Con cuatros centrales y muchos años de tradición, Camagüey se alza como una de las provincias con mayores posibilidades de hacer una buena zafra azucarera. No obstante, la realidad improductiva de los últimos años, dicen todo lo contrario.
Los incumplimientos derivados de los atrasos, la falta de insumos, las roturas, la mala calidad de la caña, los bajos rendimientos, son, entre otros, los elementos que caracterizan el proceso fabril en la provincia. Mas las esperanzas no decaen y se confía en las nuevas medidas y en la entrega de los hombres y mujeres del sector para salir del foso.
Con mal pie
Desde antes de que iniciara el proceso azucarero 2021-2022, ya se auguraba que esta zafra iba a ser complicada y demandaría mucho esfuerzo. Casi ni se repararon los centrales, había pocos carros en condiciones y, para colmo, la arrancada fue tardía en tres de los cuatros ingenios que molerían en la provincia: Carlos Manuel de Céspedes, Batalla de las Guásimas y Panamá. Por eso, hasta la fecha, solo se ha producido un poco más del 42% del crudo previsto, con una norma potencial por debajo de lo esperado.
Como alega Lázaro Álvarez Padilla, director de Coordinación y Supervisión Técnica del Grupo Azucarero AzCuba, esta zafra “se inició sin contar con los recursos, pero ya han llegado un poco de gomas y baterías para los camiones y, eso, unido a la voluntad de los hombres de hacer un poco más, apelar a las reservas y cortar nueve mil 500 toneladas de caña diaria, quizás nos ayude un poco a cumplir”.
La suerte está echada
Faltan pocas semanas de zafra y todas las esperanzas quedan depositadas en el mes de marzo, antes de que comiencen las lluvias. De los cuatros ingenios, dos, Batalla y Panamá, logran apenas el 30% de lo planificado, en tanto Céspedes y Siboney están por encima de la mitad.
Tomás Alexander Pérez Mejía, director de la empresa azucarera Siboney, explica que en su entidad potenciaron el corte manual e incorporaron más fuerzas y equipos para el tiro de caña, apoyados por la Agricultura, entre otras acciones.
“Ya hemos recogido, apunta, unas dos mil toneladas de caña manera manual y aspiramos a alcanzar unas seis mil en total. Pero igualmente fomentamos el trabajo con los pelotones en el cumplimiento de las tareas.
“Allí se arranca temprano y hasta bien tarde están en el campo para garantizar la graminea que necesitamos y cumplir las más de nueve mil 720 toneladas de azúcar pactadas, así como con la exportación”.
A pesar de los vaivenes, asegura Pérez Mejías, las nuevas medidas ayudan bastante en la situación económica en las unidades productoras y en el Siboney.
“Claro, acota, todavía tenemos que trabajar más en la incorporación de las áreas que no tenían cañas, así como en el uso de la tracción animal, que solo lo aplicamos en dos unidades”.
Para mejorar esto último ya en el ingenio andan pensando en la creación de una unidad para la ceba de toros, lo cual les ayudaría a incrementar el ganado, sobre todo cuando existen tantos problemas con las maquinarias.
También incentivan la creación de colectivos laborales, donde, como apunta Pérez Mejías, los obreros ganarán por la producción, así como los polos productivos y la siembra de plátanos y yuca. Y es que como confirma, “las ventajas de la restructuración de las empresas nos permiten la diversificación para buscar ingresos para los trabajadores y apoyar, a su vez, a la comunidad”.
Los hombres y mujeres de este sector deben buscar en cada alternativa la mejor manera para fomentar la producción azucarera. Pues como dijo durante una visita de trabajo a la provincia hace unas semanas Ulises Guilarte De Nacimiento, secretario general de la CTC, “este es un sector que aporta mucho, que apoya a la generación de energía eléctrica, que diversifica producciones. Es un sector de mucha tradición cultural y que, a pesar de las dificultades y el esfuerzo, debe avanzar”.