A Rodolfo Echevarría Pereda lo conocí hace cuatro años por su labor como abogado en un sensible caso de disputa familiar en que una pareja de dos abuelas obtuvo en un tribunal cubano la guarda y cuidado de sus tres nietos, luego del fallecimiento de la hija de una de ellas y el abandono del padre de los niños.
La labor de este joven jurista en el Bufete Especializado en Recursos de Casación (BEC) en La Habana lo vincula directamente con esa rama del derecho, un tema que le apasiona y explica con vehemencia en las redes sociales de Internet desde que se publicó el proyecto del Código de las Familias en septiembre pasado.
Quizás por ese ejercicio y activismo profesional fue que la Presidenta de la Organización Nacional de Bufetes Colectivos le propuso trabajar ahora con el Consejo Electoral Nacional (CEN), en el procesamiento de los criterios de la ciudadanía durante la consulta popular en curso desde este mes y hasta abril próximo. “Es honor y una gran responsabilidad”, enfatizó.
Rodolfo explicó que ya antes de salir la versión 22 tenía grandes expectativas en relación con los contenidos de la futura Ley. “Estaba seguro de que en la elaboración del proyecto intervendrían varios de los más destacados profesores del Derecho de Familias del país. Así fue y lo dije”, contó con orgullo, al mencionar nombre por nombre a sus “profes” de la Universidad de La Habana, donde se graduó en 2010.
“Además, sentía curiosidad —aunque alguna idea tenía de los posibles contenidos del anteproyecto— sobre la manera en que se iban a desarrollar los contenidos del capítulo referente a las familias de la nueva Constitución, que eleva el afecto a rango de categoría jurídica y abraza los principios de pluralidad familiar, igualdad efectiva y no discriminación. A mi juicio, es la parte del texto constitucional que nos ubica en una posición de vanguardia en la región”, valoró.
Rodolfo soñaba también con un Código que abrazara a todas las familias sin distinción, incluyendo soluciones que debió enfrentar durante su trabajo en el BEC.
“Esta Ley resolvería muchos casos que trabajé. Hay abuelos o abuelas que quedaron a cargo de sus nietos por fallecimiento de la madre de los pequeños u otras causas; una pareja de mujeres que acordó con un amigo utilizar su semen, ante la imposibilidad de acudir a las técnicas de reproducción humana asistida, y tienen un precioso niño cuyo asiento registral de nacimiento solo reconoce una madre, cuando la voluntad procreacional estaba en las dos”.
“He tenido otros casos en que el régimen de comunicación se ha establecido a favor de los abuelos, e incluso la guarda y cuidado, con amparo directo en la Convención de los Derechos del Niño, ya que el vigente Código de la Familia no contempla esas posibilidades y la norma jurídica en formación sí”.
Nos contó el abogado que junto a cuatro colegas ahora procesa en tiempo real en el CEN todas las propuestas que llegan del país. Allí revisan la clasificación del planteamiento (favorable, modificación, eliminación, adición o duda) y elaboran las primeras posibles propuestas tipo, que luego otro grupo de juristas agrupan, para enviarlas a la Comisión redactora del proyecto. “El trabajo es retador. Constantemente tenemos que colegiar decisiones, porque la vida es mucho más rica que cualquier metodología”, apuntó.
“Esta es una norma jurídica en construcción, y defiendo la consulta como espacio de enriquecimiento del proyecto (la inteligencia colectiva siempre aportará elementos valiosos y así lo he constatado en este tiempo que llevo trabajando en el Consejo Electoral Nacional), de construcción de consensos, esclarecimiento de dudas y, por qué no, para propiciar debates”.
Sobre esto último Rodolfo alertó que algunas de esas polémicas en Internet parten del desconocimiento del proyecto, pero otras obedecen a campañas de desinformación y manipulación.
“Recomendaría que antes de replicar criterios de otros, muchas veces infundados, lean por sí mismos el texto y, ante cualquier duda, se dirijan a especialistas, sean abogados o notarios”.
A los medios nos pidió mayor trabajo comunicativo, de educación en cuanto a los contenidos del proyecto, y también sobre la Convención de los Derechos del Niño, norma jurídica que rige para Cuba desde 1991, y por algunos debates en redes, infiere que persiste mucho desconocimiento de ese tratado.
En lo personal, el joven jurista confesó que “por el momento no pretendo casarme ni tener hijos, pero eso no significa que no lo desee para muchas amistades y personas en general cuyos derechos han estado postergados en cuanto a su reconocimiento legal”.
“En el Código veo reflejada también mi infancia, con una madre que fue madre y padre, porque mi papá estuvo ausente de mi formación y desarrollo. Veo también los derechos de las niñas de mi prima, que son como mis sobrinas, o los derechos de mi mamá y mi tía, que se acercan a los 60, porque esta norma en formación dignifica al adulto mayor”.
“Será el Código de todas las familias cubanas y, como dije en algún momento en redes sociales, será —a mi modo de ver—, el más hermoso regalo que en materia social nos podamos hacer como sociedad y el legado quizá más importante para las futuras generaciones. Las familias trascienden y este Código está llamado a trascender su época”.
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