños no andan con miramientos para responder presentes: impulsar la producción, hacer jornadas de trabajo productivo, donar sangre, involucrarse en la tarea que sea.
No olvidar, por ejemplo, que de LBF salieron aquellos primeros voluntarios que pusieron el hombro en las horas difíciles, de incertidumbre y desasosiego, para el primer ensayo clínico en humanos de lo que es hoy la vacuna Abdala.
Tropa de armas tomar, de avance, de respuesta, de resultados, gracias a la cual Laboratorios Farmacéuticos Oriente suma otro reconocimiento a su quehacer: la condición 60 aniversario de la Unión de Jóvenes Comunistas, otorgada a sólo cinco colectivos de Santiago de Cuba.
Enhorabuena esta savia nueva, este suero de juventudes de LBF.