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Coser y pintar, perder o ganar (+ Fotos)

“Mientras haya trabajo estamos bien”, resumió Ricardo Díaz Al­meida, experimentado obrero de la fábrica de Pinturas Vitral de San José de las Lajas, en Mayabeque, unidad empresarial de base (UEB) de la empresa de igual nombre.

Para consolidar la obtención de utilidades, Pinturas Vitral requiere inversiones en investigación y desarrollo que les permita modernizar sus procesos tecnológicos. Foto: Heriberto González Brito

A más de 30 kilómetros de allí, en La Habana, la costurera Regla María Cuesta, del taller de Confec­ciones Boga Casabella, otra UEB de una entidad nacional, coincidía con él sin saberlo: “No es lo mismo estar interrupta en casa, que trabajando”.

La diferencia entre ambos, sin embargo, estriba en que la empre­sa en que trabaja Ricardo obtuvo utilidades a lo largo de todo el año 2021, lo cual les reportó a sus em­pleados ingresos adicionales pro­medio de más 7 mil pesos en los tres primeros trimestres (y falta la liquidación anual); pero la de Re­gla María reportó pérdidas supe­riores a los 89 millones de pesos, y tuvieron que conformarse solo con el salario.

Una realidad económica de múltiples causas que moviliza a los dos colectivos laborales: el prime­ro para tratar de mejorar su resul­tado; el segundo para intentar sa­lir del bache de la irrentabilidad.

 

Pintar una rentabilidad duradera

“Desde que empezó la pandemia no hemos parado de producir, sal­vo un mes que tuvimos un foco de COVID-19”, recordó Adrián Pérez Martínez, jefe de brigada en la in­dustria lajera, la que ahora mismo lleva sobre sí todo el peso de la em­presa de Pinturas Vitral, porque sus otras dos UEB más importantes en la capital están paralizadas por un proceso de fusión y modernización.

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Luis Alberto Suárez Ibarra, di­rector general de la entidad, expli­có que las elevadas ganancias del pasado año obedecieron al cumpli­miento de los planes de producción y venta para sus diversos destinos, a partir de la posibilidad que tuvie­ron de adquirir las materias primas principales de todo el período, an­tes de que el ordenamiento mone­tario y cambiario encareciera las importaciones.

Esta especie de golpe de suerte o precaución que les permitió regis­trar utilidades casi seis veces supe­riores a lo previsto permitió distri­buir altos dividendos entre sus cerca de 470 trabajadores, una situación que ocurrió por única vez en el 2021.

Con una producción física anual que no llega a los 9 millones de litros de pintura, todavía Vitral está lejos de lograr su capacidad máxima de 20 millones de litros; y mucho más distante aún de las necesidades del país, que se estima en alrededor de 70 millones.

Al combinar sus distintos mer­cados la empresa puede con las ventas en el comercio electrónico y las tiendas en MLC, que apenas fueron el 12 % de su producción fí­sica del pasado año, financiar par­te de sus entregas a otros destinos priorizados como las tiendas en pesos cubanos y organismos, aun­que no satisfagan la demanda.

Algunos de los secretos para proseguir entonces ese camino de la eficiencia económica, y con más producción, en este 2022, los refirió Jorge Monzón Sánchez, director de la UEB de San José. Continuar con los encadenamientos productivos, tanto con empresas nacionales que suministren materias primas e in­sumos nacionales, como con nue­vos clientes que incluyan también a los actores económicos privados, está en la mira de Pinturas Vitral.

Igualmente la entidad pone es­pecial énfasis en la comercializa­ción descentralizada en cada UEB, la creación de nuevas formulacio­nes de productos que abaraten los costos sin perder en calidad, y el rescate de renglones que se perdie­ron, como la pintura de uñas o el líquido de frenos, junto con posi­bles inversiones en investigación y desarrollo, para modernizar sus procesos tecnológicos.

Particular énfasis hicieron sus directivos en la perspectiva inme­diata de conformar cinco brigadas para la aplicación de sus pinturas, una modalidad de servicio que permitiría añadir valor a su pro­ducto, proteger la marca ante las adulteraciones y reubicar traba­jadores en una labor rentable que sus clientes agradecerían. “Que no haya nadie que no esté haciendo algo”, sintetizó Monzón Sánchez.

Hay preocupaciones y solu­ciones aún pendientes a partir de esa gestión empresarial, como el incremento sostenido de los ingre­sos, las condiciones de trabajo en cada puesto y medios de seguridad y protección más idóneos, así como el problema de la alimentación, que en San José hoy corre a cuen­ta del trabajador, según refirió Ri­cardo González, secretario general de la sección sindical.

 

Cuestión de coser ¿y ganar?

Por primera vez en el país la em­presa de Confecciones Boga comen­zó a producir los complejos overoles que necesitan los trabajadores de la industria cubana del petróleo (Cu­pet), lo cual abre perspectivas para fabricar otros tipos de ropa de tra­bajo con especificidades técnicas de mayor rigor.

Hallar muchos negocios como el de los overoles para Cupet sería la manera de revertir la negativa situación de Confecciones Boga. Foto: Heriberto González Brito

La UEB Boga Casabella, en el capitalino municipio del Cerro, es una de las fábricas que laboran en este surtido cuya calidad ya fue certificada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que supondría una demanda de 37 mil prendas anuales solo por Cupet, se­gún informó Yurelkis Noda Triana, directora de esa planta.

Hallar muchos negocios así se­ría la única manera de revertir la negativa situación de esa empresa manufacturera, integrada por 16 UEB con 92 fábricas en 72 munici­pios del país, y alrededor de 7 mil 500 trabajadores, el 70 % mujeres.

“El 2021 fue extremadamente difícil”, calificó su directora gene­ral, Lucía López Rodríguez, al ar­gumentar que las restricciones en las importaciones y las interrupciones laborales que ocasionó la COVID-19, junto con los índices de precio ma­yorista aprobados para sus produc­ciones como parte de la Tarea Orde­namiento, conllevaron a planificar pérdidas superiores a los 100 millo­nes de pesos, que luego lograron re­ducir en poco más de 13 millones, a pesar de no alcanzar siquiera el 40 % de las ventas previstas para el año.

No obstante, en los talleres que consiguieron mantener cierto nivel de actividad hay trabajadoras como Regla María Cuesta que sintieron una mejoría de sus ingresos por la mo­dificación de la escala en uno de los sectores que tenía más bajos salarios antes del Ordenamiento, junto con los sistemas de pago a destajo individual y colectivo que allí funcionan.

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“Llevo en una libreta las opera­ciones diarias que hago y saco mis cuentas de cuánto me deben pagar”, mostró esta costurera de las largas en el sobrecumplimiento de la nor­ma, que puede llegar a cobrar entre 5 y 7 mil pesos mensuales.

“Me reporta más beneficio co­ser”, añadió Regla María, quien hace cinco años cambió su plaza de técnica para sentarse frente a una de las modernas máquinas de costura que allí introducen, como parte de una asociación económica internacional con una firma mexi­cana, para elevar la productividad de la industria.

Para el 2022 la empresa de Con­fecciones Boga prevé retomar el ca­mino de la rentabilidad con unas modestas utilidades de 97 millones de pesos, en relación con un plan de ventas cerca de mil 200 millones de pesos, de acuerdo con López Ro­dríguez, quien añadió que ya existe garantía para un nivel de activi­dad significativo durante el primer cuatrimestre del año.

A la producción de uniformes escolares y corporativos habrá que sumar nuevas posibilidades de vestuario más especializado, e impulsar otros encadenamientos y asociaciones para diversificar e in­crementar sus producciones.

“Ellas están muy contentas con el pago a destajo y la mejoría en las condiciones de trabajo”, dijo Virgen Salazar, integrante del ejecutivo sin­dical en Boga Casabella, donde tam­bién quisieran dejar atrás los núme­ros rojos y poder repartir utilidades.

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