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Renael seguirá en nuestra mirada

Recientemente sufrimos la pérdida física del relevante poeta Renael González Batista, un dolor profundo para quienes compartíamos con este escritor la pasión por el trabajo cultural comunitario, la poesía en general y en especial la concebida en la llamada estrofa nacional, la décima. Los amantes de esa modalidad hicieron llegar mensajes de pesar, tanto desde distintos puntos de Cuba como desde diferentes latitudes fuera de ella.

Foto: Reynaldo López Peña

Tres años atrás yo había publicado Otra mirada a Renael, una valoración adelantada del libro Tu mirada y otras décimas, necesaria y deseada compilación de una zona de su obra que anunciaba entonces la Editorial Montecallado, de la provincia de Mayabeque. Como quiera que la aparición del volumen no ha sido posible todavía, indagué por ese proyecto. El presidente del Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en ese territorio, el destacado creador decimista Juan Carlos García Guridi, me acaba de comunicar vía telefónica que el empeño, demorado por las limitaciones conocidas en la producción editorial cubana, se mantiene con carácter priorizado y que, pese a las dificultades aún presentes, se espera poder hacerlo realidad impresa más temprano que tarde.

Me sumo, pues, al sueño del colectivo de ese sello editorial y a los fraternos creadores de Mayabeque de hacer palpable en papel ese libro, y reproduzco, sin quitar palabra, aquel comentario valorativo sobre la significación de este título literario que es sin duda esperado, y será recibido, por innúmeros lectores que asumen la mirada enamorada de Renael, ahora para volver a tener su vocación de ternura entre nosotros.

 

Otra mirada a Renael

Cuando yo conocí a Renael González Batista —sería en 1995 o 1996— ya había leído su obra, de ahí que lo saludara con una redondilla suya que para mí siempre ha sido una de las más novedosas definiciones de la tristeza, y que me permito, como en aquel encuentro, citar de memoria:

Hoy anduvo la tristeza
rondando gris por mi casa.
Es una vieja que pasa
con un trapo a la cabeza.

Ya era el Renael cuya obra en versos es de obligada referencia así como sus afanes en el terreno de la vida literaria decimística, pues abrió el camino del surgimiento de agrupaciones —que hoy suman más de una decena en todo el país—, al fundar en febrero de 1993 el Grupo Iberoamericano de la Décima Espinel-Cucalambé, que en el 2018 cumplió un cuarto de siglo y en consecuencia en el 2023 cumplirá tres décadas. Ya era el Renael entre cuyos galardones figuraba el Premio Cucalambé 1993 con su libro Sábado solo —al cual pertenecen los versos apuntados, poemario que lo ratificó como uno de los autores que llamo adelantados en el proceso de revitalización de la décima escrita, vigente hasta nuestros días.

Me alegra ahora este empeño de la mayabequense Editorial Montecallado de hacer realidad de papel y tinta un compendio bajo el título Tu mirada y otras décimas.

Es conocido que sus poemas en una sola estrofa Tu mirada y Amor —incluidos en Sábado solo— fueron llevados a canción por el trovador José Antonio Rodríguez, en una pieza que se ha convertido en uno de los números emblemáticos del pentagrama trovadoresco de entre siglos, y que actualmente forma parte del repertorio de varios intérpretes:

¿Tu mirada? Tu mirada
es el más perfecto modo
de decirlo todo, todo,
aunque no hayas dicho nada.
¿Qué magia tienes guardada,
qué poder bello y profundo?
Tu mirada de un segundo
me siembra un año de antojos
y cuando cierras tus ojos
se queda sin luz el mundo.

Renael nació en 1944 en tierras holguineras, pero muy pronto fue a radicar a la encantadora ciudad marítima de Puerto Padre, provincia de Las Tunas, y allí fundó el primer grupo literario de esa villa después del triunfo, en 1959, de la Revolución Cubana. Su mirada lírica ha sido sin duda muy influyente en el prolífico quehacer literario puertopadrense y más allá de sus lindes, muy en especial en el campo de la décima escrita.

Su mirada aporta cierto modo indulgente de cantar al amor —y a su inseparable par, el desamor—, en un cauce translúcido, sin rebuscamientos ni estridencias. No es desborde de río, sino tránsito de arroyo. Pero bajo las aguas, un lector cómplice —como debieran ser todos los lectores de poesía— puede percibir las tórridas congojas, y hasta la turbulencia en algún recodo sumergido, escamoteado por pudor al arbitrio de la intemperie:

Debes comprender: Si estoy
asomado en el espejo
de tu memoria, el reflejo
que miras, no es el de hoy.
Ya yo no soy el que soy
pozo adentro, en tu mirada
interior, agua estancada;
esos éramos nosotros;
rompe el cristal, somos otros,
de aquellos no queda nada.

Hace años, sentado junto a Renael en el Anfiteatro del Cornito, presenciábamos uno de los habituales espectáculos nocturnos de la Jornada Cucalambeana, cuando en la escena se interpretó, sublime, la canción Tu mirada. El colofón fue el aplauso prolongado del público de pie. Y yo le dije:

—Ya eso no es tuyo. Ya eso es del patrimonio de nuestra cultura.

Y el poeta sonrió bondadosamente, como de costumbre. Y yo tenía razón, y no la tenía al mismo tiempo. Porque la mirada, como acción humana, sigue siendo una breve joya de toque mágico en los móviles espirituales de Renael. A esa joya vuelve cuando menos te lo esperas, como en esta décima, incluida en el conjunto que ahora ofrece Montecallado:

Mariannis, pareces presa
dentro de esta habitación
y pienso qué malos son
los que encierran la belleza.
Mariannis, sé que por esa
sonrisa y por tu mirada
no puedes ser sancionada.
Y aún si no lo pretendes,
con tus ojos te defiendes
aunque no hayas dicho nada.

No hace falta decir más. Renael es Renael. Y eso basta para sentir nuestra mirada siempre dispuesta a entrar en comunión agradecida con la mirada suya.

 

Más sobre este autor:

Martín Renael González Batista (Calderón, Holguín, 1944 – Las Tunas, 2022). Poeta, narrador, graduado de Artes Plásticas. Miembro de la Uneac y de la Asociación Iberoamericana de la Décima y el Verso Improvisado. Recibió, entre otros reconocimientos, la Distinción por la Cultura, y los diplomas Nicolás Guillén y Visitante Distinguido de Veracruz, así como los premios de poesía Homenaje a Heredia (Santiago de Cuba, 1973), Cucalambé (Las Tunas, 1990-1993), Flores del Alma (Las Tunas, 2005), Raúl Gómez García (La Habana, 1975), Tres Mejores Sonetos a Sor Juana (México, D.F, 2009) y el Samuel Feijóo (La Habana). En narrativa, fue ganador en los premios de cuento Ernest Hemingway (La Habana, 1993), El Lucernario, (Burgos, España, 1995) Fernando González Cadavid (Medellín, Colombia, 1977) y el Doña Pela de mini ficción (Madrid, España, 1999). Publicó más de veinte libros de cuento, poesía, novela, crónicas, artes plásticas y literatura para niños: Piel de polvo (décimas, Editorial Oriente, 1989), Sábado solo (décimas, Editorial Sanlope, 1993), La Aguada de los milagros (novela, Comité Provincial de la Uneac, 2003 y Sanlope, 2005). Sobre la isla llueve tiempo (crónicas y otros escritos, Mataró, España, 1995), El más perfecto modo (poesía, Sed de belleza, 2004) México lindo y querido (décimas, Veracruz, 1997), Guitarra gris con arco iris (décimas, Editorial Unión, 2006), Décima Cubana: vigencia y perspectivas (Carta lírica, Miami,1999), El libro de los oficios (poesía para niños, Papiro Ediciones, Holguín,2013), Elefantes blancos en la Aguada del Negro (Artes plásticas y poesía, Sanlope, 2010), La sonrisa dorada (cuento, Editorial Vadeúlter, Burgos, España, 1999), Árbol de rimas (décimas, Vadeúlter, Burgos, España, 2000), La mano clara del día (décimas, Letras Cubanas, 2011). Una decena de sus décimas ha sido musicalizada. Dirigió en Puerto Padre talleres de poesía y narrativa.

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