El pasado martes 22 de marzo la página de Facebook de los Museos Arqueológicos de La Habana, adscritos a la Dirección de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH), amaneció con un doloroso clamor: Salvar la Batería de Costa No.1, en La Habana del Este.
Quienes desde abril del 2021 han dedicado numerosas sesiones de trabajo al rescate del otrora emplazamiento militar, escribieron:
“Desde la pasada semana se vienen sucediendo actos vandálicos contra la Batería de Costa No.1, en La Habana del Este. Salvar este Monumento Nacional, parte de la declaratoria como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco del Centro Histórico de la Ciudad de La Habana y su sistema de fortificaciones, ha sido un objetivo del Gobierno de La Habana del Este, con el apoyo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
“En estos momentos la Oficina del Historiador se encuentra acometiendo la restauración y puesta en marcha del Museo de sitio Torreón de Cojímar, obra que está llevando, en el Este de La Habana, todo el esfuerzo posible, dentro de la compleja situación económica que vive el país. En la Batería, desde el pasado 4 de abril (del 2021), se empezaron acciones continuadas, en cuanto a trabajos fitosanitarios, vitales para la preservación de las estructuras. Hoy en día, la Batería muestra otro aspecto (…) “Tarea de todos es preservar este excepcional recinto militar representativo de las últimas tipologías de baterías españolas del siglo XIX y, como se dijo desde un principio, proteger la batería y crear un pequeño centro de visitantes, no conlleva grandes recursos, y de esta manera se implica a la comunidad, como principal gestor de su patrimonio, como siempre nos planteara el doctor Eusebio Leal Spengler”.
¿Qué es la Batería de Costa y por qué debemos preservarla?
La Batería de Costa No.1 (Fuerte No. 1) es uno de los exponentes del tercer sistema defensivo de San Cristóbal de La Habana. Es única de su tipo en el Caribe y nos remite al último sistema de fortificaciones construido por España en América.
El imperio español gastó aquellas últimas pesetas con las que pretendía preservar a la Llave del Golfo como colonia en este complejo defensivo que complementaba los que habían construido a lo largo de cuatro siglos de conquista y colonización.
A la circunstancia de ser testigo de una época, La Batería No. 1, agrega la de haber participado, junto a emplazamientos similares, en acciones combativas que disuadieron a las tropas estadounidenses de invadir La Habana en aquel 1898, en que la “fruta” estaba aparentemente madura. Esos cañones, hoy pintarrajeados, tienen el valor simbólico de haber disparado a las acorazadas cañoneras yanquis.
Tales razones, y otras que intentaremos explicar en este texto, avalan su condición de Monumento Nacional y Patrimonio de La Humanidad. Ellas bastan para querer rescatarla del olvido, la maleza, y ponerla en función del desarrollo local con un claro propósito educativo-recreativo.
En ese empeño se han comprometido organizaciones e instituciones como la Oficina del Historiador y sus Museos Arqueológicos de La Habana, que a solicitud de autoridades locales, comenzó a coordinar acciones de limpieza y preservación con sus especialistas. Han contado además con el auxilio del Parque Histórico Militar Morro-Cabaña, y del proyecto de Transformación Integral en el municipio de La Habana del Este, del Centro de Desarrollo Local y Comunitario (Cedel).
La convocatoria a colaborar permanece abierta a otras instituciones que deberían sumarse, y también a la localidad, con la esperanza de evitar vandalismos mayores.
En la mira está construir allí un museo de sitio que permita visibilizar los valores patrimoniales, arqueológicos, históricos y naturales del lugar, que lo hacen parte inseparable del Centro Histórico de La Habana y su Sistema de Fortificaciones hasta finales del siglo xix, declarados Monumento Nacional en 1978, por la Comisión Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura, y Patrimonio de la Humanidad en 1982, por la UNESCO.
Por Cuba hasta la última peseta
España construyó en los principales enclaves en América un sistema de defensa que le permitiera preservar su dominio sobre la región. En las zonas costeras debían protegerse además de los constantes ataques de corsarios y piratas.
En La Habana, los expertos hablan de tres sistemas defensivos:
- El primero, edificado entre 1589 y 1762, sobresale por los castillos de Los Tres Reyes del Morro y San Salvador de La Punta, cuya misión era resguardar la entrada de la bahía. Más al interior del puerto existía el de La Real Fuerza. Completaba el esquema, la Muralla, que a las 9 de la noche cerraba la urbe a cal y canto y la hacían inexpugnable desde tierra.
- El segundo sistema, construido entre 1763 y 1895, incluyó a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, con un amplio foso; a los castillos de Atarés y el del Príncipe, así como a la Batería de Santa Clara, ubicada sobre una terraza marina emergida en terrenos que hoy ocupa el Hotel Nacional.
- Del tercer sistema, levantado entre 1895 y 1898, según lo describe el investigador auxiliar y Mc. Jesús Ignacio Suárez Fernández, destaca un nuevo tipo de construcciones bajas, semisoterradas, atrincheramientos y la incorporación de una serie de baterías de costa.
Los antiguos sistemas de fortificaciones abaluartadas se habían tornado ineficaces luego de la aparición del cañón de ánima rayada con proyectiles de alta potencia, mayor alcance, precisión, penetración y poder destructivo, ello explica el cambio conceptual en esta tercera y última fase de construcciones militares españolas en América.
Añade el experto que fue en esas cubiertas planas macizas donde se empleó por primera vez el cemento Portland en Cuba.
Algunos historiadores aseguran además que el ejército español, advertido de la codicia con que el pujante imperio estadounidense miraba a Cuba y de la posibilidad de un ataque a La Habana, optó por acelerar los planes de edificar este frente marítimo con el cual evitar o repeler cualquier ataque desde el mar.
La construcción del campo atrincherado de La Cabaña, como sistema de fortificaciones de avanzada, constituyó la expresión más evolucionada de la política de acondicionamiento del teatro de operaciones militares aplicada por el ejército español en Cuba en 1898, afirma Suárez Fernández en artículo publicado por Museos Arqueológicos de La Habana en su página de Facebook.
Añade el también ingeniero Suárez Fernández, que el Frente Marítimo de La Habana estuvo integrado por cinco baterías principales: dos a barlovento del cerro donde está enclavada la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña; la Batería No. 1, entre el reparto Camilo Cienfuegos y la llamada Playa del Chivo; en el lado oeste, la Batería No. 2 o Batería del Barco Perdido. Esta última tenía a su izquierda un pequeño grupo de baterías auxiliares. Todas ellas, junto a las piezas del Campo Fortificado de La Cabaña, defendían el sector noreste de la ciudad. Las restantes tres baterías principales estuvieron ubicadas a sotavento de La Cabaña.
Solo se conserva la Batería No. 1, el resto fueron demolidas por diversas causas: la No. 2 por la construcción de la avenida Monumental; y las baterías 3, 4 y 5 por la construcción del Malecón habanero. El parque-monumento a Antonio Maceo y el Hotel Nacional se levantaron sobre los antiguos terrenos de las otrora baterías de La Reina y de Santa Clara, respectivamente.
Los expertos reconocen que en el diseño y construcción de la Batería No.1 se emplearon las más modernas técnicas de ingeniería militar. Posee un diseño semisoterrado, con emplazamientos cubiertos, nichos, trincheras y piezas artilleras de gran eficacia: cuatro Cañones Díaz – Ordóñez (modelo 1885), con calibre de 150 mm, y 2 Cañones Nordenfeldt (modelo 1893), con calibre de 57 milímetros.
Los Ordóñez, conservados sobre sus cureñas de entonces, fueron algunas de las piezas recientemente vandalizadas.
[box title=»El sistema de fortificaciones de La Habana tenía la misión de proteger a la urbe, al puerto y al astillero. Según la Unesco, incluía:» box_color=»#4b9f16″ radius=»4″]
- Fortaleza de San Carlos de la Cabaña –una de las fortalezas coloniales más grandes de América–, ubicada al lado este del estrecho canal de entrada a la Bahía de La Habana
- Castillo de la Real Fuerza –una de las fortalezas coloniales más antiguas de América (iniciada en 1558)–, al lado oeste del canal
- Castillo de San Salvador de la Punta
- Castillo de los Tres Reyes del Morro, custodiando la entrada al canal
- Torreón de San Lázaro
- Castillo de Santa Dorotea de Luna de la Chorrera
- Reducto de Cojímar
- Baluarte del Ángel
- Lienzo de la Muralla y Puerta de la Tenaza
- Restos de Lienzo de la Muralla
- Garita de la Maestranza
- Cuerpo de Guardia de la Puerta Nueva
- Restos del Baluarte de Paula
- Polvorín de San Antonio
- Hornabeque de San Diego (Fuerte Nº 4)
- Castillo de Santo Domingo de Atarés
- Castillo del Príncipe
- Fuerte Nº 1. (Batería de Costa Nº 1)
A tiro de cañón
El acorazado Maine ancló en La Habana el 25 de enero de 1898. Días más tarde, el 15 de febrero, voló en pedazos arrastrando hacia el fondo marino un lamentable cargamento de 266 almas, así como toneladas de plomo y metralla. Aquella supuesta misión de “buena voluntad” con la que había llegado, se convirtió en pretexto para la primera intervención militar de Estados Unidos en Cuba.
Semanas después de aquel fatídico suceso, el 25 de abril de 1898, se declara la guerra entre las dos potencias y comenzó lo que se conoce como Guerra Hispano-Cubana-Norteamericana. En ese contexto, EE. UU. decretó el bloqueo naval a La Habana. En los días 6 y 7 de mayo los cañones de la Batería de Costa No. 1 entraron en combate contra los barcos de la armada estadounidense que se habían acercado temerariamente.
Hubo otras escaramuzas desde la Batería No. 2 y la de Santa Clara, que si bien no fueron grandes acciones militares, sí enviaron un claro mensaje del poder de fuego del sistema defensivo con que se había pertrechado la capital. El efecto disuasorio funcionó. Varios historiadores de entonces refieren que luego de estas refriegas, la armada estadounidense trasladó sus planes de invasión hacia Santiago de Cuba, segunda ciudad en importancia, pero con mayor vulnerabilidad desde el punto de vista militar.
La historia de la Batería No. 1 continuó empezada la República. En los años treinta fue campo de tiro de la Escuela de Artillería del Regimiento No. 7 Máximo Gómez, radicado en La Cabaña. Durante las guerras mundiales funcionó como uno de los bastiones defensivos de La Habana y en la Crisis de Octubre fue reequipada para entrar en combate.
Antes de 1959, cuando el emplazamiento quedó inactivo, varias personas de muy escasos recursos se cobijaron entre aquellas vetustas paredes. Después del triunfo de la Revolución, esas familias estuvieron entre los primeros residentes de la Unidad Vecinal No. 1 (luego reparto Camilo Cienfuegos), primera obra de vivienda social de la Revolución.
En mayo de 1982, el año en que el Centro Histórico de La Habana y su sistema de fortificaciones hasta finales del siglo xix fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, la batería abrió como museo municipal de La Habana del Este, función que mantuvo algunos años hasta que volvió a quedar en desuso.
¿Denuncia o atentado?
Justo esas piezas que libraron aquellas primeras batallas militares contra la voracidad estadounidense han sido las principales víctimas de los grafiteros que en días recientes dejaron allí su mensaje contestatario, irreverente e irrespetuoso.
No es la primera vez que ocurren atentados como este contra bienes histórico-patrimoniales localizados en espacios públicos. Vale recordar las pintadas sobre el mármol de monumentos como el de Mayor General José Miguel Gómez, donde nace la hermosa calle G, en El Vedado capitalino; y el que rememora los hechos del Maine, en el Malecón habanero.
En el mundo, el movimiento de grafitis ha devenido en un auténtico movimiento artístico de códigos singulares, atemperados a la época y nación que lo gesta. Hay exponentes cuya impronta distingue espacios citadinos.
Pero muchos grafiteros se han convertido en el terror de las autoridades que velan por la preservación y la gestión patrimonial. Más allá del valor artístico que puedan tener las pintadas, la intervención sobre un sitio de alto valor como la Batería No.1, representa una afrenta al patrimonio y a la cultura.
Los grafiteros, habitualmente voraces en su afán de marcar espacios visibles, emplean pinturas en sprays o aerosoles, también rotuladores, tizas y ácidos que corroen de forma permanente. Revertir sus intervenciones no siempre es posible, y representan considerables gastos económicos.
La eliminación de estas marcas puede acelerar el deterioro de piezas que han resistido el paso del tiempo y, en este caso, la erosión marina. En ocasiones, después de la limpieza no se recupera el estado original y el entorno queda degradado visualmente.
Afortunadamente, el perjuicio ocasionado a la Batería No.1 es reversible, opina Antonio Quevedo, director de Museos Arqueológicos de la OHCH, pero encarecerá el proceso de restauración, justo en un momento difícil para la economía nacional.
Patrimonio vivo
Desde el pasado 20 de noviembre del 2021, los expertos de Museos Arqueológicos comenzaron trabajos de jardinería en la Batería de Costa No.1 junto al Grupo de Inversiones Nuevas Viviendas-OHCH y Fénix Servicios Especializados, quienes saben cómo recuperar y contrarrestar el impacto de la flora invasora que había llegado a revestir casi todas las estructuras.
No es un trabajo sencillo, ni lo puede hacer cualquiera, comentó Quevedo. Este tipo de fortificaciones está cubierta por una capa vegetal que le sirve de camuflaje y actúa como protección a la capa de doce a catorce metros de espesor (tierra apisonada y arena) que, colocada sobre la cubierta de rieles de ferrocarril y cemento Portland, protegía el lugar de los posibles impactos de la artillería naval.
Las primeras acciones consiguieron contener los procesos de erosión hídrica sobre la cubierta de los cuarteles, traveses y el polvorín, confirmó Quevedo en una publicación hecha en Facebook y “con el retiro de las plantas, tocones y maleza se recupera gradualmente la capa vegetal”.
El post de enero del 2022, también informaba que “la eliminación de árboles adosados o cercanos al muro aspillerado perimetral, la limpieza y desbroce de la explanada, así como la creación de una franja libre de maleza a su alrededor, han contribuido a la visibilidad y accesibilidad del Monumento Nacional”.
Estas labores, sostenidas en el tiempo, son el preámbulo imprescindible a la intervención restauradora que exige el proyecto de Museo de Sitio y Centro de Gestión Cultural del Patrimonio de La Habana del Este, pensado para este lugar. Pero la protección del patrimonio demanda una mirada plural, multisectorial.
Luego de la denuncia del pasado 22 de marzo, algunas de las instituciones implicadas recorrieron el lugar en busca de estrategias y acciones que permitan salvaguardarlo, sin abandonar los planes de desarrollo local, tal como han propuesto las autoridades del gobierno municipal.
La comunidad tiene que convertirse en la principal gestora, afirma Quevedo, eso aprendimos con Eusebio Leal, que solo dándole espacio a las personas se puede garantizar una verdadera protección del patrimonio, lo que no resta importancia a la participación de las instituciones.
Ley oportuna y necesaria
El cronograma legislativo del actual mandato de la Asamblea Nacional del Poder Popular prevé la discusión y aprobación de una nueva Ley General De Protección Al Patrimonio Cultural Y Al Patrimonio Natural, que unifica los códigos anteriores y actualiza sus contenidos.
Según el anteproyecto, “es responsabilidad de los órganos locales del Poder Popular, de conjunto con portadores, gestores y representantes de los organismos competentes que correspondan, en lo que a cada cual compete, establecer cuantas disposiciones se requieran para la protección del Patrimonio Cultural y el Patrimonio Natural” (capítulo VII, De las Responsabilidades, Prohibiciones y Obligaciones, artículo 78).
Y el artículo 80.1 establece que “El Estado, en el ejercicio de sus responsabilidades con la protección del Patrimonio Cultural, en caso de que exista un proceder negligente en la conservación de un bien cultural declarado Patrimonio Cultural de la Nación, se reserva el derecho de traspasarlo a otro poseedor o adquirirlo si fuera necesario”
En la Sección Quinta, De la Comisión Nacional de Monumentos, artículo 123, especifica que una de las funciones de esa instancia es “dictaminar, por iniciativa propia o a instancias de persona natural o jurídica, sobre daños producidos a un Monumento Nacional, Monumento Local o Zona de Protección y presentar a las autoridades e instancias que correspondan las propuestas de medidas para su solución”.
El Reglamento que acompaña al nuevo código, en su Sección Cuarta, Del Patrimonio Cultural Inmueble, artículo 187, prohíbe “escribir o colocar carteles, vallas, letreros, y en general manchar, alterar de cualquier forma, o usar indebidamente, las fachadas de las construcciones en bienes declarados Monumento Nacional o Monumento Local”.
Para quien infringe este apartado específico, el Reglamento establece que el sistema de supervisores del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural puede penalizar con multas, que serían más severas (7 mil – 5 mil pesos) si se trata de sitios de reconocimiento internacional como es la Batería de Costa No.1, al ser parte de la lista del sistema de fortificaciones de La Habana considerada Patrimonio de la Humanidad.
Esta Ley podría entrar en vigor antes de que concluya el presente año.
No obstante, en el caso de los actos vandálicos contra la Batería No.1, quedan detalles por esclarecer, entre ellos quién tiene posesión de este bien patrimonial inmueble, a quiénes corresponde garantizar un sistema coherente de gestión, guarda y cuidado; y qué acciones periciales se adoptarán contra los culpables, sobre todo para evitar que los daños se repitan.
Por lo pronto, la Dirección de Patrimonio Cultural de la Oficina del Historiador, y su departamento de Gestión Cultural, persisten en incluir el espacio en el diseño del proyecto Rutas y Andares del verano 2022, así como al Torreón de Cojímar, otro de los emplazamientos en cuyo rescate trabajan actualmente.
El venidero 14 de diciembre se cumplirán 40 años de la declaratoria del Centro Histórico de La Habana y su sistema de fortificaciones hasta finales del siglo xix como Patrimonio de la Humanidad. No hay mejor manera de festejar que devolverla a la gente.
[row][column size=»2/3″ center=»no» class=»»]
[note note_color=»e3f2f0″ text_color=»#1f0202″] [image_carousel source=»media: 309949,309950″ limit=»41″ crop=»5:4″ columns=»2″ align=»center» captions=»yes» link=»image» autoplay=»2″ image_size=»medium»]
Las piezas artilleras emplazadas en la Batería de Costa No.1 fueron desmontadas del crucero de primera clase Alfonso XII, cuyas calderas inútiles le impedían navegar, según investigación realizada por el Mc. Jesús Ignacio Suárez Fernández. En la imagen, un cañón Ordóñez después de las acciones vandálicas de grafiteros en marzo del 2022. Fotos: Cortesía de Museos Arqueológicos de la Habana
[/note][row][column size=»2/3″ center=»no» class=»»]
“La eliminación de árboles adosados o cercanos al muro aspillerado perimetral, la limpieza y desbroce de la explanada, así como la creación de una franja libre de maleza a su alrededor, han contribuido a la visibilidad y accesibilidad del Monumento Nacional”, afirma Antonio Quevedo, director de Museos Arqueológicos de La Habana. Foto tomada del Facebook institucional (febrero del 2022)[/column][/row]
[note note_color=»e3f2f0″ text_color=»#1f0202″] [image_carousel source=»media: 309958,309957″ limit=»41″ crop=»5:4″ columns=»2″ align=»center» captions=»yes» link=»image» autoplay=»2″ image_size=»medium»]
Luego de conocerse del inicio de las labores de recuperación de la Batería No. 1 y del proyecto para construir allí un museo de sitio, el lugar ha dejado de estar oculto por la maleza y ha recibido visitas ocasionales. En la imagen de la izquierda, la visita del ministro de Cultura, Alpidio Alonso junto a dirigentes de Patrimonio y de la localidad (septiembre del 2021). A la derecha, recorrido realizado por estudiantes de licenciatura en Preservación y Gestión del Patrimonio del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana (enero del 2022). Fotos: Cortesía de Museos Arqueológicos de La Habana
[/note][image_carousel source=»media: 309960,309961,309962,309963,309964,309968,309967,309966,309965″ limit=»41″ crop=»1:1″ columns=»2″ align=»center» captions=»yes» link=»image» autoplay=»2″ image_size=»medium»]
Acciones vandálicas de marzo del 2022, contra la Batería de Costa No. 1. Fotos tomadas del Facebook de Museos Arqueológicos de La Habana