Las autoridades de la nororiental provincia de Las Tunas siguen convocando a la población y a todos los usuarios al uso cada vez más racional del agua para paliar los efectos de la persistente sequía que afecta al territorio.
Aunque los especialistas no consideran todavía la escasez del preciado como algo alarmante, miran con preocupación el comportamiento de las precipitaciones y la situación actual de los 23 embalses que lo tributan, los cuales guardan en sus espejos unos 113 millones de metros cúbicos, el 32 por ciento de su capacidad real de 350 millones 915 mil metros cúbicos.
Así lo dio a conocer a la prensa la Delegación Provincial del Instituto de Recursos Hidráulicos, bajo cuya administración están los enclaves que proveen de agua a los sectores estatal y residencial, donde se precisa la adopción de medidas y su observancia estricta para evitar males mayores.
El análisis señala que el primero de este mes se mantiene el sureño municipio de Jobabo como el más deprimido, pues solo dispone del siete por ciento de su capacidad; mientras enciende la luz roja, también, para Jesús Menéndez (16), Puerto Padre (22) y Majibacoa (35).
Al mismo tiempo, argumenta que el estado más favorable en los acumulados lo reportan los territorios de Amancio (72), Manatí (60), Colombia (37) y Las Tunas (36), pero como lo indican los números tienen que seguir atendiendo de manera prioritarias los sobreconsumos innecesarios y otras razones que ocasionan pérdidas de este líquido vital.
Añaden los especialistas que las seis fuentes de abasto a la población tienen asegurado el recurso, pues los estudios demuestran que los reservorios de Playuela, Jobabito y Cayojo tienen disponibilidad para más de 180 días; El Rincón (168), principal fuente de abasto a la ciudad capital; la «Juan Sáez» (87) y Copo del Chato (45).
La convocatoria llama la atención sobre el bajo nivel de precipitaciones en los dos primeros meses del año y los pronósticos que auguran el retraso del inicio de las lluvias en este calendario lo que puede agravar el panorama, cuya solvencia depende en gran medida del aporte que hagan los consumidores teniendo en cuenta la persistencia de las sequías que han sido severas en otras etapas en toda la geografía local.