El gusto por recoger lo que otros botan

El gusto por recoger lo que otros botan

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Por: Juanita Perdomo y Eva Luna Acosta

Más de la mitad de sus 50 años los ha pasado el matancero Miguel Legrá Castellanos levantándose de madrugada para ayudar a sanear la ciudad de Matanzas, urbe que le gustaría ver siempre limpia, cuidada, respetada.

Quizás por ese cariño por la tierra donde nació, Legrá se embulló un día a acompañar a su hermano a limpiar aquellas zonas del reparto de Versalles. Allá se iba, y gastaba su tiempo ayudándole.

 

Miguel Legrá siente un placer infinito por un trabajo al que le conoce casi todas sus facetas. Foto: Noryis

Miguel halló en el misterio de qué encontrar en lo aparentemente inservible la curiosidad de inclinarse a ser recogedor de basura. “Antes la gente botaba cosas buenas, sobre todo cuando para fin de año hacían limpieza en sus casas.  Yo encontré cosas muy útiles, ropas, zapatos… Ya no, los tiempos cambiaron y es muy raro encontrarse algo de valor, aunque sé que ahora hay personas dadas a regalarle directamente a los recogedores que sirven en sus lugares de residencia”.

En  el año 1993 integró la plantilla de Comunales. No imaginó entonces su experimentación en muchos de los oficios de ese sector. “Lo he hecho todo, o casi todo. Desde recogedor de basura, chófer de carros fúnebres, jefe de brigada, inspector y ahora conductor de este camión”, dice orondo, mientras mira como a una novia querida su vehículo anaranjado.

“Desde el año 2018 lo manejo. Excepto por algunas complicaciones por la falta de gomas,  técnicamente está muy bien este camión.  Nunca he tenido accidentes y espero no tenerlos”.

 

Recientemente fue reconocido como chófer más destacado. Foto: Noryis

Precisamente por ser un ejemplo de trabajador, acaba  de ser reconocido como chófer destacado. “Nos enorgullece mucho contar en nuestro equipo con un hombre como él. Siempre puntual”, apunta Lázaro Martínez Díaz, jefe de la brigada de Comunales en el reparto Pastorita. “Él nunca falla”, asegura.

Frente al Hospital Militar Mario Muñoz, converso con Miguel y tres de sus compañeros. El próximo punto de recogida será este centro asistencial, dedicado a la atención a pacientes de la COVID-19. ¿Nunca temieron contagiarse con el nuevo coronavirus?

“Tengo la experiencia de cuando era recogedor y las medidas de protección son casi iguales, excepto por el nasobuco.

En los años que llevo aquí nunca he cogido ni catarro y al médico jamás he ido”, se ufana.

Miguel confiesa que trabaja de domingo a domingo. Me levanto a las 3.00 de la mañana para estar en plena faena a las 4.00 am. Siempre dispuesto a ir a cualquier zona que me llamen para resolver el problema que sea. Mi trabajo es lo primero, porque me gusta mucho y lo disfruto tanto como cualquiera que ejerza en otro oficio”.

Lo único que me incomoda de esto, dice, son las personas que no respetan el esfuerzo de nosotros. “La indisciplina social molesta mucho. Uno recoge y  no has dado la vuelta a la manzana y ya hay basura de nuevo ahí. Eso es un abuso con los recogedores, sobre todo de personas que sacan escombros o todo lo que botan cuando hacen limpieza en los patios”.

A su juicio, “siempre debe respetarse el trabajo ajeno. A veces en no pocos lugares se queja la gente de que no pasa el camión de la basura, algo que debe evitarse que suceda, pero la gente se porta mal. Arroja cualquier cosa, la coloca como quiera y eso afecta el trabajo de los recogedores. Aunque ya no me dedico a esto, veo y sufro junto con mis compañeros. De todos modos estamos para hacer bien nuestra labor. Para eso estamos”.

Aunque le incomoda la indisciplina social de quienes no respetan el trabajo de los recogedores de basura, agradece las personas que sí los consideran, los que afortunadamente son más, asegura Miguel. Foto: Noryis

Reconoce Miguel que también hay muchas personas nobles, para suerte son la mayoría. “Es bueno cuando te sorprende con un vaso de agua o un buchito de café, gestos que se agradecen porque nos hace pensar que estamos haciendo bien nuestro trabajo”.

A Miguel también lo han sorprendido personas que le han pedido “botella” para viajar con él. ¿Alguna anécdota en particular?

Nunca olvidaré mi tiempo de conductor de carro fúnebre. Venía de regreso de Mayabeque. De pronto veo a una muchacha sola, y ya eran como las 2 de la madrugada. Paro, y ella corre, sube y cuando está sentada,  me dice, un momento señor. ¿Esto es un carro de muerto? Bueno, pare, pare que me bajo aquí mismo. Muerta va estar usted si se queda sola aquí. Me  miró a mí, miró para fuera y se quedó tranquilita sin decir nada, hasta que llegamos a Matanzas…”.

Si algo le hace mucho bien a Miguel son los piropos, los piropos a su camión. “Acostumbro a pasar por el  hospital Faustino Pérez. Casi siempre para recoger a médicos que me hacen señas. Las doctoras son las que más se fijan y tienen el gesto de decir: Oiga, cualquiera se confunde, qué limpio está todo. Y eso me alegra”.

Hoy es 15 de febrero,  Día del Trabajador de Comunales, y ojalá que Miguel y todos los de este sector reciban el reconocimiento agradecido por limpiar lo que otros ensucian, por recoger lo que otros botan.

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