Tan erótica y sugerente como su denominación: Papaya & banana es la fragancia que obtiene y comercializa este emprendimiento de Trabajo por Cuenta Propia que, con aroma de mujer, se va imponiendo en la preferencia de muchos tuneros motivados por la calidad de sus productos y sus beneficios a la salud.
Hace solo seis meses, cuatro mujeres jóvenes unieron sueños y deseos de utilidad para integrarse a los nuevos actores económicos con ofertas de artículos necesarios y codiciados que en estos tiempos escasean en los mercados tradicionales, una de las ventajas que proporciona.
En un prometedor concierto de creatividad unen sus conocimientos dos historiadoras del Arte, másteres en Ciencias Yamel Meneses Reyes e Iris Cruz Núñez, la ingeniera Química Lisyanet Santiesteban Ávila y la licenciada en Contabilidad Yaité Ricardo.
Denominación y eslogan
“El nombre hace alusión a dos frutas naturales jugosas, nutritivas, pulposas, frescas y en alguna medida símbolo de nuestra idiosincrasia y vistas en conjunto tienen un sentido erótico que llama mucho la atención de las personas”, explica la máster en Ciencias Yamel Meneses Reyes, líder del proyecto.
Y ese espíritu criollo y pícaro lo llevan también al eslogan que las identifica y promueve como una atractiva propuesta, “una luchita ecológica”, remarca Yamel y comenta que la expresión es una simbiosis de dos términos que las acerca más al argot popular del cubano, porque hacen alusión a la búsqueda de soluciones a las actuales exigencias económicas de la familia y a los aportes que brindan en la defensa del medio ambiente.
“Es un proceso muy sencillo, que no daña al entorno y esos productos son muy buenos para la piel, entre otras razones porque en la elaboración empleamos la glicerina que es extraída de los aceites vegetales, cuya inocuidad es reconocida por diversos estudios”, asegura Lisyanet Santiesteban Ávila, quien confirma que disponen de los permisos dermatológico y sanitario otorgados por los centros Nacional y Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, respectivamente.
“Los jabones, argumenta, se hacen mediante un proceso que consiste en fundir los compuestos y verter el contenido en moldes con la distinción de que no se emplean químicos de ningún tipo ni interviene la saponificación, para luego aplicar un principio activo de colores y aromas.”
Las esencias del proyecto
Según relata Iris asumieron el proyecto “como un acto de recreación, un espacio para nosotras conversar, hacer lo que nos gusta y, al mismo tiempo, ofrecerle los resultados a otro público, con el objetivo de ayudar a promover en la población productos y prácticas que no son de mucho arraigo en nuestro entorno, pero que son comunes en el mundo por su calidad y sus beneficios a la salud, fundamentalmente la línea dermatológica”.
“Estamos enfocadas en cuatro líneas de productos que van ganando en aceptación de los públicos: cosmética natural que incluye jabones de tocador; dermatológica con ofertas de cremas, aceites…; de bodega vintage (antigua) que sugiere conservas, aceites, aderezos, turronería, vinagreta, frutos secos…; y, de interiores, que propone decoraciones con elementos marinos, madera, barro”, reseña Yamel.
Ponen todo su empeño en la utilización de materias primas e insumos locales con protagonismo de plantas medicinales, fangos terapéuticos, carbón vegetal, miel, propóleos…, pero “en México gestionamos la glicerina utilizando las facilidades que brinda el Fondo Cubano de Bienes Culturales, una de las instituciones autorizadas a importar; y, por gestiones personales hemos conseguido los colores, aceites y aromas”, remarca Yamel.
Y argumenta que otro de los propósitos declarados es trabajar para que la población vaya adquiriendo una cultura de las diferencias entre los productos de este tipo obtenidos industrialmente y éstos manufacturados y naturales, que por su carácter ecológico son muy buenos para la salud.
Perspectivas…
Después de su exitosa presentación en las ferias Nacional de Artesanía, en La Habana, y Arte 500, de Camagüey; nuevos sueños animan a estas proactivas muchachas que siguen materializando sus intenciones en actos que favorecen el bienestar de la sociedad.
En la casa marcada con el número 53, en la calle Joaquín Agüero, de la ciudad de Las Tunas, hacen todo el trabajo y comercializan sus producciones; al tiempo que gestionan su inserción en la tienda virtual de la Empresa Comercializadora Exportadora–Importadora de la Industria Ligera (Encomil).